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Sexo

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Lo que te guste hacer con tu culo no define tu orientación sexual

yasss.es 05/07/2018 09:50

Llevamos tantos siglos reprimiendo nuestra sexualidad que todavía hay gente que se hace batiburrillo con los conceptos. Que yo no los culpo, que la desinformación y la perpetuación de ideas pasaditas (de rosca y de siglo) sigue siendo una lacra social, pero hay cosas que caen tanto por su propio peso que me veo en la obligación de decir: “pero por favor, ¿pero es que no te has dado cuenta TODAVÍA de esto?”.

El sexo aún arrastra muchos tabús. Aunque cada vez vamos siendo más libres, hablamos de ello más a menudo y lo practicamos sin sentir que estamos haciendo algo prohibido, hay ciertos temas que se nos atascan.

Por ejemplo, el sexo anal. El sexo anal es una práctica que sigue estando asociada a lo más oscuro, y juro que esto es una metáfora, por mucha literalidad que conlleve. El sexo anal entre parejas heterosexuales suele servirse con extra de morbo, porque estás cruzando una barrera “prohibida” o por el sentimiento de poder y de dominación total que destila (para el hombre) esta experiencia.

Así que… aunque no tenga ningún sentido lógico, es “normal”, o mejor dicho, comprensible, que un hombre heterosexual no quiera ser penetrado analmente y que existan muchísimos prejuicios al respecto. Porque aún se percibe que los penetrados son inferiores: mujeres y hombres homosexuales. El hombre heterosexual, tan machito, no puede descender a esos infiernos. Aunque se esté perdiendo un tipo de estimulación que, dicen los tíos, da bastante gustito.

Estoy generalizando, por supuesto, ya que hay muchos hombres heterosexuales que saben de primera mano lo excitante que puede llegar a ser usar juguetes eróticos para el ano. Pero tengo que generalizar porque, aunque haya hombres que lo sepan, este tipo de prácticas siguen siendo demasiado íntimas. A veces, incluso, son un motivo de vergüenza para quienes, de repente, lo prueban y disfrutan. Vamos, que en general, los tíos no van por ahí contándolo. Y si no se habla de ello, cada uno se piensa lo que le parece y se da lugar a errores.

Errores como creer (y no me podéis negar que hay gente que lo cree a pies juntillas) que si te tocan el culito ya eres mariquita, novias preocupadas porque sus novios les han propuesto usar un dildo… ¡para ellos!, y todo tipo de gente que relaciona que si eres hombre y eres hetero simplemente no te puede gustar que te penetren analmente, sin darse cuenta de que hay hombres homosexuales a los que tampoco les gusta ser penetrados: de ahí que se suelan usar las palabras “activo” y “pasivo” para dejar las cosas claras antes de que dos hombres decidan acostarse juntos.

Por lo tanto: se puede ser un hombre heterosexual y que te de gustillo juguetear con tu culo; se puede ser un hombre heterosexual y que te resulte molesta la penetración anal; se puede ser un hombre homosexual y que te encante el sexo anal; y se puede ser un hombre homosexual y que no te acabe de gustar que te estimulen el ano. Se puede ser cualquier cosa y te puede gustar lo que te dé la gana.

Librémonos ya de esos prejuicios que nos impiden lanzarnos a descubrir cosas que podrían ¡o no! gustarnos. Porque, si no las probamos, ¡jamás podremos averiguar si nos gustan! Y a lo mejor te estás perdiendo lo más grande solo por lo que vayan a pensar o a decir los demás.