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Los hombres y el mito del multiorgasmo: ¿por qué se dice que no pueden llegar al clímax varias veces seguidas?

  • El periodo refractario es una de las principales diferencias entre el orgasmo de los hombres y las mujeres

  • Las técnicas de kegel pueden ayudarte a dominar todos los matices de tu curva de excitación y alcanzar cimas de placer mucho más interesantes que un orgasmo tradicional

  • En Yasss te contamos si los hombres pueden ser multiorgásmicos o no

Vaya por delante que lo peor del sexo suele ser teorizar sobre el sexo, especialmente si convertimos los ratos de cama con nuestra pareja en una suerte de ceremonia llena de prioridades, obligaciones y normas en torno al coitocentrismo. Vamos, diviértete, usa una nueva postura, no te estás divirtiendo, sonríe, ¿por qué no sonríes?, diviértete, vamos, ten un orgasmo, no, dos orgasmos, provócale tres a tu pareja, haz el pino, que el placer será más intenso… y así podría continuar la cosa hasta llegar a una conclusión escalofriante: “Esto ha sido de todo menos divertido, y ahora encima tengo agujetas”.

Pese a que es especialmente importante no centrarse en el orgasmo y disfrutar del proceso para conseguirlo, muchos hombres convierten esos ratos de intimidad en una obligación en la que, en teoría, tienen que cumplir determinados estándares. Inevitablemente acaba llegando la pregunta, que es más o menos la misma para ambos sexos. Con las mujeres parece que no quedan muchas dudas al respecto, pero, ¿y con los hombres? ¿Pueden ser multiorgásmicos? ¿Es una realidad u otro de esos mitos siniestros que colocan otro pequeño peso mortal en todas las idealizaciones fatales del sexo?

Los factores del multiorgasmo masculino

Aunque existen multitud de videos en Internet, en foros remotos y en sobremesas de cuñados para alcanzar ese famoso orgasmo triple o cuádruple, lo cierto es que deberíamos tener en cuenta el principal factor biológico que diferencia el clímax de los varones del nirvana carnal de las mujeres.

Hablamos, claro, del periodo refractario, ese momento que viene tras la eyaculación, en el que la curva de excitación de los hombres desciende drásticamente y el propio cuerpo requiere de una pausa o pequeño periodo de ‘bajona’ para volver a excitarse, normalmente al cabo de un rato. Varía en cada hombre, desde luego. Pueden ser minutos o incluso horas, a medida que la edad crece. Por desgracia para los varones, hay que pasar obligatoriamente por ese estrecho marco de placer descendente para volver a estar a tope. La biología da un golpe encima de la mesa e impone sus condiciones.

Mientras que las mujeres tienen un tiempo de meseta largo y ascendente en su respuesta sexual, con picos y valles en los que pueden encadenar orgasmos con cierta garantía de éxito, los hombres no cuentan con esa ventaja. El suyo es mucho más breve, con un único pico que se agota enseguida.

Al menos desde esta perspectiva, parece que el mítico multiorgasmo no es posible para ellos. Da mucha pena tener, en teoría, la misma respuesta sexual de un hámster (tres sacudidas espasmódicas, un poco de ojos en blanco, y al rincón de pensar).

Otra perspectiva

Si lo que te preocupa es descorchar la botella (hoy las metáforas estaban de oferta), hay algunos trucos que puedes utilizar para prepararte y favorecer ese placer doble o triplemente intenso.

Hay que tener en cuenta que solo estamos considerando el orgasmo masculino como un clímax con sorpresa: la eyaculación. Si lo evaluáramos más bien como una sensación intensa de placer que puede ser distribuida y manejada a lo largo de un momento íntimo con nuestra pareja, la cosa cambia. De hecho, hay un amplio margen de mejora para afinar nuestros encuentros sexuales; no solo el orgasmo puede tratarse de otra manera, sino el periodo para llegar a él. ‘Conócete a ti mismo’, que diría algún sabio griego. A lo que podríamos añadir: “Y entiende cómo, cuándo y por qué te corres”.

La mayoría de expertos recomiendan tratar de invertir el proceso natural de la eyaculación y retrasarla lo máximo posible con distintos ejercicios de retención que equilibren nuestra forma de sentir placer y nos permitan dominarlo en todos sus matices. Un mejor conocimiento de nuestro periodo de excitación, por ejemplo, nos ayudará a cabalgar el orgasmo con mucha más facilidad y nos abrirá horizontes y sensaciones completamente nuevas.

Este método (retrasar e incluso parar la eyaculación a voluntad) se puede perfeccionar con técnicas de kegel básicas. Estos ejercicios entrenan el suelo pélvico. La ventaja más importante para nuestro orgasmo es que fortalecen el músculo pubococcigeo y las paredes abdominales. Aunque parece muy complicado en la teoría, en realidad no es así. Basta con ‘contener’ las ganas de orinar para empezar a practicar kegel. Lo único que habrá que añadir es la regularidad: dos o tres series de veinte o treinta contenciones de orina (el mismo gesto que haces cuando intentas no correrte) para establecer una rutina inicial y empezar a cogerle el tranquillo a esta técnica milenaria.