La compraventa de bragas usadas en internet triunfa en España: "Las chicas ganan 700 euros al mes"
Los compradores de ropa interior usada son en su mayoría hombres que tienen estas prendas como fetiche. Eso sí, quieren que hayan sido utilizadas por la vendedora y, muy importante, que se las envíen sin lavar. La compraventa de ropa interior usada es un fenómeno muy extendido en Japón, que aterrizó hace unos años en España, donde cada vez cuenta con más seguidores. Si quieres saber más sobre el origen de este fetiche, no te pierdas este vídeo:
Secret Panties es la web española a través de la cual las chicas pueden poner a la venta su ropa interior usada. Los compradores, en su mayoría hombres fetichistas, ven las imágenes de cada una de las prendas y deciden cuál adquirir. Katia Elhert es la fundadora de esta plataforma. Su idea nació tras un viaje a Japón, donde el negocio de la compraventa de ropa interior usada es muy potente y se conoce como burusera.
Las chicas llegan a ganar hasta 700 euros al mes
“Empezamos a hacer la web un poco en plan broma con unas 20 chicas que vendían su ropa interior usada y enseguida empezó a incorporarse más y más gente. Comenzamos como hobby, a ver qué pasaba, y se nos ha ido de las manos”, explica Katia. Cada día se apuntan a la web una media de 30 personas que deciden poner a la venta su ropa interior usada.
Hay usuarias, cuenta la fundadora de Secret Panties, que llegan a ganar hasta 700 euros mensuales vendiendo sus braguitas usadas. “El dinero que gana cada una depende un poco de cómo es de proactiva, de cómo hace las fotografías y cómo usa el chat”, cuenta.
Desde la web señalan que “las usuarias que enseñan la prenda puesta venden mucho más que quienes las ponen como si estuviesen en un mostrador”. Dicen que los perfiles que más triunfan son los que tienen fotos con buena calidad. “Triunfan las fotos sensuales, con un punto erótico. Se busca el erotismo, no el porno”, aclara Katia.
El perfil de las vendedoras y de los compradores
Actualmente Secret Panties cuenta con unas 10.000 vendedoras, cuya media de edad es de unos 35 años. “Alucinamos con que en la web hay cantidad de gente muy normal. Hay gente con hijos, gente que tiene un buen trabajo, que lo que buscan es un punto de sensualidad, de libertad, de dejar volar su imaginación”, cuenta la fundadora del site. En cuanto al perfil de los compradores, Katia Elhert asegura que “son gente muy normal, te quedarías muerto: desde farmacéuticos a guardias civiles… y hasta profesores de universidad”.
La creadora de Secret Panties cree que hay menos tabúes respecto al fetichismo de la ropa interior usada: “Incluso los chicos están como más liberados. Desde que lanzamos la web hace dos años y medio, las cosas han cambiado muchísimo. Ahora el público es mucho más abierto. La gente ahora quiere subir fotos a la web en la que se vea su cara. Nosotros las tapamos por temas de privacidad y nos dicen que quieren mostrarlas. ¡El cambio ha sido alucinante, la gente ahora es súper abierta! Empezó como algo muy privado y ahora van a saco”.
Braguitas usadas al gusto del cliente
En Secret Panties, como si de una tienda de ropa al uso (nunca mejor dicho) se tratase, clasifican sus productos en diferentes categorías: braguitas, tangas, culottes, sujetadores, medias y hasta calcetines. Todo usado, por supuesto. Y como cualquier establecimiento en el que se vende ropa, también tienen su prenda estrella.
“Las braguitas son el tipo de prenda más demandada de la web. Hay de todo, algunos la quieren mega sucias y otros las quieren súper impecables. De todas formas en el chat es donde el cliente le dice a la vendedora cómo le gustaría que estuviera la prenda y entre ellos lo acuerdan”, cuenta Katia Elhert.
La web va renovando su escaparate a diario. “Cada día nos entran más de 100 nuevas prendas usadas”, aseguran. Los administradores se encargan de revisar los anuncios para que todo sea ético, respetuoso y legal. “Intentamos cuidar eso muchísimo y a veces tenemos que censurar algún anuncio. Ves cosas alucinantes en ellos. Nos hemos encontrado incluso con tíos que se han hecho pasar por chicas para vender ropa interior usada”, aseguran.
Ante los emails de hombres que solicitar vender su ropa interior en la web, Secret Panties se ha planteado ampliar el negocio, tal y como nos cuentan: “Tenemos pensado que los chicos también pueda vender sus calzoncillos usados a través de nuestra web. Hemos detectado que hay mucha demanda”.
Los chicos compran ropa interior usada… pero también quieren vender
La fundadora de Secret Panties nos cuenta sus planes de convertir la web en una comunidad: “Aparte de comprar el producto, lo que le gusta a la gente que entra a la web es chatear. Queremos que la gente hable y se relacione, que las vendedoras y los compradores se pongan cara. Estamos renovando la web, queremos hacer que sea mucho más social, más abierta, que no sea tan privada. La idea es que los chicos puedan tener su propio perfil, que puedan meter fotografías y que incluso ellos puedan vender su ropa interior usada”.
El anonimato entre vendedora y comprador, depende de cada uno, según explican desde la web: “Hay gente que ha hecho relación y otros que quieren ser exclusivamente anónimos. Normalmente si tienen una relación de pareja no quieren mostrar su identidad”.
Ante este curioso negocio en el que las vendedoras de ropa interior usadas se sacan un dinero extra, es inevitable preguntarse cuál es el beneficio de la plataforma que hace posible la compraventa. Katia Elhert nos lo aclara: “Nuestro negocio es el Premium. Vendedoras y compradoras disponen de una inscripción trimestral y anual, a través de las cuales disfrutan de más ventajas, como por ejemplo el chat. Además, tenemos pensado incorporar una opción de vídeo a la modalidad Premium dentro de unos meses”.
¿Por qué triunfa la venta de bragas usadas?
Aunque se puede encontrar en ambos sexos, el fetichismo de la ropa interior usada es más común en los hombres que en las mujeres. “La erótica masculina tiene más facilidad para objetualizar, para la erotización de elementos aislados de la otra persona, partes del cuerpo, ropa, olores, etcétera”, explica el psicólogo Juan Macías.
El experto nos cuenta que el de la ropa interior usada es un fetiche más común de lo que pensamos. “Varía enormemente en sus manifestaciones, pero en esencia la erotización de la intimidad de la otra persona es algo frecuente: tocar un sujetador para un chico heterosexual joven, dormir en la cama de otra persona que atrae sexualmente o ponerse la camiseta del chico/ a que te gusta son algunos ejemplos cotidianos de esta realidad”.
Pero… ¿qué hacen los fetichistas de ropa interior usada una vez que adquieren la prenda? Según cuenta Juan Macías, “algunas personas simplemente los guardan o coleccionan, otras lo usan en masturbaciones y hay quienes lo incluyen en juegos sexuales individuales o compartidos distintos a la masturbación”.
Macías nos da las claves de qué es lo que hace que los fetichistas de ropa interior usada se exciten con la prenda. “El anonimato de la otra persona permite al receptor de la prenda, en su mayoría hombres, jugar una erótica concreta: la erótica despersonalizada, la escena porno sin caras, el sexo con alguien que no conoces, la fantasía con un cuerpo que no pertenece a nadie en concreto. Esta erótica disociada es una parte especialmente presente en la erótica masculina, que precisa un cuidado y gestión para que esa disociación no sea excesiva y problemática”, aclara el psicólogo.