No cabe duda de que Camila Cabello se ha convertido por derecho propio en una estrella a nivel mundial. Con solo 24 años, es una de las figuras más importantes de la música estadounidense, con temas como ‘Señorita’, que ha marcado la educación sentimental de millones de personas y aún se bailan a fuego en las noches de crusheo. No es la única faceta en la que destaca la intérprete. Su gran historia de amor con el músico Shawn Mendes sigue haciendo correr ríos de tinta con la intensidad de ese romance, que ambos tardaron muchos años en hacer florecer.
Cabello es un ejemplo también cuando habla abiertamente de salud mental, con naturalidad, para concienciar a sus seguidorxs de la importancia de la empatía y los cuidados hacia una misma. La cantante tiene la nacionalidad estadounidense desde muy pequeña, pero nació en Cuba y vivió una infancia de lo más particular. Te damos algunos detalles sobre ese periodo de su vida.
Karla Camila Cabello Estrabao es su verdadero nombre. Del 97, zentennial de pura cepa, hija de Sinuhé Cabello y Alejandro Cabello y nacida Cojímar, al este de La Habana, una localidad a orillas del golfo de México (otro de los países con los que la artista guarda una deuda sentimental). Suele decirse que de la casta le viene al galgo, ley no escrita que se cumple en el caso específico de esta cubana nacionalizada estadounidense. La cantante siempre ha sido muy consciente de que su ascendencia, cubana por su madre y mexicana por su padre, ha sido gran importancia en su formación.
“Todo por lo que hemos pasado como familia me ha dado una perspectiva de vida diferente. Hemos empezado de cero muchas veces. Mis padres vinieron a Estados Unidos sin dinero, sin amigos, sin ni siquiera una casa. Nada. Siempre era acerca de ‘no soy feliz donde estoy ahora, no sé qué va a pasar en un futuro pero no puedo quedarme aquí’. Ha sido siempre algo acerca de ser suficientemente valiente como para dar ese paso”, explica en una entrevista.
Hasta hace relativamente poco, no se sabía demasiado sobre su primera infancia en Cuba, un país del que emigró cuando tenía solo siete años, con muy poco equipaje, y bajo el ala de su madre, que deseaba una vida mejor para su hija en los Estados Unidos. Por lo que se deduce de las palabras e Cabello, en Cuba debieron de bregar con multitud de dificultades materiales, y la vida se tornó complicada, hasta tal punto que su madre tomó una decisión que cambiaría para siempre el futuro de la cantante.
“Mi madre llegó conmigo a Estados Unidos con la ropa que llevaba puesta y nada más. Quería darme un futuro mejor. Nos mudamos a Pinecrest, en Miami, y consiguió meterme en una de las mejores escuelas públicas”, cuenta Cabello en una entrevista para The Miami Herald.
En mayo de este mismo año, la cantante compartía en Instagram una publicación importante mientras promocionaba ‘My Number Story’, una asociación dedicada a la infancia. En su testimonio, Cabello se refiere a ciertos ‘niños’ en genérico, sin especificar detalles, pero es fácil adivinar que parte de su poderoso mensaje tiene un poco biográfico con el que se siente identificada, y que en esas palabras se transparenta parte de su infancia en Cuba con su familia y las privaciones materiales que debieron de sufrir.
"Como humanos, nuestro cerebro y la forma en que procesamos el mundo que nos rodea es increíble, pero complejo. Los niños especialmente son resilientes, pero hay muchos niños en todo el mundo que atraviesan diferentes desafíos y traumas a diario. Pasan cada día desarrollándose, aprendiendo y absorbiendo de su entorno y esos momentos tienen un impacto".
No es la primera vez que la cantante habla veladamente de su infancia. Su Instagram es un feudo habitual para sus recuerdos. Le gusta viajar al pasado para mirarlo con la perspectiva que da haber cumplido el sueño americano. En otra publicación de su feed, insinúa tener todavía conexión muy fuerte con el país que la vio nacer.
“Aquí estoy de pequeña estudiando en La Habana, Cuba. Mi abuela me ha enviado hoy estas fotografías y ha conseguido que me ponga nostálgica”.
En las imágenes puede apreciarse la feliz despreocupación de la cantante en sus primeros tres años, antes de emigrar con su familia en busca de una vida mejor. En una de las fotografías corre delante de las piernas de su padre, mira directamente a la cámara en una instantánea tomada en su clase de la escuela, o tiene una sonrisa de oreja a oreja, rodeada de sus primeras amigas de infancia en su colegio de Cojímar.
"Para mí, tuve muchas experiencias al crecer en Cuba y México, emigrar a los Estados Unidos, descubrir cómo mezclarme con la sociedad estadounidense y también salir de casa para seguir una carrera musical y ser el centro de atención a una edad temprana. Hubo muchos altibajos y me tomó mucho tiempo darme cuenta de cómo esas experiencias afectaron mi salud mental cuando era adulta", explica.