Bifobia: Por qué ser bisexual es tener que luchar contra tópicos constantemente
Lo primero con lo que se encuentra muchas personas bisexuales que salen del armario es la incredulidad de quienes cuestionan su orientación sexual. Pablo Otero tiene 21 años, es estudiante de filosofía y ha visto cómo más de una vez han puesto en duda su orientación sexual: “Siempre encuentras los que te dicen eso de ‘tú lo que pasa es que eres maricón’. Yo les digo que sí, que soy maricón, pero que me gustan los hombres y las mujeres. Esto cortocircuita un poco las cabezas de algunos”. La de ‘a ver si te aclaras’ es una de las frases que más escuchan las personas bisexuales cuando salen del armario.
En el ámbito familiar las cosas no son más sencillas para los jóvenes que se sienten atraídos tanto por hombres como por mujeres. Clara Martín, estudiante de antropología de 22 años, nos relata su experiencia: “A mi familia le costó entender que soy bisexual. Cuando se lo conté estaba saliendo con una chica y me decían que entonces yo era lesbiana. Les descolocaba que me atrajesen los dos géneros. La gente ve a los bisexuales como personas indecisas que no saben lo que les gusta”.
Para Carlos Castaño, coordinador del grupo de bisexuales de COGAM, lo que hace invisible la bisexualidad es una estructura social basada en el monosexismo, que niega la existencia de todo lo que no sea homo o hetero. “Los bisexuales tenemos más problemas que los homosexuales a la hora de salir del armario. Estamos como en un estado intermedio”, asegura Clara.
Dar explicaciones acerca de su orientación sexual es algo que, explica Pablo, las personas bisexuales se ven obligadas a hacer constantemente: “Salí del armario por primera vez con 19 años. Y digo por primera vez porque no he salido del armario ni una vez, ni dos, ni tres, sino muchas veces. Aún tengo que seguir haciéndolo cuando conozco a grupos de gente nueva que piensan que soy hetero”. Carlos Castaño de COGAM cuenta por qué esta orientación sexual es tan invisible en la calle: “Si ven a un chico con un novio, la gente asume directamente que es gay, y si le ven con una chica, asumen que es heterosexual. En cambio, si eres bisexual o lo dices o es imposible que nadie lo intuya”.
Los falsos tópicos y las constantes preguntas sobre su orientación sexual son cosas que las personas bisexuales están hartas de aguantar. Así lo explica Pablo: “Es un verdadero coñazo. En el momento en el que sales del armario hay gente que se cree con derecho a preguntarte cualquier cosa sobre tu orientación sexual, como si fueras un freak. Aunque lo hagan sin mala intención, algunos sí que tienen un interés morboso. Mi falso tópico favorito es el de que por ser bisexual ligo más. Mira, ¡ojalá!”, dice el joven. Clara confirma la falsedad de esta conclusión:
Desde COGAM Carlos Castaño nos confirma que lo de asociar bisexualidad con vicio referido al ámbito sexual es algo que sigue a la orden del día. “La gente da por hecho que a los bisexuales les tienen que gustar todos y todas. Lo de que te digan eso de ‘le das a todo’ es muy típico”. Pablo también nos habla de este punto: “Los chicos heterosexuales creen que todos los tíos a los que nos gustan los hombres queremos acostarnos con ellos. Su paranoia, basada en la homofobia, hace que aprieten la espalda contra una pared o se rayen si se les cae el jabón en la ducha. En fin, hacen tonterías para decir que a ellos no les van a dar por detrás. Estos comportamientos hacia los chicos gays y bisexuales son pura homofobia y el temor de que alguien les pueda tachar como maricas y dejen de ser los más machotes de la manada”.
Tanto chicos como chicas sufren la bifobia. Así lo cuenta Clara: “A ellos les dicen que son gays, como si fuese algo negativo, y a nosotras nos ven como una fantasía erótica para hacer tríos”. La discriminación es algo que perciben las personas bisexuales de una forma o de otra. “Hay una parte de la bisexualidad que socialmente está bien vista, que es la de los clichés, la de los tópicos y la de llamarnos viciosos. Luego hay otra parte que tiene la misma raíz que la homofobia, que es la del acoso, las palizas y la discriminación. Nosotros queremos acabar con las dos”, afirma Pablo.
Los jóvenes entrevistados nos cuentan que a menudo ser bisexual genera desconfianza en la pareja cuando la otra persona no lo es. “Parece que cortar una relación por alguien del otro sexo es más chungo que cortarla por una persona del mismo”, reflexiona Carlos. “Mi ex era lesbiana y siempre me preguntaba si me estaba fijando en los chicos. Hay un miedo de que la persona bisexual se vaya con alguien del sexo contrario. Tengo un amigo bisexual cuya relación se rompió porque su novio estaba muerto de celos continuamente y no aguantaba más. Estaba todo el rato controlándole por si se iba con una tía”, relata Clara, cuya actual novia también es bisexual. “Estar con alguien como tú te tranquiliza”, afirma.
“Conozco a chicos y chicas bisexuales cuyas relaciones se rompieron cuando salieron del armario, precisamente por esos tópicos que se lanzan en tono de broma pero que acaban calando en la sociedad. Hay gente que presupone que por ser bisexual te gusta el poliamor y has estado en doscientas orgías, pero no tiene por qué ser así, hay mucha gente bisexual que tiene relaciones monógamas”, explica Pablo.
Como si tuviese que elegir entre los platos de un menú del día, Clara reconoce que siempre le preguntan qué le gusta más, si los hombres o las mujeres. “Cuando tienes relaciones con alguien que no es bisexual te pregunta qué te gusta más. Mientras no sea por inseguridad…"
La falta de referentes en los medios de comunicación y personajes públicos en los que verse reflejados es algo que Carlos Castaño, coordinador del grupo de bisexuales de COGAM, ve como un problema de cara a normalizar y visibilizar la bisexualidad. “Jack Harkness de Doctor Who fue mi referente bisexual en televisión desde que era un chaval. Al tío le iban por igual hombres, mujeres y bichos de otras galaxias. Me sentí identificado con él, pero es extraño que un tío que le tira fichas a alienígenas sea un personaje referente, lo que deja claro que hace falta más visibilidad y representación LGTB en contextos cotidianos”, argumenta Pablo.
La educación, destaca Carlos Castaño, es fundamental para normalizar y acabar con la bifobia. “Si viniese en los libros de texto la gente sabría qué es ser gay, qué es ser lesbiana, qué es ser trans y qué es ser bisexual y sabría que es una identidad válida”, explica Carlos, quien nos habla de cómo funciona el grupo de bisexuales de COGAM que él coordina: “Somos un punto de información. Muchas personas nos escriben para conocer a más gente como ellos. No saben si lo que a ellos les pasa tiene un nombre. Algunos nunca han conocido a nadie bisexual y para poder empoderarte en tu identidad es bueno tener más personas que hayan tenido tus vivencias. Vienen buscando conocer gente que haya pasado por lo mismo que ellos o para simplemente buscar información. Algunas personas que no son bisexuales vienen a buscar información”.
Decir públicamente cuál es su orientación sexual no siempre resulta sencillo para los jóvenes bisexuales. Pablo da su punto de vista sobre este asunto: “Salir del armario no es algo obligatorio. No tienes por qué hacerlo si no te apetece o si por tu situación corres peligro por decir quién eres y qué te gusta. Si alguien sale, tiene que decidirlo él o ella, y es verdad que hacerlo al principio es muy difícil, pero es una liberación muy importante para definirte y decirte a ti mismo/a quién eres. Lo importante es aceptar que es algo normal y natural, y que se tiene que vivir con salud. Y a divertirse, que en el Tinder hay opción bisexual y la bandera es chulísima”. Por su parte, Clara, que pertenece al grupo de bisexuales de COGAM, da un consejo a las personas que no se atreven a salir del armario: “Que no tengan miedo, que hay muchas asociaciones que prestan ayuda y donde pueden encontrar gente con la que compartir experiencias. Que no se vean solos, no están solos, hay muchísima gente como ellos y todos están dispuestos a ayudar”.