En el sexo, tan importante es el deseo y la acción bajo las sábanas como los rituales que llevan al final feliz: andar juntos y revueltos después de un orgasmo memorable. Que levante la mano quien no haya seguido paso por paso esa liturgia que pasa por quedar con tu crush o tu pareja con la excusa de ver una película (preferentemente, una que aburra a las piedras), pasar de la trama a los cinco minutos y ponerse manos a la obra.

Claro, la liturgia, la tradición y el buen gusto dictaban que es absolutamente necesario quitarse toda la ropa y quedarse como Adán y Eva en un aperitivo de domingo. Al menos, hasta que un estudio científico ha demostrado que esto no es del todo así.

Malas noticias para ti, si eras una persona a la que le parece horrible que un amante se presente al examen de carnalidad con dos auténticas escayolas de tela o con dibujos de renos en los tobillos. El simple gesto de mantener los calcetines podría mejorar sensiblemente tus relaciones sexuales. Este plot twist no nos lo veíamos venir. ¿Será una de las nuevas tendencias sexuales del próximo año?

En un mundo ideal, donde aún nos queda ilusión por vivir, la gente que se deja los calcetines puestos para mantener sexo debería estar en una galera, remando en mar abierto mientras un hombre con cara de vinagre los azota (bueno, si es una parafilia con un punto de vagancia), te perdonamos) En el mundo real, según ha demostrado la ciencia, este simple gesto podría ser la clave de orgasmos memorables. Arranquémonos el pelo a puñados. Entonemos el mea culpa. Habíamos estado equivocados. Lxs horteras tienen más posibilidades de llegar al clímax con su falta de sensibilidad y su amor por las prendas forradas de borrego. ¡¿Es que nadie va a pensar en los niños?!

Ha sido la ilustre Universidad de Groningen (Holanda), a través de uno de sus estudios, la que ha dictado sentencia y ha explicado que las personas que usan calcetines para tener relaciones y dormir gozan de una excelente vida sexual. En esencia: mejor sexo y orgasmos mucho más rápidos y fáciles de alcanzar.

La teoría sería delirante, sino fuera porque, al parecer, esa ha sido la conclusión de las numerosas parejas encuestadas en dicho estudio. Las cifras realmente asustan y nos obligan a creer parcialmente en las bondades de esta teoría que manda la lencería a freír espárragos y privilegia la comodidad y el declive estético. De todas las mujeres encuestadas, solo el 50% alcanzaban el orgasmo sin calcetines, mientras que un 80% llegaba a ese feliz agarrotamiento muscular con los calcetines o las medias encima. En cierto modo, tiene sentido este resultado, sobre todo en invierno y con el precio abusivo de la calefacción.

Con los calcetines o las medias encima y los pies bien calentitos, la sangre se irriga mejor hacia la zona genital y logramos mantener estable la temperatura corporal. Lo mismo ocurre si nos los dejamos puestos para dormir, otra de las conclusiones del estudio: conciliamos el sueño mejor, por efecto de la dilatación de los vasos sanguíneos. Aunque cabría deducir que la teoría aplica a ambos sexos, el estudio de la universidad de Groningen se centró sobre todo en las respuestas de las mujeres encuestadas. Sentir los pies arropados, calientes y mullidos, puede ayudar a engañar a la amígdala y la corteza prefrontal (las zonas que controlan nuestro miedo o la sensación de alerta por una amenaza), algo que facilita llegar al orgasmo.

En palabras de Gert Holstege, neurocientífico jefe del estudio: "Mantenemos la autorregulación de nuestro cuerpo y, de este modo, ß […] La tasa de aquellos que alcanzan el orgasmo con los pies cubiertos es notablemente superior a la que presentan los que los llevan sin cubrir".

Faltaría por establecer una correlación práctica entre la elección de los calcetines y la calidad y cantidad de gemidos de los implicados. Rombos, ¿placer anal extremo? ¿Estampados con el logo Bitcoin, ergo, sonrisa feliz? Los calcetines que te regaló tu madre por navidad, ¿gatillazo edípico? Rayas, cuadros o espirales, ¿quejas furibundas de los vecinos?