No pasa una semana sin que C. Tangana corone las noticias con algún nuevo temazo o algún detalle que aún no conocíamos sobre su historial sentimental. Para los ratos de aburrimiento filosófico tenemos sus videoclips, un auténtico paraíso de imágenes icónicas que mezclan tropos y conceptos de la España más provinciana con las tendencias más actuales del trap. Es imposible no quedarse hipnotizado con esas imágenes mestizas, raras, de una factura impecable en lo visual.
Pese a la pandemia, hay que reconocer que 2020 y 2021 han sido dos años excelentes . Su último disco, ‘El madrileño’, va camino de romper todos los récords en visualizaciones y escuchas, además de ser una auténtica orgía de invitados ilustres. Por esa fiesta de neón han pasado Jorge Drexler, Calamaro y muchos más.
Los discos de Tangana son la puerta secreta a su educación sentimental, sus trabajos de Hércules de lo amoroso. Hay tortura, melancolía, redención y pureza, y sus ex asoman la patita por ahí, en las letras, como el iceberg del Titanic. La parte visible esconde siempre alguna que otra carga de profundidad.
Ya en 2015 Tangana le dejaba un recadito pasional en Twitter a Carlota Cossials, la líder de las Hinds. “Pasa del Alex y llámame”, pero es a partir de 2016 cuando llega lo bueno. Es casi imposible analizar ‘El mal querer’ y no establecer una lectura paralela entre los hitos de la canción y sus destinos trágicos con Rosalía. Un disco con un poso amargo de amor de carpeta, de notitas secretas en clase, elevado a la categoría de disco mítico gracias a la profundidad, la potencia de la voz y el talento de la catalana.
“Antes de morirme no querría que pienses que puedes puede mi carácter doblarse o torcerse / No es que ya no quiera volver a tenerte, esto es sólo por morir de pie".
Lo mismo le ocurre a los discos de Antón. Cada uno guarda siempre la cara visible y la cruz, ese cruce de referencias simbólicas, mensajes cifrados y pullas a un pasado amoroso que terminó con el amargor de la leche cortada.
Por lo que cuentan los rosalíers y los cetanganers, los tórtolos del trap y la bulería se conocieron de casualidad en 2016, gracias a unos amigos en común. En ese tiempo, trabajaron mano a mano, y todo prometía palomas al vuelo, amor cañí e intensidad. ‘El mal querer’ tiene al menos 8 canciones escritas en colaboración con Antón mientras los dos mantenían a flote su romance. Los vimos cantar juntos temas como ‘Antes de morirme’ y ‘Llámame más tarde’.
¿Y cuál fue el clavo del amor (o del ataúd), la frase que prefiguró el destino torcido de ambos? Pues precisamente la que dijo Tangana cuando le preguntaron cómo empezó todo para él: “La escuché cantar, y desde el primer momento supe que quería hacer temas con ella”. Es triste que, en calidad de ex (con un nuevo posible apodo, ‘el venenitos’), Antón le diera la vuelta a los buenos recuerdos vuelta. Criticó a Rosalía en una entrevista para Rock Delux, ya con la relación terminada desde 2018. Un cóctel de cinismo, condescendencia paternal y desdén que puso de uñas a las redes sociales.
“Citarla como referencia es aburridísimo. Es como decir 'me gusta la Coca-Cola'. Pues muy bien. Molaba hace cuatro años cuando no la conocía nadie. Ahí sí”, dijo.
Normal que los fans y los haters le echaran fuego y azufre cuando dio este mensaje, y que Rosalía en 2019 le contestara a una de sus canciones con un tuit irónico. El tema era ‘Ontas’, y el tuit: “¿Qué ontoy? No tienes fe ni na si esperas a que te lo diga”. Tra, tra, y a otra cosa.
Tangana es un hombre que se blinda en su música para hablar de amor, dolor y sentimientos (tóxicos o bienintencionados), y es ahí donde los fans tienen que escarbar para establecer una cronología amorosa fiable. Desde que empezó a petarlo en 2017, Puchito ha sido bastante discreto con sus romances y nunca se ha pronunciado públicamente sobre ellos desde lo personal, características que se cumplen en la que ha sido su siguiente historieta (por lo breve) de amor, esta vez con la actriz de la serie ‘Vis a Vis’, Berta Vázquez.
Se los vio juntos por primera vez en el Primavera Sound de 2019, en ese impasse que le dejó la ruptura con Rosalía y el retiro monacal en busca del disco definitivo, como el gusano que sale de la crisálida y parece otro: un peinado distinto y un alma con el fondo de armario cambiado, preparado para pasar página.
Desde hace meses, su nueva pareja es una fotógrafa chilena, Rocío Aguirre, que Antón conoció en México durante un periodo de cuarentena en el que se quedó atrapado con ella en la frontera, justo antes de volver a España. Entre filtros, objetivos y enfoques (Aguirre formaba parte del equipo que estaba grabando un documental sobre El Madrileño), confinados los dos en un pueblito mexicano de ensueño, surgió el amor.