Más allá del caso Bosé: por qué todos los lgtb famosos están obligados a salir del armario
Ya lo habrás leído en la prensa y visto en televisión: Miguel Bosé se ha separado. La noticia de un famoso que rompe una relación no es nueva, y tampoco es noticia que sea noticia. A diario se desgranan varias rupturas de celebridades en la prensa. Pero el caso de Migue Bosé es excepcional porque en 40 años de carrera nunca habíamos sabido nada de su vida privada. Había murmullos, rumores, comentarios, pero jamás en la prensa se había dicho nada. A Miguel, en pleno 2018, le rodeaba el silencio absoluto. Hasta ahora.
Que esto suceda es sano, pero que suceda de esta manera (con un drama personal y a través de terceros) no lo es. Tal vez esto no hubiese sido noticia si nuestros famosos, desde el primer día, actuasen con naturalidad y no escondiesen lo que son y a quién deciden amar.
Un breve flashback personal para empezar a entender lo que estoy diciendo: recuerdo a un solo homosexual famoso que hablase de ello con naturalidad cuando yo era un niño: Terenci Moix, que en la gloria esté. Luego llegó otro, ya en mi pubertad: Boris Izaguirre.
¿Transexuales? Bibiana Fernández, por aquel entonces Bibi Anderson y una institución social en este país que llevó algo hasta entonces clandestino hasta el 'prime time' de TVE en los ochenta. ¿Lesbianas? ¡Ja, olvídate! Ni una sola lesbiana visible en los medios, ni una sola referencia.
Aquellos que superen los treinta recordarán unos tiempos en los que en la tele no había casi nadie que fuese como nosotros, nadie que nos salvase de sentirnos unos monstruos. Comprenderán la importancia (vital, imprescindible) de ver a gente igual que uno. Por eso hoy celebramos algo que nuevas generaciones ya verán normal: que estemos presentes en un montón de series y programas en los medios de comunicación.
Desconozco si hay estudios parecidos en España, pero en Estados Unidos la asociación GLAAD publica cada año un informe llamado 'Where We Are on TV' ('¿Dónde estamos en televisión?') que reúne estadísticas sobre el número de personajes LGTBIQ en televisión. En la pasada temporada fueron un 6,4% de personajes recurrentes en la ficción estadounidense. El número más alto de la historia.
Entonces, ¿de qué me vengo a quejar?
En este ambiente de celebración sigue habiendo un grupo que a mí me resulta personalmente inquietante. Son aquellos famosos que (suponemos, en ocasiones sabemos) tienen una posición social privilegiada, un estado económico despreocupado y se mueven en unos ambientes sociales que abrazan la diferencia. Y, pese a todo eso, callan sobre su tendencia sexual.
No son famosos que mientan, se casen y se monten una realidad paralela. Ese caso, mucho más dramático, es para estudiar otro día (aunque he visto a una famosa lesbiana hablar sobre sus novios y a un famoso cantante gay comentar sus relaciones con mujeres, todo ello este mismo 2018). No, esto es una otra cosa: personas famosas y poderosas que llevan una existencia de acuerdo a sus deseos sexuales y a la forma de amar que les apetece y que no están dentro del armario dentro de sus círculos. Pero que, de cara al público... callan.
A mí ese silencio me saca de mis casillas, no sé a usted. La mentira es retorcida, pero el silencio de una tragedia.
Este es un silencio que funciona en dos direcciones: ellos y ellas nunca hablan de su sexualidad y sus compañeros de profesión (por ejemplo, colaboradores de su programa si hablamos de presentadores o periodistas que los entrevistan) nunca preguntan. Hay un silencio pactado, un espacio vetado y oculto. Yo ese sitio me lo imagino como un sótano secreto y frío. Qué triste que toda su dimensión amorosa y emocional se quede ahí.
A estas alturas seguro que se te ha ocurrido ya algún cantante, alguna presentadora, algún político, moooogollón de actores y actrices populares y modelos ultradeseados que actúan de esta manera. Mucha gente dirá: "Es que no tienen por qué ir pregonando nada". Dirá: "Los heterosexuales no se presentan y dicen: 'Hola, soy heterosexual". Efectivamente: nadie tiene que llegar y chillar sus tendencias sexuales. Eso sería extraño y un poco idiota. No, se trata únicamente de que actuemos con normalidad.
Lo que te gusta en la cama es privado, pero tu orientación es social
Voy a intentar explicar lo que pasa aquí poniendo ejemplos de lo que ocurre al contrario. Vemos a nuestros políticos heterosexuales con sus parejas e hijos si los tienen en presentaciones y celebraciones. Vemos a cantantes heterosexuales posar en la prensa con las personas con las que comparten su vida o besarlas emocionados cuando ganan un premio, que luego les dedican. Vemos a actores y actrices heterosexuales jóvenes salir en las revistas paseando con sus parejas por la calle o dándose arrumacos en la playa.
Lo de los demás es silencio. "La vida sexual es privada", dirán. Pues sí y no. Me explico: lo que a ti te gusta hacer en la cama es privado, y si quieres lo cuentas en un polígrafo del Deluxe, pero por lo general nadie te pedirá que lo expliques. Pero tu orientación sexual, con quién te gusta acostarte, dormir o amar, no es privada, jamás lo ha sido y jamás lo será. Y creer que lo es resulta una de las consignas más dañinas e insultantes que nos han inculcado.
La vida sexual es privada (a menos que seas heterosexual)
Tu orientación sexual, a quién decides tirarte o con quién decides vivir es una parte de ti tan decisiva como el color de tu piel o tu altura. No esperamos que el presentador (pongamos) Pepito Pérez diga en su primer día de programa que es gay. Pero empiezan a pasar los programas y Pepito jamás participa en las conversaciones sobre si tal famoso o tal famosa le parece atractivo. Pasan los meses y hay en su programa comentarios graciosos y originales sobre los deseos sexuales de todos los presentes, pero nunca se dirigen a Pepito. Pasan los años y nunca jamás vemos a Pepito con una pareja en una revista, pese a que vemos todo el rato a sus compañeros de programa, de reparto o de discográfica.
Pepito considera que su homosexualidad es privada y que lo pueden saber sus amigos y su familia, pero nadie más.
Pepito es una interrogación, un silencio incómodo, un sótano sin luz donde huele a cerrado.
Pepito es un infeliz.
Pepito creció sin referentes públicos, seguramente. Puede que Pepito conociese a gays (dos vecinos, unos amigos de su madre, un primo suyo que vivía en San Francisco), pero a ninguno público. Pepito aprendió que la vida sexual es privada (a menos que seas heterosexual).
Y Pepito, aunque ahora sea rico y famoso y sepa que ser él mismo no va a hacer que lo rechacen o lo maten (como ocurre en muchos lugares del mundo), no está dispuesto a ayudar a nadie. Mirad, es que a muchísimos jóvenes mucho menos afortunados que Pepito les salvaría el día que Pepito saliese un día de la mano de su novio.
¿Cállate?
Ese juego ambiguo promueve un mensaje terrible: cállate. Cada vez que ese famosísimo cantante va a ese famoso de programa de entrevistas y donde todo el mundo abre su corazón y ninguna pregunta trata sobre su vida amorosa, el mensaje para el joven LGTB que ve la tele desde su pueblo es: cállate. Cada vez que ese famosísimo cantante que lleva décadas regalando éxitos a la radio dice que él no habla de su vida privada aunque todos la conozcamos, el mensaje para le joven LGTB que ve la tele desde su pueblo es: cállate.
La última edición de 'Operación Triunfo' y sus concursantes fueron celebrados como un ejemplo de tolerancia e igualdad. Y bravo por todos ellos. Sin embargo, hay concursantes ahí dentro que siguen en interrogación. Hay concursantes a los que durante las galas nunca se les comentaba nada sobre parejas o gustos personales (a los heterosexuales, sí). Hay concursantes que no tienen vida amorosa, son una especie de ameba. Eso es inquietante: todo el mundo sabe lo que son, pero el mensaje sobre ellos es, otra vez, "cállate". El mensaje es: "sssshhhhh".
La primera senadora lesbiana que hubo en Estados Unidos, Tammy Baldwin, dijo en el año 2000: "No llegará un día mágico en el que nos levantemos y esté bien expresar públicamente quienes somos. Llegará ese día cuando hagamos las cosas públicamente hasta que, simplemente, se vuelvan normales". Todos esos famosos y poderosos que siguen callados y viviendo su vida "en la intimidad" retrasan ese día. Todos esos famosos deberían estar avergonzados.