De un tiempo a esta parte Facebook se ha convertido, para algunos, en algo parecido a un incordio. ¿Es que alguien se acuerda de cómo tenía configurada la cuenta hace diez o doce años?
La popular red social ha rediseñado muchas veces su interfaz y otras tantas ha cambiado de sitio las opciones más útiles para el usuario que no quiere ser interrumpido en su sueño de los justos por las notificaciones. Y ya no hay manera de aclararse. Notificación para nuevo mensaje, notificación cuando alguien te da ‘me gusta’, notificación si alguien contesta a algo que has dicho previamente. Otras para los cumpleaños, para los maremotos con resultado de deceso. Solo nos falta un aviso para ese día aciago en que nuestro jefe –al que desearíamos ver picado por un pez globo– nos pide amistad.
La solución es clara: poner las notificaciones bajo tierra hasta que nos avise de la primera horda zombie ahí fuera. Ahí sí estaría bien que nos enviara un sonido: compra provisiones, esos a los que alguna vez les diste ‘me gusta’ vienen a por tu carne y la de tus hijos.
El método más rápido para acabar con las notificaciones es fijarte en ese pequeño candado que aparece junto a la URL de la página cuando nos metemos en ella. Si pinchas sobre él se abrirá una ventana desplegable. Nos ofrece tres opciones: ‘permitir’ o ‘preguntar antes de’. Activaremos la opción ‘Bloquear notificaciones’ Ahí lo tienes, muchacho. Un asesinato simple y sencillo de Facebook, tu padre pesado, el interrogador de la Gestapo que no necesita tu vida.
Depende de tu navegador, quizá esta opción no te aparezca. Lo hará otra llamada ‘Permisos’.
Si lo que queremos es solo desactivar ciertas notificaciones, entonces el método es un poco más de cirujano, aunque igualmente sencillo. No se tardan más de dos minutos. Es en los móviles donde es más engorroso encontrar la opción correcta y el equilibrio entre la notificación útil y la brasa de Gran Hermano de la aplicación, que no tiene miramientos para monitorear hasta el latido de nuestro corazón y el de tus amigos, tus primas de provincias o tus vecinos.
Para silenciar selectivamente qué quieres que te llegue y qué no hay que pulsar en la flecha de la barra superior, justo a la derecha.
Desplegaremos el primer menú, donde encontraremos otras opciones como ‘Administrar páginas’ y ‘Registro de actividad’.
Allí debemos pinchar en la pestaña de Configuración. Entraremos a los ajustes, donde ahora sí encontraremos la pestaña correspondiente a las Notificaciones.
Aquí nos permitirá configurarlas de todas las formas que queramos, también las que queremos que nos lleguen al móvil, la frecuencia, si nos apetece oír un sonido al recibirlas (¿cómo no va a apetecerme que llames al timbre cada cinco minutos, Zuckerberg). Nombra y se te concederá.
La opción de desactivar las notificaciones de Facebook en el móvil es la más enrevesada y la que siempre nos hace perder más tiempo, especialmente cuando la app rediseña alguna de sus tuberías internas y nos toca configurarlas una vez más, como si la vida no estuviera llena ya de actividades tediosas (enamorarse, casarse, salir arrastrándose de los hierros aún calientes de tu coche en un accidente… bueno, quizá nos estamos pasando con la categoría ‘me aburro’).
Facebook es un dios vengativo. Te hará postrarte ante su cayado algorítmico en cada ocasión que cambie algo de su interfaz, no sea que lleves una vida totalmente desconectada y haya que recordarte que debes mirar la pantalla de tu Smartphone cuando su santidad lo ordene.
Bien: una vez tengamos la aplicación abierta en nuestro móvil tenemos que fijarnos en la barra azul, y las tres barras paralelas que hay a la derecha. Allí debemos pinchar la pestaña ‘Configuración y privacidad’, y a su vez en ‘Configuración’.
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Aquí se nos desplegará una larguísima lista de opciones más complicada que descifrar un tratado teológico en latín. Como casi siempre, suspenso a Facebook por su interfaz tan poco amable. Tendremos que bajar y bajar y bajar hasta encontrar la pestaña que buscamos: ‘Configuración de las notificaciones’.
A partir de aquí, la interfaz será similar a la que hemos configurado en el navegador del ordenador y podremos ir una a una desactivando los tipos y subtipos de notificaciones que queremos que nos lleguen (SMS, correo electrónico… señales de humo, código morse, premonición).
Nada nos promete que cuando rediseñen algo no vuelvan a cambiarlo todo, pero al menos, con un poco de paciencia, podremos hacer que la aplicación sea ese acompañante silente que solo muy de vez en cuando levanta la mano y perturba nuestra paz.