Todos hemos oído hablar del BDSM, pero muy pocos sabemos en qué consiste realmente. Se trata de un conjunto de prácticas y fantasías sexuales englobadas dentro de los términos Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión y Sadomasoquismo.
A lo largo de los últimos años, el BDSM se ha popularizado gracias (o a pesar) de películas como ‘Cincuenta Sombras de Grey’, que muestra una visión bastante estereotipada y errónea de esta práctica sexual. Lo mismo sucede en el documental ‘House of Hammer’, que analiza la polémica que tuvo lugar en 2021 tras filtrarse numerosas conversaciones del actor Armie Hammer. Según Hammer, eran fantasías de dominación y canibalismo, pero en realidad eran mensajes abusivos que no deben confundirse con una filia sexual. Partiendo de esta visión tan tóxica del BDSM, es normal que muchas personas se escandalicen o que sientan recelos antes de probar la fantasía.
El BDSM es una práctica segura, consensuada y divertida, y si sientes curiosidad, te voy a contar todo lo que nunca te atreviste a preguntar.
Como decía antes, el BDSM abarca diferentes prácticas o fantasías. Vamos a conocerlas más a fondo:
Para disfrutar del BDSM no tienes que realizar todas las prácticas; si te gusta alguna, realízala sin necesidad de incluir otras. Por ejemplo, si sientes curiosidad sobre la privación sensorial pero no quieres que haya dominancia o sumisión, no pasa nada. Lo importante es que te sientas a gusto.
Por otro lado, no necesitas ni material extravagante ni gastarte mucho dinero para practicar BDSM. Esto es importante porque muchas personas piensan que hay que tener un cuarto rojo con esposas, mordazas, cadenas o una fusta. ¡Error! Si por ejemplo te gusta el bondage y te da respeto empezar con unas cadenas, puedes utilizar un pañuelo para atar a tu pareja o tu ropa interior para amordazarla.
Dicho esto, el BDSM debe ser entendido como una práctica progresiva, porque si no podéis sentiros incómodos. Empieza añadiendo pequeñas fantasías a tu rutina sexual habitual y si os gustan, podéis ir un pasito más allá.
Lo más importante para disfrutar del BDSM es lo que pasa antes y después del sexo como tal.
Un error que cometen muchas parejas es comprar un kit de BDSM porque han visto un vídeo porno relacionado o porque de repente les ha llamado la atención esa fantasía, y esa misma noche la llevan a cabo sin más. ¿El resultado? Incomodidad, tensión y posibles traumas sexuales.
Antes de poneros al tema, tenéis que hablar. Mucho. Tanto que ya no sepáis qué decir. Y no es cuestión de conversar sobre el tiempo o la inflación económica. Lo que tenéis que hacer es poner sobre la mesa todos vuestros límites, todas vuestras fantasías, todo lo que os asusta que pueda pasar. Cuando tengáis absolutamente todas las dudas resueltas y sepáis perfectamente cómo reaccionar en caso de que alguno se sienta incómodo, podéis pasar a la acción.
¿Y después del sexo qué? Ahí es cuando cobran importancia los cuidados o lo que se conoce como aftercare. Después de una práctica tan intensa como lo es el BDSM, tenéis que daros cariño, empatizar y preguntaros mutuamente qué habéis sentido, qué cambiaríais, qué os gustaría probar en un futuro, qué no queréis volver a realizar más, etc.
Aunque una parte del BDSM se basa en la asimetría de poder, es decir, en que uno domina y el otro se somete, esto no significa que haya espacio para los abusos. Todo lo contrario.
Algunas personas se piensan que BDSM es que el dominante mande y que el sumiso se calle y renuncie a su placer, que acceda a hacer todo sin tener voz ni voto. Esto es falso y puede dar pie a situaciones muy traumáticas e incluso a experiencias de abuso o agresión sexual.
Realmente, el sumiso es quien tiene gran parte del poder porque es quien marca los límites. Por eso, si tu pareja te hace sentir incómodo o incómoda, es mejor frenar y hablar. Sin empatía, el BDSM será un fracaso (y en general cualquier tipo de práctica sexual, pero en este caso es más evidente).
Por otro lado, la dominancia se da solo en este contexto. Si tu pareja se aprovecha del BDSM para crear una relación de poder en otros contextos diferentes al sexual –por ejemplo, para prohibirte salir de fiesta o para escabullirse de las tareas domésticas–, es que algo va mal.
Mi recomendación inicial es crear un listado de fantasías que os gustan, a más concretas mejor, y ponerlas en común. Si os cuesta, también podéis descargar o inspiraros en los listados que hay en internet. En ellos hay prácticas muy concretas y para todos los públicos, por lo que podréis inspiraros para saber por dónde empezar.
También es importante mencionar las dinámicas sexistas que subyacen al BDSM en relaciones heterosexuales, y es que tenemos muy metido en la cabeza que quien domina es el hombre y quien se somete es la mujer. Os aconsejo alternar roles de vez en cuando y evitar caer en estos estereotipos machistas tan tóxicos en nuestro día a día y en nuestra vida sexual.
Finalmente, la clave para que el BDSM os guste es, como ya he dicho, hablar mucho, consensuarlo todo y hacerlo poco a poco.