A la palabra ‘sexo’ le pegan casi todos los adjetivos: divertido, bueno, decepcionante, seco… También, si nos ponemos nostálgicos, todas las calificaciones de nuestros boletines escolares, desde el sobresaliente hasta el “necesita mejorar”. Estos adjetivos, aparentemente inofensivos, pueden hinchar tu autoestima o acabar con ella en cuestión de tres sílabas. Por eso, y por lo que pueda pasar, se recomienda no compartir las opiniones más destructivas con la persona que anda jugando con tus genitales.
Pero, ¡ah, los orgasmos! Con ellos sí puedes expresar tu malestar sin temor a represalias: un orgasmo no puede ni llorar ni enfadarse ni morderte el glande cuando le dices que ha sido “francamente malo”. Porque sí, tal y como probablemente intuyas (o quizás hayas comprobado en tus propias carnes), los orgasmos también pueden ser decepcionantes. Los hay vaginales, clitorianos, múltiples, precoces o inexistentes, más fuertes o flojitos, y también algunos que te dejan impasible. A veces llegas al clímax, pero no hay cielos claros y despejados ni fuegos artificiales. Ni fu ni fa.
¿Cómo es posible que un orgasmo, que se define como una liberación de la tensión acumulada, te deje flojo? Un grupo de investigadores estadounidense ha tratado de averiguar los motivos que se esconden detrás de estos clímax tan desesperantes, y han publicado sus conclusiones en ‘Archives of Sexual Behaviour’. Spoiler: la respuesta tiene, de nuevo, mucho que ver con la imaginación y el deseo.
Para estudiar este tema, las doctoras B Chardwick, Francisco y van Anders abrieron una encuesta online en la que preguntaron a más de 700 personas de distinto género e identidad sexual sobre sus experiencias con “malos orgasmos”. Los participantes, con una edad media poco superior a los 28 años, tuvieron que responder a preguntas que se centraban en “si habían tenido orgasmos durante relaciones sexuales coaccionadas, complacientes o presionados por tenerlo”, tal y como explican en el estudio. Los análisis mostraron que alcanzar el orgasmo no siempre es sinónimo de éxito: algunos participantes sugirieron que, en estos supuestos, sus orgasmos habían tenido “un impacto negativo en sus relaciones, sexualidad y/o salud mental”.
La falta de deseo es un problema que acompaña a algunas parejas, especialmente cuando se instala en su relación la monotonía. En determinados casos, aunque mantienen relaciones sexuales consentidas, una o las dos partes se siente ‘obligada’ a acostarse con la otra, por ejemplo para no discutir, enfrentarse a una conversación que concluiría con los dos explicitando lo aburrida que es su relación o para satisfacer el deseo de quien ha tenido la iniciativa. Aunque aceptas, explican los investigadores, tu cerebro no va a premiarte con placer, porque realmente no estabas dispuesto.
Eso por un lado. Por otro, por supuesto, entra la presión de llegar al orgasmo, especialmente entre las personas con vulva. Seis de cada diez mujeres, apuntan los estudios, tiene problemas para alcanzar el clímax. Ese contexto es el caldo de cultivo perfecto para el crecimiento de situaciones de estrés, ansiedad y otras sensaciones negativas; la frustración por no llegar al orgasmo puede tener un impacto negativo en la relación sexual.
Más de dos centenares de participantes quisieron expresar, con respuestas más largas, sus experiencias con los malos orgasmos. Algunas de ellas fueron citadas en el estudio, como en el caso de uno que aseguraba que “su encuentro sexual no fue tan placentero porque no estaba mentalmente comprometido con el encuentro”. El cerebro, tal y como repiten los profesionales hasta la saciedad, es uno de los órganos claves en las relaciones sexuales, y si no se le estimula lo suficiente puede no darte el placer que esperas. A fin de cuentas, el éxtasis es una reacción física, pero tiene que ir acompañada de sensaciones y estímulos positivos para que resulte liberador.
El desajuste horario de la libido o actuar en contra de tu orientación sexual son tan solo dos factores más que pueden desencadenar estos “malos orgasmos”. “El clímax puede ser mucho más complejo de lo que la gente tiende a pensar”, explicaba Chadwick, una de las psicólogas encargadas del estudio. Según qué circunstancias, el orgasmo también puede ser negativo. Otro quebradero de cabeza más para pensar la próxima vez que lleves a alguien a casa.