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Los famosos tienen Finsta: el fake Instagram en el que se muestran tal y como son en realidad

yasss.es 08/06/2018 17:09

Pronto me indicó que esa cuenta también era suya y que no podía comentarlo nunca en mis redes, y, como veis, lo estoy publicando en un artículo. Hasta luego, karma. “La de los cientos de miles de seguidores es para mis fans, en la que cuelgo mis dibujos. Esta es para mis amigos”, me dijo. El hecho de que no me lo hubiera comunicado me hizo preguntarme hasta qué punto éramos realmente amigos, pero cuando comprobé que acababa de abrirse esa cuenta “privada” -aclaro que es un personaje público- y que temía que mi torpeza natural me llevara a etiquetarlo por error en la cuenta que no era y terminara revelando la existencia de su otro perfil en cuestión de segundos, todo fue más sencillo de comprender.

Comenté con el resto el hecho de que nuestro amigo tuviera dos cuentas. “Yo también tengo dos. Una es la que doy a familiares y compañeros de trabajo, y es un auténtico aburrimiento. La que vosotros conocéis es la mía, en la que puedo subir fotos bebiendo o diciendo lo que quiera”, me indicó. Pero un segundo, ¿soy la única del mundo que no tiene su finsta (fake Instagram)? Quizás no necesito una segunda cuenta porque parezco de amor propio y de vergüenza y por ello me da completamente igual lo que la gente piense de mí, pero mi FOMO me ha hecho sentir la necesidad de crearme una segunda cuenta. ¿Que por qué? Porque es lo último entre las celebrities.

Los finsta permiten a sus creadores ser más auténticos y subir fotografías menos pensadas o de contenido más delicado a sus redes, pues todos sabemos que vivimos en la era de los “ofendiditos” y que cualquier comentario o foto puede ofender a alguien. Como vemos, no hace falta ser famoso para crearse una segunda cuenta repleta de libertad, pues simplemente basta con necesitar un perfil en el que poder expresar cosas que temes que tus seguidores, amigos o familia no comprendan. La modelo Bella Hadid creó @rebekkaharajuku, su alter ego rubio, hace escasos meses. La top creó esta cuenta durante su reciente viaje a Japón y en ella habla de sí misma el tercera persona. “Bekka vista hoy en Shibuya, Tokio, Japón”, es el tagline de una de las fotografías. Lo cierto es que Bella parece haberse cansado de su alter ego al abandonar Japón, pero seguiremos pendientes de la evolución de la versión rubia de Bella que, por cierto, no es Gigi Hadid.

Justin Bieber tomó nota de la existencia de un dopplegänger digital de Hadid y creó el suyo para Coachella, Skylark Tylark, que no ha dudado en promocionar en su Instagram real. “Meet SKYLARK TYLARK (my alter ego),” escribe a modo de presentación.

La actriz Bella Thorne tiene al menos otros dos finstas al margen de su cuenta oficial. Hablamos de uno de memes (@thatweirdbitchbella) y otro de selfies (@avree1997).

Pero, ¿que sería de este mundo sin teorías y misterios con sabor VIP? Los fans de Demi Lovato aseguran que la cuenta @Mm_82092 pertenece a la cantante. Para comenzar, el hecho de que en la bio del peril se lea “A quien este subiendo mis fotografías PRIVADAS, que le den” es para sus seguidores una gran pista. Para continuar, el que los números del nombre del perfil coincidan con su cumpleaños podría ser otra señal. Luego está el hecho de que la propia Demi siga a este perfil y para continuar, el que celebrities como Nick Jonas sigan esta cuenta es otra del las razones por las que todo apunta que Lovato ha creado un segundo perfil en el que liberarse.

Por supuesto, tenemos nuestro fenómeno finsta ‘made in Spain’. La cantante y escritora Zahara ha creado @zaharacabreada, un perfil en el que ser un troll y un Grinch sin reparos. Jedet también posee una segunda cuenta en la que ser más él (@soyshadet) y la instagramer Paula Gonu tiene @paulagonufails. “Como la vida misma. Sin filtros”, se presenta la cuenta. “Llevaba mucho sin recordados la realidad de cada foto”, escribe en una de las imágenes en la que aparece con los ojos medio cerrados. La cuenta lucha por demostrar que la vida de los isntagramers también tienen sus luces -la cuenta principal- y sus sombras -el finsta-.

El verano pasado, un estudio señalaba que Instagram es la red social que peor trata a nuestras mentes, pues al ser una app centrada en la importancia de las imágenes, eleva los niveles de ansiedad y afecta con fuerza a los que padecen depresión. El que subamos ese 1% de glamour que compone nuestra vida hace que proyectemos una imagen de irrealidad que hace que la gente piense que nuestras vidas son un paseo compuesto por arcoiris, caballos pony y algodones de azúcar, cuando la realidad es, en la mayoría de los casos, bien diferente.

El mismo amigo con el que abría el texto me comentaba hace un par de semanas que si no me conociera, creería que mi vida es digna de celebrity. “Te veo en los mejores estrenos, rodeada de gente guay y subida, de repente, a un Porche, y pienso que si no te conociera, jamás sabría que tu vida es en realidad una mierda”, me soltó. Aclaro que esta falta de tacto es la que define nuestra amistad. Mientras bebíamos cervezas -nada de artesanales, unas del súper-, revisé mi Instagram y me di cuenta de que lo que subo no parece encajar con el hecho de que soy una periodista autónoma -ergo pobre y amargada- que se despierta cada día a las seis de la mañana para trabajar, se pasa el día intentando vender temas, sufriendo por fechas de entrega imposibles, sueldos paupérrimos y trabajos constantes los fines de semana. Sin embargo, lo que subo a mi cuenta también forma parte de mi realidad, aunque pertenezca al porcentaje más cool y por ende pequeño de mi vida. Si no existiera ya una cuenta llama Soy una Pringada, ese sería mi finsta, porque realmente lo soy, pero al menos vivo tranquila al saber que como a la gente le da igual lo que digo o lo que hago, no necesito un finsta con el que no ofender a nadie. Por cierto, queridos lectores, ¿no se nos está yendo un poco de las manos lo de ofendernos con todo?