Amigos, ayuda y todo incluido: vivir en un colegio mayor frente a una residencia o un piso compartido
La experiencia de un colegio mayor es totalmente distinta a la de una resi o piso compartido: allí encontrarás amistades, formación complementaria y apoyo en tus estudios
Por fin acabas segundo de bachillerato, el curso más difícil y agotador hasta la fecha (este año, aún más si cabe) y llega el gran momento: elegir carrera y universidad. La mayor parte de la oferta de grados en la pública están concentrados en las grandes ciudades, por lo a muchos estudiantes no les queda otra que hacer las maletas, despedirse de su familia y amigos y buscar el mejor sitio en el que vivir los próximos cuatro años. Y eso no se limita a elegir ciudad, sino que incluye todos los modelos posibles de vivienda para estudiantes, que no son pocos.
Aunque las residencias de estudiantes y los pisos compartidos son la opción más habitual, los colegios mayores siempre tienen un aura de leyenda universitaria. En Yasss te contamos todo sobre estos sitios, por si quieres animarte a hacer de ellos un hogar durante tu próxima etapa escolar. Allá van.
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El sentimiento de pertenencia
Las diferencias entre los pisos compartidos y las residencias ya las tenemos claras: los primeros suelen ser más baratos y ofrecen más independencia, aunque exigen una mayor organización y paciencia, sobre todo con determinados compañeros, mientras que los segundos son como hoteles para estudiantes. Allí socializarás con gente de tu edad que viene de todas partes de España, encontrarás un apoyo y podrás integrarte gracias a las decenas de actividades organizadas que preparan los más veteranos, sobre todo los primeros años.
Pero, ¿sabes la diferencia entre residencia y colegio mayor? Lo cierto es que no está muy clara y para mí (que he vivido en resi y piso compartido, pero nunca en un colegio mayor), estos sitios siempre han tenido una connotación un poco sectaria. Si conoces a alguien que haya vivido en un colegio mayor, comprobarás que muchos se definen por el sitio en el que hayan vivido, lo que no oirás nunca de boca de alguien que haya vivido en un piso compartido o en una residencia de estudiantes. Nunca dirás ‘soy del piso de Paco, Rocío y David’, pero sí escucharás “soy del Pedralbes”, del Ana Mogas o del Chaminade.
Quienes viven en un colegio mayor suelen definir a sus compañeros como ‘una familia’, como su segunda casa. Y es que la vida en un colegio mayor no para: tienen equipos deportivos, actividades formativas complementarias y excursiones o eventos culturales. Como las residencias, pueden ser mixtos o estar segregados por género, lo que aún hoy es bastante habitual, pero se centran tanto en el desarrollo personal como en el académico de sus estudiantes. Esto puede resultar un poco invasivo para muchas personas, aunque otros lo agradecen bastante.
El día a día en un colegio mayor
En realidad, un colegio mayor ofrece algo más que un sitio donde pasar el tiempo: es una experiencia. Allí estudias, comes y duermes, pero también asistes a eventos culturales, deportivos y sociales, a ponencias de personajes públicos y a ciclos de cine y teatro, además de otras actividades de voluntariado o turismo. En la organización de todos estos eventos se vuelcan tanto la directiva del colegio mayor como los veteranos, que te ayudarán con lo que puedas necesitar.
A partir de las siete (depende del centro) suele abrir el comedor, para que los estudiantes desayunen antes de ir a clase. A esa hora suele pasar también el personal de limpieza y el o la responsable de la residencia, que visita a los estudiantes casi a diario, por si necesitasen algo. Después, los estudiantes van a clase o aprovechan para estudiar, bien en sus cuartos o en los espacios habilitados para ello dentro del propio centro.
Hacia mediodía muchos estudiantes vuelven de clase, comparten el aperitivo o van a comer y, después, se sientan a charlar con sus compañeros o vuelven a clase. Pero, además de estudiar, pueden realizar otras actividades: muchos centros cuentan con salas de música, videojuegos, televisión o gimnasio. Eso sin contar los eventos que puedan tener programados ese día.
En resumen: pros y contras
Los colegios comunes se venden como espacios de convivencia y experiencias únicas, y es cierto que quien pasa por uno suele enmarcar allí algunos de los mejores recuerdos y amistades de su vida. Pero también es verdad que su precio no está al alcance de todos los bolsillos: en muchas ciudades superan los 1000 euros al mes.
La principal queja de estos centros, además del precio, es la pérdida de intimidad e independencia, al menos si se compara con los pisos compartidos. Suelen tener horarios muy marcados y muchos de los que viven allí reconocen que alguien se quede a pasar la noche, al menos oficialmente. Alrededor de las once de la noche suelen cerrar los espacios comunes y el conserje se encarga de guardar el colegio por la noche. Así, la jornada acaba en el colegio mayor, que en la mayoría de los casos te pone una hora para entrar, como tarde, por la noche, por lo que si no llegas a tiempo tendrás que esperar a la mañana o enfrentarte al rapapolvo de tu responsable.
¿Y los pros? Bueno, todos los que hemos comentado: la formación complementaria, las amistades, el ambiente tan cómodo que se crea y que, sin embargo, te permite seguir centrándote en tus estudios, las actividades complementarias, los viajes organizados y, ante todo, que no te tendrás que preocupar ni por lavar la ropa ni por hacer la comida.