El desempleo, la precariedad laboral o cosas muy locas como tener que pagarte un curso bien caro para poder tener alguna posibilidad de ser contratado tienen gran parte de la culpa de que a los jóvenes españoles les cueste emanciparse.
El documento de la FAD señala que, en España, el 24,9% de las personas de entre 15 y 29 años no tiene trabajo. Además, revela que el 64,2% de los jóvenes españoles se ven obligados a conformarse con un empleo a tiempo parcial y que el 56,4% trabaja con contrato temporal. Con datos como estos está claro que no es fácil volar del nido.
Los sueldos de muchos jóvenes españoles no les dan para emanciparse y eso repercute en diferentes ámbitos de su vida, entre ellos el sexual. Tener intimidad para retozar supone todo un reto. Para muchos jóvenes que no han volado del nido, acostarte con alguien estando los padres en casa, o con el miedo a que lleguen en cualquier momento, no resulta nada fácil. Algunos se las apañan como pueden y otros buscan ingeniosas alternativas.
Hemos preguntado a varios jóvenes cómo se las han apañado para tener sexo con sus ligues o parejas antes de emanciparse y esto es lo que nos han contado:
"Siempre tengo que esperar a que la casa esté sola o buscarnos un hueco en el coche de mi chico en su garaje, con la desventaja de que suele ser a última hora de la tarde y llegan el resto de coches y nos cortan el rollo, la verdad. Una tarde, estábamos en casa de mi ex ya en el tema y llegaron su madre y su abuela (señora puritana donde las haya). Yo cogí mis cosas corriendo y me encerré en el baño para vestirme. A él le dejé a solas en la habitación para que se buscara la vida. Ahora que lo pienso fui un poco egoísta, pero fue mucho peor la charla posterior con ellas con los pantalones del revés".
Andrea, 25 años
"Vivir en el extrarradio de la capital puede ser a veces un poco rollo, pero tiene grandes ventajas si lo que necesitas son sitios guays para estar a solas con tu pareja. Y si encima te echas un novio con coche, como es mi caso, lo tienes todo hecho. Preferiría tener mi casa, pero como eso no es posible ahora mismo por pasta, habrá que ver el lado bueno. Nosotros tenemos dos o tres sitios que nos gustan especialmente, pero las opciones son casi infinitas: desde enormes polígonos industriales hasta urbanizaciones a medio construir, pasando por el clásico campo. Sí, en la periferia hay campo. Aparcamos según nos da y echamos la tarde. Casi nunca hay nadie y nunca hemos tenido problemas".
"Me independicé con 31 años, pero en mi casa nunca tuve problema a la hora de tener encuentros sexuales. Me daba reparo, sí, pero mis padres siempre fueron muy abiertos en ese tema. Cuando empezamos mis hermanos y yo con la edad 'tonta' nuestros padres nos compraban los condones. Nos decían que preferían que lo hiciésemos en casa en lugar de irnos a cualquier descampado. Era incómodo porque, evidentemente, me daba cosa que se escuchara algo y no lo disfrutábamos al 100%, pero cuando el calentón apretaba… jajaja. Nunca me pillaron teniendo sexo. Cuando estaba en mi cuarto con la puerta cerrada ya sabían lo que había".
"A veces hemos hecho en la calle un aquí te pillo, aquí te toco. Recuerdo que un día mi novio y yo nos empezamos a besar en un pasaje cercano a mi casa por donde no iba mucha gente. Nos vinimos un poco arriba. Estábamos muy concentrados en nuestras cosas y, de repente, apareció un señor de seguridad de una clínica que había en la esquina y me tocó la espalda. 'Chicos, perdonad, es que tenemos cámaras y os están grabando todo', dijo. Yo quería morirme de vergüenza y ni me giré. Me quedé abrazada a mi pareja, que le contestó muy tímido 'vale, vale'. El guardia de seguridad se fue y nosotros, con el calentón, también nos fuimos. Nos quedamos muertos de vergüenza y nos dio mucha risa... pero ya después".
"Mi chico vive independizado, así que siempre acabamos yendo a su casa y ya casi como que medio vivo allí. Tengo bastantes cosas en su piso porque, si no, es una liada ir siempre con la mochila para arriba y para abajo. Alguna vez también ha ocurrido en mi casa, en casa de mis padres, vamos, y no ha pasado nada: es cuestión de no ser muy ruidoso. Y si no, el coche siempre está ahí para emergencias. No es lo ideal, pero vamos sobreviviendo. Con un poco de suerte en breve me independizo y cambiamos alguna vez de colchón".
"Aprovecho los ratitos que estoy sola para que vengan a casa y a veces también voy yo a la de la otra persona. Si no se puede ni en mi casa ni en la suya, echo mano de una web que alquila habitaciones de hotel por horas. En casa nunca me han pillado, pero alguna vez han estado a punto. Eso sí, nunca lo he hecho habiendo gente en casa".
"Yo decía que íbamos a ver una peli. Mis padres se extrañaban de que viésemos tanto cine porque no era precisamente una de mis aficiones. Solía guardar el envoltorio del condón debajo de la lámpara para tirarlo en la calle cuando terminara la 'peli' y que no lo vieran. El caso es que una vez se me olvidó y se quedó ahí. Mi padre me contó que mi madre, cuando estaba limpiando, había encontrado el envoltorio del preservativo debajo de la lámpara. De paso, me confesó que sabía el lugar exacto en el que yo guardaba los preservativos".
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