Te acuestas y te levantas con él. No, no estamos hablando de tu novio ni de tu pijama. Tampoco de tu perro. Nos referimos al Whatsapp. La famosa aplicación de mensajería se ha convertido en la niña de tus ojos y, si ella te dice ven, lo dejas todo. ¿Qué tendrá WhatsApp que ha enganchado a tanta gente? Y es que no eres el único: la app de mensajería cuenta ya con 1.500 millones de usuarios al mes en todo el planeta y cada día se envían más de 60.000 millones de mensajes a través de ella. “Pues muy bien, pues no pasa nada”, estarás pensando. Pues sí que pasa, amigui, porque puede que tu app favorita te esté convirtiendo en peor persona sin que te des cuenta. What?! Te contamos ya mismo por qué.
Pasas de tus amigos cuando quedas con ellos
Llevas semanas sin verles y por fin ese encuentro tan esperado ha llegado. ¡Vas a quedar con tus colegas! Habéis tardado en poneros de acuerdo porque tenéis unas agendas que ríete tú de las de Lady Gaga o Madonna, así que os vais a coger con muchas ganas y le daréis tanto al pico que vuestra cena va a parecer un ‘Sálvame Deluxe’. ¡Lo primero es el salseo! Enseguida os ponéis al día de los temas más urgentes, ya sabes, quién se ha liado con quién y esas cosas.
Aunque tenéis mucho de qué hablar, después de haceros unos cuantos selfies, empezáis a ignoraros unos a otros. Y no, no es que os caigáis mal, es que los cantos de sirena de WhatsApp os llaman. Sí, a ti también. Aunque les adoras y lo que te están contando tus amigos te interesa de verdad, no puedes evitar acudir a la llamada de eso que vibra. No, no es un juguete sexual, son los mensajes que aparecen en la pantalla de tu móvil. Aunque intentas resistirte, los avisos de WhatsApp acaban acaparando tu atención como si de un ejército de vedettes y drag queens se tratase. Y ahí estás tú, con tus deditos deslizándose por el smartphone leyendo y contestando mensajes mientras pasas de los amigos de carne y hueso que tienes enfrente.
Te has vuelto muy exigente y quieres que te contesten al minuto
“¡Tía, es que le he mandado un WhatsaApp hace diez minutos y aún no me ha contestado!”, has dicho indignado/a en más de una ocasión. A ver, relax, que esto no es la CNN. Lo de la inmediatez está bien pero depende para qué cosas. Seguro que la respuesta a ese “Holi, ¿qué haces?” puede esperar un poco. Puede que tu contacto no te haya contestado no porque pase de ti, sino porque está ocupado con otras cosas o prefiere hacerlo con más tiempo para dedicarte mayor atención. ¿Ves? Y tú pensando mal…
Ya te habrás dado cuenta de que WhatsApp te está volviendo una persona demasiado impaciente. La rapidez con la que la aplicación permite enviar y recibir mensajes, y el hecho de que todo el mundo tenga siempre el móvil a la mano, hace que te desesperes enseguida cuando ves que alguien no te contesta al momento. Te olvidas de que quizás la otra persona no haya visto tu mensaje, de que tal vez lo haya visto pero no pueda contestarte o de que puede que lo haya leído pero prefiere responderte en otro momento. Y no, todo eso no quiere decir que le caigas mal o que te quiera menos.
Hablas en los grupos pero no lees a la gente
“Focos a mi persona” es lo que te falta decir cada vez que intervienes en un grupo de WhatsApp porque, chico, lo tuyo es afán de protagonismo en estado puro. ¿Y qué hay de malo en ello?, pensarás. Pues en realidad lo malo no es que te guste ser prota. Lo que no mola nada es que intervengas en el grupo de WhatsApp de turno y no hagas caso a lo que han dicho los demás.
Seguro que a los miembros del grupo les haría mucha más gracia que esa folclórica con afán de protagonismo que llevas dentro se manifestase de otra forma. Cántate algo en una nota de audio: llamarás la atención, que es lo que te gusta, y al mismo tiempo harás gracia. Algún día tendrás tu propio espectáculo en Las Vegas como Britney Spears, pero de momento, recuerda, lo que da sentido a los grupos de WhatsApp no es solo intervenir tú, sino leer también lo que dicen tus contactos, entablar conversaciones y no solo llegar llegar, soltar tu rollo y bye.
Te has convertido en un pequeño espía muy pesado
¡Menudos trabajazos de investigación te marcas en WhatsApp! Aunque más que investigación, lo tuyo parece espionaje. Te pasa con tus amigos y también con tu crush. Cuando os dais los números de teléfono y os ponéis a whatsapearos te pones insoportable. Entras para ver si está en línea, te rayas porque compruebas que está dentro de WhatsApp pero no ha abierto tu mensaje, vuelves a entrar, miras cuándo se ha conectado por última vez y así pasas la tarde.
Con los grupos whasapperos, te pasa más de lo mismo. Entras para comprobar qué miembros del chat han recibido tus mensajes, quiénes los han leído y cuáles de ellos no han respondido a pesar de haberlos visto. Y luego dices que estás harto de esa vecina cotilla que siempre te está espiando por la ventana. Pues va a ser que la cotilla eres tú, con la diferencia de que has cambiado la ventana por la pantalla de tu móvil.
Mandas notas de voz demasiado largas
No dudamos de que a todo el mundo le gusta escuchar tu dulce voz, pero el tiempo es oro. Enviar una nota de audio de 5 minutos por WhatsApp quizás sea demasiado. Es mucho más práctico que llames por teléfono a tus amigos para contarles tu fin de semana o que, directamente, te hagas un podcast y lo mismo hasta saltas al estrellato con tus dotes de comunicación.
Tienes mucha labia, a todos les encanta escucharte, pero te damos un consejo en forma de frase viejuna: en Whatsapp lo bueno, si breve, dos veces bueno. Los Stories de Instagram pueden ser una buena alternativa para contar tu vida al mundo y, oye, ¿quién sabe si puedes convertirte en un auténtico influencer? Las anécdotas que cuenta Ana Obregón no son nada al lado de tus historias, que a veces son tan surrealistas que podrían inspirar al mismísimo Spielberg.
Cotilleas conversaciones ajenas
Se te van los ojillos en el metro, en el tren y en el autobús. Y no, no se te desvían precisamente a ningún paquete, trasero o escote. En realidad los ojos se te van porque no puedes evitar leer conversaciones de WhatsApp ajenas. Las sigues con interés, como si estuvieses leyendo el último libro de Ken Follet. Pero no, en realidad estás sumergido en la conversación de WhatsApp de la chica que tienes sentada al lado, cuyo texto podría estar sacado perfectamente de cualquier escena de ‘Al salir de clase’.
Lo más divertido es la cara que pones cuando te pillan leyendo la conversación. Te rascas la cabeza, te pones súper digno/a y miras a otro lado como si la cosa no fuera contigo. Lo que no imaginas es que puede que también te hayan cotilleado a ti tus charlas de WhatsApp mientras le dabas a los deditos ajeno a todo. Quizás esa conversación con tu churri que podría ser el guión de una peli porno ha hecho que a más de uno le entrasen calores en el bus.