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El ballet clásico, la gran pasión de María Pedraza: "Cuando bailo, me creo a mí, siento que todo es verdad”

  • Es una de las caras más reconocibles de Instagram, y ahí a menudo publica fotos entrenando una de las habilidades que más le gusta: el ballet y la danza clásica

De María Pedraza sabemos que su notoriedad ha sido rápida y sin tropiezos. Ha pasado lo mismo con varios actores jóvenes de nueva hornada. La llave la tenía Netflix y dos de sus bombazos catódicos. “La casa de papel” y “Élite”. Pedraza ha saltado desde ambos trampolines, aunque sería injusto reducir su talento interpretativo a su aparición en las dos series de moda.

Cierto es que su papel en ‘La casa de papel’ es clave. En la serie, Pedraza es la hija secuestrada de un embajador que permite a la banda domesticar a los policías mientras hacen sus pinitos con la nitroglicerina y los explosivos. En ‘Élite’, se codea con Ester Expósito, Aron Piper o Carolina Yuste, al modo de un cisne negro que esconde en realidad otra cara, la del movimiento, el cuerpo y el ascenso de la música dentro de los órganos.

No le importan demasiado los comentarios de sus followers, a veces demasiado centrados en juzgar su cuerpo y hacer un body shaming gratuito. Ella es constancia, tesón y trabajo duro; rasgos que lleva en la sangre y que ha enseñado siempre en su otra profesión: la danza clásica. No es que la interpretación sea accesoria, pero si hay que ser estrictos con la información, en la danza clásica es donde comienza su carrera. De ahí ha aprendido mucho para ser lo que es ahora.

Baila como un cisne de hierro, y eso lo saben los que la han visto.

La pasión perdida

Lo cierto es que dedicarse a la interpretación no estaba en los planes de esta actriz y bailarina, que comparte su vida con otro de los miuras de moda, Jaime Lorente. Ella misma reconoce que sus comienzos en el mundo de la interpretación obedecen un poco a la suerte. Como muchas otras actrices, Pedraza era una desconocida hasta que la fichó Esteban Crespo, un director de cine, después de encontrarla en Instagram.

Baile rápido, giro y ascenso. La actriz y bailarina tiene ya más de doce millones de seguidores con suerte. A diferencia de otros muchos actores y actrices, el Instagram de Pedraza es un vergel de fotones, sola o en colaboración con otros bailarines profesionales. La danza tiene un papel fundamental, es su forma de pasearse por las retinas del público y una fuente constante de fotografías en posiciones de ballet clásico; puro aesthetic, indistintamente; de chándal o con las mallas en perfecto estado de revista, como si una profesora rancia con nariz de cuervo, típica de película, fuera a corregirle la postura. Pedraza sabe lo que se hace.

En el Día Mundial de la Danza, la actriz colgó una serie de seis fotografías con ella bailando en diferentes posturas. Una perfección asombrosa. No queda otra cosa que decir.

Sobre la disciplina de la danza, la verdad, tiene sus propias opiniones. Lleva en el asunto desde los ocho años. Empezó en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma, y gracias a su madre, que le aconsejó bien, optó por compaginar el baile y la expresión corporal con las clases de teatro.

Desde que está bajo los focos, ha contado varias veces que le entristece no poder dedicarle tanto tiempo como querría. Su Instagram parece decir lo contrario.

La danza es exigencia y sacrificio, pero como dice ella, sarna con gusto no pica. Tampoco esconde públicamente las miserias de una vocación que es todo cuerpo, ritmo y entrega. A la pregunta de qué es lo más duro del mundo de la danza y su exigencia física, Pedraza sonríe con todo el brillo de saberse observada por alguien profano en la rigidez del cuerpo, los dolores y los entrenamientos. Dijo esto en una entrevista en El Hormiguero cuando Pablo motos se lo preguntó: “Lo peor son los pies, eso es lo que más duele, y cuando se te caen las uñas”.

Pese a todo, Pedraza no oculta su destreza en una disciplina que tiene de todo menos idealismo. ‘El cuerpo se acostumbra’, dice. La danza le mantiene viva. Se come a la cámara cuando la pasión aflora y le permiten decir lo que siente realmente. En una colaboración con Bvlgari, se expresa con alfilerazos llenos de hondura, cuerpo y movimiento: “Siempre he pensado que las manos son el comienzo de todo. Las manos nos guían. Son una forma de guiar nuestro camino. Cuando bailo, me siento yo. Cuando bailo, me creo a mí, siento que todo es verdad”.