Radiografía de los jóvenes y el ocultismo: ¿qué nos inquieta y nos perturba?
Los jóvenes de hoy no somos igual que nuestros padres, ni como nuestros abuelos cuando tenían nuestra edad (y probablemente nuestros hijos tampoco serán como nosotros). Somos críticos, exigentes, reformistas, comprometidos, digitales y participativos. Además, lo material nos obsesiona poquito (casa, coche, etc.) porque somos más de "la cultura de compartir" y para nosotros, la familia, los amigos, la calidad del trabajo, los estudios o el sexo están por encima del dinero, como refleja este perfil de 'la generación del milenio' (los nacidos entre 1982 y 2004).
Pero no solo eso, también nos gusta experimentar y probar cosas nuevas, como por ejemplo la meditación, aprender herramientas para canalizar nuestra energía o curiosear por el mundo esotérico (entendido como una serie de conocimientos cerrados y ocultos para la mayoría de personas como puede ser la astrología, la magia, la geomancia, el Tarot...). Al parecer, según tiendaesoterica.com "el esoterismo está en su mejor momento" y esto podría deberse, entre otros factores, a que "la ciencia está en horas bajas" y "otras áreas del conocimiento del lado más místico (como la astrología) se encuentran en pleno avance". Por su parte, en una encuesta realizada a millennials en Newsweek, los participantes reafirmaron esta tendencia declarando que la astrología y el tarot son sus herramientas sobrenaturales favoritas para combatir la angustia existencial.
A esto hay que sumarle que nuestra generación es mucho menos religiosa, pero en cambio es mucho más espiritual como también explica Álex Robles en Yasss. "Lo bueno es que para esto no hace falta 'creer' solo hay que estar conectado a tu latido del corazón, que es un lenguaje universal", afirma Carmen Valencia, co-directora de 'La tortuga feliz', un centro ubicado en el barrio de Malasaña especializado en meditación, Yoga, Reiki o Tarot evolutivo.
Según todo esto, consultar el signo zodiacal e interesarnos por nuestro ascendente parece mucho más común que rezar un Ave María en los tiempos que corren. Sin embargo, cuesta encontrar datos que certifiquen esta tendencia en España (donde el 70% de los españoles se declaran católicos según datos del CIS de 2017) y más en el ámbito de los jóvenes exclusivamente. Si intentamos afinar un poco más en las ‘prácticas paranormales y pseudocientíficas’, la VIII Encuesta de Percepción Social de la Ciencia en España elaborada por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) revela algunas cifras interesantes como que el 59,8% de los españoles encuestados confía ‘mucho, bastante o algo’ en la acupuntura y que el 52,7% confía ‘mucho, bastante o algo’ en los productos homeopáticos.
¿Y sobre el horóscopo y otros fenómenos más populares qué se sabe? En esta encuesta un 14,7% de los participantes creen en los horóscopos, un 22,5% en fenómenos paranormales, un 22,9% en los curanderos y un 27,6% cree en los números y en cosas que dan suerte. Otro estudio un poco más antiguo (de 1999), que abordaba también este tema, defendía que el 41% de los jóvenes españoles cree en la astrología y el horóscopo, el 33% en la posibilidad de predecir el futuro, el 29% en los sanadores espirituales y el 20% en que existen personas capaces de comunicarse con el más allá.
Pese a todo, parece que la creencia en lo sobrenatural se ha ido incrementando desde la década de los 90 y que lo utilizamos para intentar suavizar nuestras angustias, que por cierto, son unas cuantas. Vivimos en tiempos revueltos los jóvenes de hoy en día aunque señores como Antonio Navalón estén empeñados en que los millennials somos "dueños de la nada", que no nos identificamos con ninguna aspiración “política o social”, que no tenemos “vinculación con el pasado” y que nuestra “indiferencia hacia el mundo real” son los rasgos que mejor nos definen. Lo cierto es que hay bastantes cosas que nos preocupan como el cambio climático, la corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades profesionales y económicas, según refleja la encuesta de Global Shapers realizada a 31.000 jóvenes de entre 18 y 35 años de más de 180 países. Si nos centramos además en España, la sexta edición del Informe Millennials elaborado por Deloitte le suma a la lista anterior otros factores como el desempleo y el terrorismo. Así que sí, hay bastantes cositas que nos inquietan, nos atormentan y nos perturban.
Jóvenes conscientes que buscamos nuevas herramientas que "nos hagan entender"
Carmen Valencia explica a Yasss que sí que cree que ha cambiado la percepción de la gente y de los jóvenes sobre la meditación y estas artes y afirma que "ha habido una apertura mental de búsqueda porque la gente está muy ‘tocadita’ y muy estresada. Vivimos muy deprisa, sobre todo en las grandes ciudades, donde se busca conectar con el cuerpo". Por su centro, situado en pleno centro de Madrid, pasa todo tipo de gente: desde niños de 3 años a gente más mayor con todo tipo de perfiles y creencias (médicos, arquitectos, ingenieros, creativos, agnósticos, escépticos, etc.). Incluso perros y gatos que se someten a sesiones de Reiki.
Desde su experiencia, Valencia resalta que los jóvenes están interesados sobre todo en "cursos de meditación para conectar con su ser y 'estar en paz', en el Yoga, en el Reiki, para equilibrar el campo energético y desbloquear impactos negativos que podemos tener enquistados desde pequeños, o en el Tarot evolutivo (que no predictivo), donde ven lo que le está pasando y trabajan energéticamente desbloqueando sus miedos y tomando conciencia de su interior”. Para Carmen, los jóvenes somos "muy conscientes" y, en vez de "echar la culpa al mundo externo, tratan de trabajar sus patrones y de tomar conciencia de lo suyo. En su vida se aburren bastante y con estas herramientas empiezan a entender las relaciones emocionales y a emitir su luz", concluye.
Por su parte, Irene Cano, reafirma también éste fenómeno. Cano es arquitecta técnica y psicóloga en la vida “presencial/real” y astróloga en su vida online a través de su blog ‘el Paje de bastos’. Ella vive en Sevilla y, según nos explica en una entrevista, también ha notado un interés creciente de la gente joven por este universo: “Los jóvenes no dejan que les digan en lo que tienen o no tienen que creer. Igual que no se dejan intimidar por lo que es un trabajo formal y lo que no, desafían, ese es su trabajo. Nunca pensé que iba a tener público entre los 19 y los 30 y sí que lo tengo, de hecho va en aumento”. Irene matiza que a ella acuden todo tipo de perfiles, principalmente mujeres, pero también hombres comprendidos entre los 24 y los 50, varios chicos de 19 y mayores de 50 años, "con estudios y sin ellos, con más y con menos cultura. Lo que me sorprende es que cada vez atiendo a más personas que vienen de campos científicos como la farmacia o la biotecnología, no porque me parezca mal, sino porque yo por mi experiencia sé que en esos ámbitos hay una mayor tendencia a cuestionarlo todo, lo que me parece estupendo", afirma.
Preguntada por el tipo de servicios que ella ofrece y que más le interesan a los jóvenes, Cano nos explica que normalmente suelen acudir a ella "sin saber muy bien lo que quieren" y que suele empezar ofreciéndoles una sesión de 'carta natal' y 'revolución solar': "Ahí conecto con ellos, es bonito porque muchas veces esa misma sesión ya es suficiente para ellos. Tienen un momento de entender dónde estaba el problema que les bloqueaba en sus relaciones o en el trabajo - o en la búsqueda de empleo-, que casi nunca es dónde ellos creían. A veces se quedan un tiempo trabajando conmigo, en un proceso de coaching, otras veces no nos vemos hasta el año siguiente, en su próxima Revolución Solar (lo de "nos vemos" lo digo porque es a través de skype)", concluye. En este sentido, no solo ha cambiado la percepción del ocultismo por parte de los jóvenes, sino que también ha evolucionado el negocio y la imagen de las brujas.
Que los jóvenes nos refugiemos en la fe, en la psicología o en aficiones como el deporte cuando nos encontramos en situaciones difíciles o de ansiedad no es nuevo. Que mostremos abiertamente nuestras inquietudes y curiosidades en las ciencias ocultas, en herramientas evolutivas o en la meditación, parece que ahora tampoco lo es.