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La primera vez llega cada vez antes y no siempre sale bien: tres personas explican cómo fue la suya

  • La primera experiencia sexual llega cada vez antes

  • Lo más importante es la empatía, el consentimiento y evitar la presión

La 'primera vez' llega cada vez antes. Según la encuesta nacional sobre sexualidad y anticoncepción entre los jóvenes españoles, la edad media del inicio de las relaciones se sitúa en los 16.4 años, y la mayoría de los ellos dicen "sentir presión" por acostarse con alguien por primera vez.

Igual es complicado no pensar en tu primera experiencia sexual cuando los nueve mil millones de películas que están dirigidas a gente de tu edad van sobre "perder la virginidad", cuando todos tus compañeros de clase hablan de sexo y cuando tu abuela, que te ve muy guapa y crecidita (y que tiene puesto un ojo en ti desde que te bajó la regla), no deja de recordarte que "la primera vez tiene que ser especial". La presión por hacer un tic al lado de la casilla de la primera experiencia sexual es compartida entre muchos adolescentes, aunque no se hable mucho de ello.

De que el sexo no es solo penetración, de que no hay que esconder nada y de que la virginidad es una construcción y una obsesión compartida, te enteras mucho después. Al menos así les pasó a tres jóvenes veinteañeros, que hablan con Yasss sobre su primera experiencia sexual y la presión que sentían por ser "vírgenes".

La virginidad es muy agobiante

Para Carla (23 años), "la virginidad pesaba como una losa" cuando tenía 17 años. “Era muy agobiante: todas mis amigas menos yo tenían novio y todas tuvieron experiencias sexuales mucho antes”. Después, cuenta, no hablaban de otra cosa. "A mí me angustiaba. Mentía para tener algo de lo que hablar con ellas", explica.

Al final, se acostó con un compañero de clase. La experiencia, sin embargo, terminó siendo un tanto traumática: "Se arrepintió en el último momento y decidió que no íbamos a tener sexo con penetración, aunque sí hicimos todo lo demás. Eso fue lo peor: pensar que se arrepentía de tener algo conmigo me machacó muchísimo, creía que era porque no era guapa o no estaba lo suficientemente buena para él. No tenía nada que ver, por supuesto, pero a esa edad necesitaba que me quisieran más que nada”, añade.

El miedo a llegar tarde

Una sensación que comparte con Marta (22 años), quien también sentía que "llegaba tarde al sexo": "Jugaba al baloncesto después de clase y allí conocí a un chico. Me gustaba muchísimo, pero nunca di el primer paso: pensaba que el amor llegaba, pero no se iba detrás, todas estas chorradas. Al final, él se interesó por mí, y después de muchos meses de tonteo nos acostamos. Yo tenía mucho miedo, porque ya tenía 18 años y no me había acostado con nadie y él tenía más experiencia. Creía que se arrepentiría, pero me trató muy bien", cuenta.

"Me trató tan bien que yo, que tenía la autoestima bajísima, empecé a pensar que no me lo merecía. Me autosaboteé y le traté fatal. Me arrepiento mucho de eso", reconoce. "De todas formas, tuve mucha suerte. Mi primera vez fue con alguien que me gustaba mucho y a quien recuerdo con cariño".

Ambas coinciden en que lo mejor es "ser responsable y no forzarse" a tener relaciones sexuales. "Me habría gustado no sentir la presión que sentía por acostarme con alguien", reconoce Carla. "No me arrepiento, pero si hubiera esperado, quizás la experiencia habría sido mejor". ¿Un consejo? "No acostarse con nadie que no te de confianza, tratar de evitar la presión y ser empática con tu pareja. Además, si no quieres hacer algo o no estás muy segura, dilo sin vergüenza", remarca Carla. "El consentimiento es muy importante en el sexo".

Una experiencia liberadora

Hace varios años, David (24 años) se fue de Erasmus. Había tenido varios líos con chicas, pero a los 20 años comenzó a ser consciente de su homosexualidad. En su segundo mes en la ciudad donde iba a pasar un año, conoció a un chico en un bar: "Era checo, venía a ver a un amigo suyo. Estaba con unos amigos en un bar y le invité a tomar algo con nosotros. En un momento de la noche contó que no tenía sitio donde quedarse a dormir esa noche y yo, que estaba un poco borracho, le invité a quedarse en casa".

"Empezó a insinuarse, pero yo estaba nervioso y fingí que no entendía por dónde iba la historia. Solo me relajé al llegar a mi casa, creo que estar en público mientras él ligaba conmigo me estresaba. En ese momento no me atrevía a mostrar pluma. Cuando llegamos al piso empezamos a hablar y le dije que no me había acostado nunca con un chico. Luego nos empezamos a besar y simplemente pasó".

Para David, la virginidad había sido un estigma hasta entonces. Su sexualidad, reconoce, también: "Esta primera experiencia me liberó bastante, aunque luego no volvimos a hablar ni vernos nunca más".