Abandona tu intuición, ahora es una certeza: el buen sexo nos hace felices. La química, y en su nombre las hormonas, tienen mucho que ver en esto; que tú estés feliz después de acostarte con alguien es culpa de la dopamina, las endorfinas, la testosterona y la serotonina, entre otro puñado de hormonas que deciden cómo te va en el amor y el sexo.
Decenas de estudios muestran que las personas que mantienen relaciones sexuales placenteras son más felices, aunque no sería descabellado pensar, un poco por alusiones a la historia del huevo y la gallina, qué fue primero. Es decir, ¿la gente que tiene relaciones sexuales es más feliz o son las personas de apariencia más feliz las más atractivas y, por tanto, las que más sexo pueden tener?
La pregunta no nos la hemos inventado nosotras; fue la crítica principal que se hizo a uno de los principales estudios en este campo, el de los doctores G. Blanchflower y J. Oswald. En 2004, después de estudiar los patrones sexuales y de comportamiento (y un poco también las cuentas corrientes, ante la duda de si el dinero da la felicidad) de 16.000 estadounidenses, estos dos investigadores concluyeron que la felicidad estaba “fuertemente relacionada” con las relaciones sexuales. Sin embargo, no aclararon la pregunta a la que hacíamos referencia antes.
Para averiguarlo, debemos entender cuáles son las hormonas que nos afectan durante el enamoramiento y el sexo. Te lo contamos en Yasss.
En un primer momento, cuando te estás enamorando tu cuerpo es todo dopamina. Este neurotransmisor es el responsable de la euforia, de la motivación y del deseo, y hace que las personas repitan comportamientos que les proporcionan placer. Tiene mucho que ver con la libido y con escribir veinte veces a la persona que te gusta, aunque no te esté haciendo demasiado caso.
En lo que se refiere al deseo sexual, hay dos palabras clave: las endorfinas y la testosterona. La primera es la responsable última del placer: se segregan como respuesta a actividades como el deporte o el sexo. Esta hormona produce una sensación de bienestar enorme y, precisamente por eso, puede resultar peligrosa, ya que puede provocar adicción. ¿Lo del amor como una droga? Más literal de lo que parecía.
La serotonina, encargada de regular el apetito sexual y los estados de ánimo, tiene también mucho que decir: cuando los niveles están altos, aumentan los niveles de bienestar, relajación, satisfacción, concentración y autoestima.
La testosterona es otro tema aparte. Esta hormona se asocia tradicionalmente a los hombres, aunque también está presente en la mujer, y es clave en el deseo sexual. De sus niveles depende la intensidad y la orientación del deseo, aunque aquí también tienen mucho que decir distintos factores psicológicos. En la respuesta sexual femenina también interviene la testosterona, aunque los niveles de estrógenos y progesterona están mucho más presentes. En cualquier caso, eso no ha evitado que se haya difundido la idea de que la testosterona lo es todo en el desempeño sexual.
En lo que respecta a los hombres, la testosterona se ha considerado fundamental en el sexo, hasta el punto de asociarse con la habilidad en las relaciones. En otras palabras, la idea era que, cuanto más altos los niveles de testosterona, mejor sería el sexo con esa persona. Esto se ha demostrado clínicamente falso: los estudios de la investigadora de género y sexualidad en Barnard College, en Nueva York, y la antropóloga Katrina Karkazis confirman que un hombre puede lograr un funcionamiento sexual óptimo con cantidades discretitas de testosterona.
En general, los sexólogos no dejan de repetirlo: la testosterona es importante, pero hay otras cosas mucho más importantes en las relaciones sexuales. De hecho, algunos estudios aseguran que son la actividad sexual y la lujuria se encargan de disparar esta hormona, lo que incluye la masturbación, aunque su efecto positivo es más breve. ¿Y cuáles son estos efectos? Mejora cognitiva y de la memoria, mejora de los estados de ánimo y reducción de los niveles de ansiedad.
En lo que respecta a las mujeres, la testosterona también aparece durante las relaciones sexuales y parece tener bastantes beneficios: mejores orgasmos e imagen personal entre ellas. A lo que vamos es a que, evidentemente, la testosterona tiene muchos beneficios, pero no es todo en el sexo y no asegura la felicidad al final. Parece más importante preocuparse por cosas que sí se pueden controlar, como el descanso, la alimentación y la salud mental.