10 cosas que te han pasado viendo porno (porque esto nos ha pasado a todos)
Eres humano, de carne y hueso y, de vez en cuando, aunque estés bien servido, le das una alegría al cuerpo por tu cuenta porque en el mundo del porno hay mucho talento y a ti te gusta seguir sus trabajos muy de cerca. Ya. Ay, pillín. No pasa nada, no eres el único. Hay una serie de cosas que a la gente le pasan viendo porno y con las que seguro que te sientes identificado. ¡A ver en cuántas de estas situaciones te reconoces!
Te enamoras de los protas de las escenas
Si ya te enamoras por la calle de gente vestida, lo tuyo viendo porno no tiene nombre. Empiezas a ver cuerpos esculturales trabajados a base de gimnasio y brócoli al vapor y, entonces, empiezas a suspirar. La historia ha vuelto a repetirse: te has enamorado otra vez del actor protagonista de tu nueva escena porno favorita. La tontería te dura cinco minutos porque, a la siguiente peli, ya se te ha pasado el enamoramiento y te has pillado de un nuevo actor porno. Así eres tú, capaz de enamorarte incluso viendo una peli X y sin necesidad de fijarte demasiado en la personalidad del maromo o de la chica sexy que aparece en el vídeo. ¡Si es que eres todo amor! (Sí, ya…).
Alucinas con las eyaculaciones torrenciales
“¡No puede ser verdad!” dices en voz alta mientras contemplas una escena digna de ser patrocinada por una multinacional de productos lácteos. Una eyaculación abundante suele ser la que pone la guinda final a muchas de las películas porno que ves. Y es que ocurre lo mismo que en las películas de acción de Hollywood, que acaban con unas explosiones de esas que te hacen decir en voz alta: “¡Sí, hombre, venga ya!”. Las eyaculaciones torrenciales del cine porno son el equivalente a los efectos especiales Hollywoodienses en las películas de Vin Diesel, es decir, algo exagerado. ¿Realidad o ficción? Lo del semen en las películas X es un misterio, porque vale, aunque te crees eso de que los actores pasan unos días de abstinencia sexual antes de rodar, dudas de que ese tsunami de amor pueda salir de ahí.
Bajas corriendo el volumen al ordenador
Muchas películas porno no se caracterizan precisamente por la calidad e interés de sus diálogos. De hecho algunas ni tienen y parecen verdaderos homenajes picantones al cine mudo. Aún así, reconócelo, a ti te gusta ver el porno con sonido porque te pone bastante eso de escuchar gemir a los protas mientras están en plena acción. El problema es que, aunque los actores empiezan susurrando y con un tonteo de lo más silencioso, acaban dando unos gemidos que los escucha tu vecina de al lado, la de arriba y hasta la de abajo. Al final llega ese momento en el que tienes que bajar corriendo el volumen de tu ordenador antes de que todo el vecindario piense que has montado una orgía en casa.
Empiezas a rayarte con los tamaños de los penes
“Madredelamorhermoso”, así, todo junto, es lo primero que te viene a la mente cuando ves a esos actores dotados con unos penes que jamás habías imaginado que existían. Aunque te repites a ti mismo que no pasa nada, que el tuyo está muy bien y que lo importante es saber manejarlo con gracia, te pones a ver que ellos, de hecho, también saben desenvolverse a las mil maravillas con esa cantidad de centímetros. Total, que empiezas a rayarte con el tamaño de los penes porque tú nunca habías visto nada tan grande en la vida real y porque “qué mal repartido está el mundo”.
Se te abren trescientas ventanas en tu ordenador
Cada vez que te pones a ver porno en internet se abre un nuevo reto ante ti: tienes que ser capaz de cerrar las ventanas que se abren una tras otra en tu ordenador antes de que se te cuele un virus más grande que tu erección en ese momento. El juego podría ser tan divertido como el Candy Crush pero, con el calentón que tienes en ese momento y con una legión de virus intentando colarse en tu disco duro, en realidad la cosa te parece una prueba sacada de Saw. Cuando consigues cerrar todas esas ventanitas emergentes y le quieres dar al play, la página no carga y ya decides montártelo por tu cuenta dejando volar tu imaginación.
Te preguntas cómo hacen esas posturas propias de contorsionistas
La del misionero y la del perrito no solo son grandes clásicos sino que también son tus posturas de cabecera a la hora de tener sexo. Cuando ves porno te das cuenta no solo de lo que puede dar de sí el Kamasutra, sino también de lo ágil que hay que estar para hacer esas posturas propias de contorsonistas que hacen los actores protagonistas. La verdad es que ni jugando al Twister te has colocado nunca en posiciones tan extrañas. Pero lo cierto es que ahora que has visto el contorsionismo porno de las pelis para adultos te ha entrado el gusanillo y oye, quieres probar y por eso acabas proponiéndoselo a tu pareja o rollito. Pues muy bien, mola eso de vivir nuevas experiencias, pero cuidado, hace un mes que no pisas el gimnasio, así que mejor calienta un poco antes de empezar y ve con cuidado para no acabar en el hospital
Cierras rápidamente la pantalla del ordenador cuando escuchas pasos
Parecía que te habías quedado solo en casa. ¡Por fin un ratito de intimidad para ti! Habías aprovechado y te habías puesto a ver porno mientras hacías tus cositas cuando, de repente, ¿eso que se oye es la puerta? Sí, es la puerta y, ¡sorpresa!, ya no estás solo. Unos pasos se acercan hasta donde tienes montado tu campamento base y empieza la carrera contrarreloj: bajar la pantalla del portátil, quitar las manos de tu pene, subirte los pantalones, esconder el rollo de papel higiénico y coger el libro más cercano para disimular. ¡Casi te pillan con las manos en la masa! Mucho cuidado con coger el libro del revés porque entre eso y que lo de la interpretación no es lo tuyo, la escena puede parecer sacada de una sitcom barata.
Se te olvida borrar el historial del navegador
Vale que casi todo el mundo ve porno, pero eso de que tu padre vaya a teclear la dirección de una web en el navegador y le salga tu página web erótico-festiva de cabecera, pues como que da cosilla. Alguna vez has caído en ese error de principiante que consiste en olvidarse de borrar el historial de navegador después de ver páginas porno y, cuando alguien ha ido a teclear, tu afición por el cine para adultos ha aparecido en forma de url. Utilizar la ventana de incógnito te ahorra ese momento tan incómodo.
Descubres lo que da de sí la comida y nuevos sitios para tener sexo
Siempre te han dicho que con la comida no te juega y vas, pones esa escena tan caliente y ves que la nata, las fresas y otros muchos alimentos son mejor que algunos productos del sex-shop. ¡Al carajo la dieta! En tu próximo encuentro sexual vas a abrir la nevera y a sorprender a tu churri sin necesitad de emplatar. Aparte del asunto gastronómico, otras de las cosas que aprendes viendo porno es que se puede tener sexo más allá de la cama y del sofá. Alucinas viendo la facilidad con la que los protagonistas de las películas se lo montan en cualquier sitio… ¡Con lo que te cuesta a ti encontrar un nidito de amor para tener sexo!
Te planteas tu carrera como actor porno
Ves que los actores se lo pasan tan bien que alguna vez te has llegado a plantear tu futuro en el porno. “Si ellos pueden, ¿por qué yo no?”, te preguntas cada vez que les ves en acción. Les sigues en sus redes sociales y fantaseas con ser una estrella del cine para adultos durante un buen rato. Luego imaginas a tus amigos y conocidos viéndote a ti dale que te pego y piensas en lo rápido que te cambias en el vestuario del gimnasio para que nadie te vea y se te pasa. Sí, va a ser que lo tuyo es puro teatro más que cine X.