Científicos y publicaciones con portadas de mil colores llevan años pregonando y cuestionando, en ese orden, la importancia del Punto G, aunque parece que muchas personas todavía no saben dónde encontrarlo. La ubicación de esta zona erógena femenina es una de las preguntas sobre sexo más repetidas en Google, según un estudio de la empresa Durex, que también destaca que más de un tercio de los jóvenes entre 18 y 24 años no tienen ni en el entorno ni la confianza suficientes como para preguntar sobre sexo a los que les rodean.
Esa es la razón, explican, de que se lancen en masa a los motores de búsqueda, llenando las barras de texto con cuestiones como ‘técnicas de masturbación’ o ‘cunnilingus paso a paso’. En un puesto mucho más modesto, y alejado de las frecuencias con las que se pregunta a Google por el Punto G, encontramos otra zona erógena que también promete orgasmos para el recuerdo. Se trata del Punto P, muchas veces tratado como el equivalente masculino al Punto G, que se encuentra en la zona de la próstata, un área cargada de prejuicios.
Aunque es un órgano esencial, todavía hay mucha confusión sobre la utilidad y ubicación de la próstata. A grandes rasgos, se trata de una glándula “de la medida de una avellana, que se encuentra justo debajo de la vejiga y delante del recto”, según explican desde el Centro de sexología y pareja Núria Jorba. Además de su propia función fisiológica, se considera una zona erógena, ya que es un área muy sensible que, si se estimula bien, puede generar mucho placer.
Así lo muestra un estudio del profesor Roy Levin, del departamento de Ciencia Biomédita de la Universidad de Sheffield, que se publicó hace unos años en la revista médica ‘Clinical Anatomy’. Levin, que trató de sacar la existencia de esta zona del ámbito de lo anecdótico, asegura que la estimulación de esta área puede resultar agradable por varios motivos; el de mayor peso, los nervios que recorren la superficie de la glándula. El profesor también concluyó que el placer prometido puede aumentar con la costumbre, es decir, cuando el cerebro comienza a asociar el placer a esa práctica en particular.
Sin embargo, el “problema” de esta práctica viene precisamente con la estimulación. La próstata, explica Jorda, puede activarse de manera externa o interna, es decir, “o bien haciendo un masaje mientras se presiona el periné suavemente”, entre otras, o bien “introduciendo un dedo en el esfínter anal”. Ahí es donde encontramos el problema de “muchos hombres”: el punto G se relaciona con el ano. “Es un tema tabú, la mayoría no quieren experimentarlo”, apuntan desde la consulta de Jorba.
Al estar relacionado con “la zona anal”, salen a flote dos grandes problemas sexuales: por un lado, la negación de esta práctica por parte de muchos hombres cisheterosexuales, habitualmente por prejuicios. Por otro, que algunas mujeres pueden no sentirse cómodas con esta práctica, por motivos parecidos. Sea como sea, desde la consulta recuerdan que el catálogo de juguetes eróticos es ahora amplísimo, y si el problema es ese, siempre se puede encontrar uno que encaje con los gustos de la pareja.
Desde la Fundación de sexología SEXPOL aseguran que esos prejuicios ya no son la norma. Cada vez son más “los hombres que quieren experimentar y piden a sus parejas que les estimulen analmente”, cuentan, y encuentran muchos beneficios. Es más, en su página web, la organización anima a practicarla no solo por el placer que produce, sino porque ayuda a generar “un sentimiento de igualdad en las parejas heterosexuales, dejando de lado los roles hegemónicos de hombre-activo-dador y mujer-pasiva-receptora”. Con esto, se aumenta también la confianza y se promueve la comunicación y el placer en la pareja.
Si se va a tratar de acceder a este punto, en SEXPOL recomiendan mucha comunicación: “El sexo anal no es un acto espontáneo, sino que requiere de cierta preparación, y ahí está la clave”. No solo durante el encuentro. En general, aluden, “es importante saber expresar las fantasías y los deseos de cada uno, lo que apetece y lo que no”. La Fundación recomienda una primera aproximación a la zona a través de la masturbación, para conocer las sensaciones y poder expresar después fácilmente al otro lo que más excitación produce.
Para un buen acercamiento, recomiendan tanto el uso de aparatos de estimulación como el de lubricantes. Estos pueden ser tanto de base acuosa como de silicona, añaden, teniendo en cuenta los beneficios y limitaciones de cada uno de los tipos. En cuanto a la higiene, se recomiendan las duchas anales para "evitar sorpresas”. El resto, como todo, es cuestión de creatividad, confianza y un poquito de paciencia.