Con apenas once años, Ángela comenzó a sentirse insegura por su cuerpo, pero no era cuestión de peso, ni de rasgos faciales, ni de lo largo o corto que tenía el pelo. Lo que le acomplejaba era el sudor, y es que durante toda su adolescencia y edad adulta ha sufrido hiperhidrosis.
“Sudo mucho y me genera inseguridad. ¿Ves cuando tienes clase de gimnasia y luego te pasas el resto del día incómodo porque te notas sudada y hueles mal? Pues así me he sentido yo toda mi vida”, confiesa Ángela, la joven leonesa de 23 años. “Llega un punto en el que te acostumbras y aprendes a vivir con ello, pero eso no lo hace menos difícil”.
Con sudores excesivos en manos, pies, axilas y frente, así vive Ángela. “Condiciona mucho, porque no me puedo dejar flequillo, se me engrasa. Al dar la mano a alguien siempre suda, y no es como lo de David Broncano que se toma a risa, hay gente que me ha dicho que qué asco. Tampoco puedo ponerme ropa de ciertos colores porque se nota más el sudor de las axilas. Y todo esto es peor cuando estoy nerviosa”, nos relata.
“Hay días que quieres dar una buena impresión y eso hace que me ponga nerviosa y sude más”, explica. Al preguntarle por algún ejemplo, Ángela enumera “el primer día de universidad, una cita con alguien, la defensa del TFG… Imagina que en todos los momentos importantes de tu vida tuvieses que preocuparte de no sudar y dar impresión de que eres una persona sucia o poco higiénica”.
Al sudor le acompañan otros síntomas como la dermatitis o la bromhidrosis. “Si hace mucho frío o mucho calor tengo brotes de dermatitis. Me quiero arrancar la piel a tiras de lo que me pica. Ahora estoy así y el sudor empeora los brotes, pica más, se enrojecen y a veces me he llegado a hacer heridas”, comparte. “Luego está el tema del mal olor sobre todo en pies. Al sudar mucho tengo tendencia a queratolisis, que básicamente es una infección de bacterias que causa heridas y mal olor. La vergüenza que he pasado toda mi vida cuando tenía que quitarme zapatillas en un probador o en un sitio con más gente, no la sabe nadie”.
El sudor es un mecanismo para regular la temperatura. Si nuestro cuerpo tiene un exceso de calor, necesita expulsarlo de alguna forma, y esa forma es la sudoración. El problema surge cuando el sudor es excesivo, altera tu rutina diaria, aparece sin motivo o causa malestar psicológico. En esa situación hablamos de hiperhidrosis.
La causa de la hiperhidrosis parece ser un fallo en el sistema nervioso simpático, que es el encargado de controlar el sudor. Se produce una respuesta excesiva y desproporcionada ante estímulos térmicos leves o situaciones emocionales ambiguas. En otras palabras, se suda aunque el cuerpo no esté caliente ni la situación sea especialmente estresante. Y, en consecuencia, en situaciones en las que sí es normal sudar (porque hace calor o porque estás nervioso), se suda todavía más.
Este fallo nervioso puede ser causado por ciertos fármacos como los antidepresivos, por algunas enfermedades como la diabetes mellitus o, como en el caso de Ángela, por motivos totalmente desconocidos.
La hiperhidrosis por causa desconocida es la más frecuente, comenzando en la pubertad y asociándose a factores genéticos. Es habitual que alguien en la familia también sufriese sudoración excesiva.
Respecto al pronóstico cabe decir que es bueno, ya que muchas de las personas que padecen hiperhidrosis por causa desconocida mejoran entre los 25 y los 30 años de forma espontánea.
El tratamiento de la hiperhidrosis incluye fármacos como pomadas astringentes para reducir la sudoración desde la superficie o medicamentos anticolinérgicos para regular el funcionamiento del sistema nervioso simpático desde el interior del cuerpo.
También se recomienda en algunos casos la terapia psicológica, ya que la hiperhidrosis puede ser muy incapacitante a nivel emocional provocando deterioro de la autoestima, ansiedad, depresión, miedo a socializar y dificultades de pareja. Este fue el caso de Ángela, que necesitó ir a un profesional para sobrellevar la ansiedad social. “La hiperhidrosis es muy dura y si además te insultan o te tratan diferente por ello, todavía más. Yo he sufrido fobia social desde los 16 hasta los 20 años”, comparte con Yasss.
“Es muy fácil decir a alguien que tiene un complejo que se acepte y ya, pero cuando te pasa a ti solo quieres cambiar”, explica, y por eso Ángela ha decidido probar una nueva terapia: la de la toxina butolínica o botox. Se trata de un tratamiento indicado para sudoración excesiva en manos y axilas. “Tengo muchas esperanzas y si funciona, podré vivir con normalidad tanto a nivel psicológico como a nivel físico porque creen que mi dermatitis mejorará”.