Hay días que fondear en las aguas oscuras de Tinder se parece a un museo lleno de deformidades, horrores y hombres que escalan o fingen acariciar perritos para conseguir un match.

La película de terror del ligoteo digital, ese “Hola, guapa, ¿qué haces?, te afecta especialmente si eres mujer y tienes que enfrentarte a las dinámicas insistentes y tóxicas de ciertos usuarios, que no se conforman con la callada por respuesta y se arrogan ciertos derechos que nadie les ha otorgado. Al menos así lo defendió la periodista Paola Aragón Pérez en un conocido hilo de Twitter del pasado enero, donde daba respuesta a uno de los grandes interrogantes de las aplicaciones digitales: ¿Por qué hay tantas mujeres que no responden en Tinder?

El hilo le granjeó una buena tonelada de hate y escupitajos de hombres cabreados en Twitter. En respuesta a ese ataque, otros muchos usuarios y usuarias la apoyaron. Cualquier persona que leyera su argumentación pudo darse cuenta de que lo que afirmaba la periodista tenía toda la lógica; en suma: era una verdad como un templo.

"Cada vez Tinder me parece un reflejo más claro de la crisis que está atravesando la masculinidad, acostumbrada a ser el centro del universo y tener todo lo que quiere. Así que he decidido contaros por qué las mujeres en plataformas como Tinder muchas veces no contestamos, ya que cada vez estoy más acostumbrada a ver reacciones de este tipo que dan un poco de miedito".

Como obras son amores y no buenas razones, la periodista subió una captura de una de sus conversaciones reales en Tinder. En ella, a pesar de no haber contestado al hombre con el que había hecho match, él había seguido insistiendo un número de veces que rozaba lo delictivo. Lo cierto es que un vistazo a la conversación ya hacía oler el drama. Daban ganas de preguntarle: ¿Estás bien, hijo mío? ¿Necesitas un abrazo?

En opinión de la periodista y de muchas usuarias que la apoyaron en el famoso hilo viral, muchas mujeres pueden tener decenas de matches a la semana, aunque solo sea “para “ocupar el tiempo en el baño cuando vas a cagar”.

Mencionaba Aragón, además, un axioma patriarcal muy extendido para ilustrar la perversidad y la alienación que ese dicho ejerce sobre las mujeres. “Las mujeres pueden follar cuando quieren, los hombres, cuando les dejan”. Hacía referencia también a esa sexualización permanente que sentía cuando navegaba por Tinder. Un buen número de hombres conceptualizaban a las chicas como objetos frente a una forma de estar en la aplicación, la de ellas, mucho más selectiva.

“No porque no les guste el sexo casual, no porque no les apetezca tenerlo y siempre aspiren al altar. Porque nos han enseñado a conceptualizarles a ellos como personas y cuando les vemos, les vemos como personas completas", explicó.

La periodista aprovechaba para enumerar muchas de las posibles razones por las que las mujeres se sienten invadidas y presionadas en Tinder y optan por el silencio.

Según su testimonio, las mujeres saben que obtendrán muchos matches, y que viven a su vez en un patriarcado cosificador. De ahí que sean extremadamente selectivas al dar un like, en oposición a ellos. Aragón afirmaba que no había conocido a un solo hombre que no hubiera utilizado la famosa ‘ráfaga’: dar likes indiscriminados sin ni siquiera fijarse en el perfil para aumentar las posibilidades de hacer match.

Para la periodista, y para muchos usuarios de Twitter que apoyaron su famoso hilo, la insistencia de ciertos hombres en conversar a pesar de no recibir respuesta rozaba lo siniestro.

"En menos de 24 horas por no contestar en una red social un sábado no me increpa ni mi mejor amiga, ni mi jefa, ni mi madre. Y no, no es ghosting no contestar a una persona con la que JAMÁS has hablado", añade. […] Me fascina el derecho con el que un hombre al que no conoces y jamás has hablado se siente para reclamarte que le debes algo, en menos de 24 horas, solo por haber dado hacia la derecha a una pantalla. Me recuerda a cuando de fiesta se creían que les debías atención toda la noche, si no ya un polvo, por haberles devuelto la mirada".

La periodista ponía en evidencia lo que es puro sentido común: ninguna mujer está obligada a tener una interacción que no desea en una aplicación de citas; y no es maleducada, borde o desagradable por ello.