Lucía, de 25 años, confiesa cómo el complejo por el olor de sus genitales le ha afectado
Cómo cuidar la salud genital: 12 recomendaciones para evitar infecciones y malos olores genitales
Lucía tiene 25 años y un arsenal de productos de higiene íntima en el armario de su baño: un gel especial, desodorante vaginal, lubricante de sabores y toallitas de repuesto para tener tanto en casa como en su bolso. ¿La razón? Que no soporta el olor de sus genitales.
“Es un complejo que tengo desde la adolescencia”, confiesa la joven. “Me huele y me rayo pensando que todos lo notan, así que tengo mis trucos”. Entre ellos, una higiene excesiva que ha derivado en infecciones recurrentes y un constante uso de salvaslips. “Mi ginecóloga me echó la bronca porque me había cargado la flora bacteriana lavándome con gel. Me dijo que solo con agua. ¿Pero cómo voy a lavarme solo con agua? Soy incapaz”.
Esta inseguridad ha condicionado las relaciones sexuales de Lucía. “Uno de mis primeros novios se quejó, pero esto fue igual cuando tenía 16 o 17 años. Desde entonces nadie me ha dicho nada. Pero yo me rayo. Me pienso que les va a dar asco, así que antes de hacer algo me voy al baño, me lavo un poco o me limpio con una toallita. Me echo desodorante y un poco de lubricante con sabor”, explica. Este ritual ya es algo automático para ella, pero le consume tiempo, dinero y, sobre todo, energía mental. “Claro que me gustaría no usar nada y estar a gusto con mi olor, pero ya son muchos años con este complejo”.
Una chica preocupada mira por la ventanaPexels
¿Por qué nos huelen los genitales?
Las vaginas huelen. Los penes huelen. Es una zona que está permanentemente cubierta, con menos transpiración que otras áreas del cuerpo, y que además de sudor, acumula fluidos. Es inevitable que los genitales tengan un olor característico que puede ser más o menos fuerte dependiendo de varios factores:
El material de la ropa interior. Las bragas o calzoncillos de licra reducen la transpiración, provocando más acumulación de olor y aumentando el riesgo de infecciones.
La alimentación. Hay ciertos alimentos que se han asociado a peor olor genital, entre ellos la cebolla, los espárragos, el café, los lácteos o el alcohol. El azúcar refinado también se ha asociado a la proliferación de hongos vaginales, produciéndose candidiasis vaginal.
La hidratación. Si tu madre te dice que bebas más agua, tiene sus motivos. La deshidratación puede densificar el flujo vaginal y provocar un olor más fuerte y agrio.
El sexo sin protección. El pH de la vagina es de entre 4 y 4,5. En cambio, el del semen es de entre 7,2 y 8. Cuando hay sexo sin protección, el semen arrasa con la flora bacteriana vaginal, que es la responsable de que la vagina esté sana y limpia.
Un exceso de higiene. Aunque suene paradójico, a más te lavas la zona genital, está más expuesta a infecciones y mal olor. Los expertos recomiendan utilizar solo agua y, por supuesto, evitar geles abrasivos, toallitas o desodorantes íntimos. Tampoco es bueno realizarse enjuagues o duchas vaginales si tu ginecólogo no te lo ha pautado.
Malos hábitos. Entre ellos, no orinar después de tener sexo o limpiarte con movimientos de atrás hacia adelante tras orinar o defecar, ya que puedes arrastrar bacterias fecales a la zona genital. También es contraproducente una depilación excesiva, ya que eliminar la barrera protectora de tu piel y te expones a infecciones y enfermedades de transmisión sexual causantes de mal olor.
El ciclo menstrual. A lo largo del mes, atravesamos diferentes fases y la concentración de hormonas varía. Esto puede afectar a la consistencia y olor del flujo vaginal.
Es muy frecuente que magnifiquemos el olor genital cuando en realidad no es tan intenso. Además, tendemos a obsesionarnos con que nuestra pareja sexual se va a sentir desagradada, algo falso según la ciencia, ya que la excitación sexual tiende a aumentar gracias al olor genital.
Por otro lado, hemos normalizado la idea de que los genitales deben ser como un juguete erótico: completamente limpios, suaves y sin olores. No es cierto. La vagina y el pene tienen cierto olor que, dentro de unos márgenes, es saludable.
Cuando ese olor es más intenso que de costumbre, conviene acudir a tu médico o ginecólogo para descartar una infección. Las más frecuentes son vaginosis bacteriana en mujeres, balanitis en hombres y candidiasis y tricomoniasis en ambos.
Una vez descartada una causa médica, lo mejor que puedes hacer es no obsesionarte y aprender a respetar tu salud genital para reducir el olor, pero quitándote la idea de que es posible o deseable eliminarlo del todo. Algunas recomendaciones son:
Utilizar ropa interior de algodón.
Evitar pantalones muy ajustados y de telas sintéticas como la libra o el poliéster, por ejemplo, mallas. Esto es especialmente recomendable al principio, mientras tu flora bacteriana vaginal se equilibra.
No utilizar salvaslips a diario.
Beber más agua para mejorar el pH vaginal y reducir el espesor de los fluidos.
Aumentar el consumo de cítricos, ya que se han asociado a un olor más suave y dulce de los fluidos vaginales.
Lavarte los genitales externos solo con agua o, en última instancia, con un gel específico para la zona íntima sin componentes abrasivos.
No realizarte duchas vaginales.
No utilizar desodorantes en la vagina ni el pene, ni siquiera los que son específicos para zonas íntimas.
A la hora de limpiar el pene, retirar el prepucio y limpiarlo suavemente para evitar la acumulación de esmegma.
Utilizar preservativo y tras mantener relaciones sexuales, orinar.
Tras orinar o defecar, límpiate desde la parte de adelante hacia la parte de detrás. Además, es preferible utilizar papel higiénico en vez de toallitas húmedas.
Conoce tu ciclo menstrual. Así descubrirás si hay alguna fase en la que el olor es más intenso.
Además de estas recomendaciones, es importante sentirte cómodo en tu piel. Si tus genitales tienen un aroma normal y tu ligue se burla o te lo recrimina, no cedas para complacerle. El olor natural de la vagina y del pene es normal, no debe avergonzarnos.