¿Sabías que hemos producido más plástico en los últimos 10 años que en la totalidad del siglo pasado? ¿Es necesario tanto plástico en nuestras vidas?

Hace unos días te contábamos cómo la influencer Amelia Whelan había aprovechado sus redes sociales para denunciar el estado de las playas de Bali y también cómo la "isla" de plástico del Pacífico abarcaba ya más que Francia, Alemania y España juntos (hay 1,8 billones de piezas de plástico que pesan 80.000 toneladas y la cosa va a peor). Poquito a poco el plástico ha ido conquistándolo todo hasta el punto que cada ciudadano genera cerca de 60 kilos AL AÑO.

Pero es que, por si todavía no te da suficientemente pena la estampa, tenemos más datos, como los revelados por una investigación reciente en The Guardian: cada minuto se venden un millón de botellas de plástico en el planeta. De esas botellas solo se reciclan el 14% y nunca vuelven a ser botellas, pasan a ser ropa o juguetes.

¿Por qué debes reducir el consumo en tu día a día?

El problemita viene en su composición ya que en el plástico convencional la materia prima es el petróleo y no es biodegradable, lo que significa que no sirve de alimento a ningún ser vivo y esto hace que nunca desaparezca, no sufre ninguna alteración en su composición química. Esto, unido a su creciente producción amenaza con contaminar cada rincón del planeta, especialmente los mares. Según Greenpeace, cada año los mares y océanos son receptores de hasta 12 millones de toneladas de basura. Esto es un auténtico drama, para que vamos a engañarnos, y más teniendo en cuenta que la producción de plásticos se acercará en 2020 a los 500 millones de toneladas (un 900% más que en 1980).

A ver, la verdadera movida es que el plástico está asociado a los modos de consumo ya que la mayoría se emplean para envases de un solo uso. Durante los años 60 se empezaron a sustituir muchos productos como la madera, el cartón o el vidrio en los embalajes por este material y ahora muchos movimientos ciudadanos están reivindicando lo contrario: un estilo de vida libre de plásticos de un solo uso reduciendo la cantidad de plástico que se pone en circulación y apostando por la reutilización.

Consejitos Yasss para frenar esta cultura de "usar y tirar plástica":

1. En sinplastico proponen 3 sencillos pasos para empezar a reducir el uso de este material: el primero es identificar nuestro consumo de plástico, el segundo es “mantener la calma y elaborar un plan” (primero empezar reduciendo las bolsas de la compra, las botellas, los envases para conservar los alimentos, las bolsas para pesar la fruta o la verdura, etc.) y por último ir sustituyendo todos los objetos de plástico poco a poco (¡de golpe no, que no se trata de generar más residuos!).

2. Consejitos 'chupaos' para el día a día:

Trata de sustituir productos como botellas de agua por botellas de vidrio (o las de plástico reutilizarlas), cepillos de dientes plástico por otros de madera, no usar pajitas o cubiertos de plástico, limpiar la casa con ingredientes naturales, elegir desodorantes naturales sin plástico, cepillos elaborados con bambú, volver a las cuchillas de toda la vida... ¡Pequeños gestos que significan mucho!

3. En las playas ya que te pones y recoges pues oye, termina el trabajo y tira la basura al cubo

4. Amigas, la copa menstrual: buena para ti y para el medio ambiente

5. En el súper trata de comprar marcas que no utilicen tanto plástico para envolver los productos:

La cadena de supermercados ecológicos Ekoplaza ha inaugurado el primer supermercado “libre de plásticos” en Amsterdam. Este nuevo ‘Ekoplaza Lab’ es un pop up que ofrece solo productos a granel o envueltos en papel, cartón u otras alternativas con certificación ecológica. También evita estos compuestos derivados del petróleo en las bolsas y embalajes a disposición del público.

6. Evitar las prendas sintéticas ya que arrojan microfibras y elegir tejidos naturales o reciclados

7. Por supuesto, reciclar

8. Comparte este artículo sin miedo y difunde la palabra. ¡No te cortes!

Y si empiezas a aplicar cositas "desde yasss", te hacemos la ola. ¡O qué leches: el tsunami!