Varios estudios han dicho que las personas solemos calar a la primera de cambio a otros con un breve análisis que hacemos en base a la primera impresión que nos ha causado en tan solo 90 segundos. Se trata de un recurso adaptativo del ser humano con el que captamos si la persona delante nuestro es peligrosa, amable, superficial, cercana…
Las personas analizamos constantemente todo lo que nos rodea hasta el punto de procesar evaluaciones instantáneas en base a nuestra personalidad, miedos o necesidades. De hecho, cada día nos llegan cientos y miles de estímulos que no tenemos tiempo de procesarlos de forma consciente.
Es como si nuestro cerebro estuviese programado para llegar a rápidas conclusiones con poca información para estar prevenidos de lo que sea. De esta forma, relacionamos rápidamente al conocer a una persona con otras del pasado que nos hayan hecho daño, si su tono es amable o si la sonrisa es sincera o tan falsa como nuestra vecina.
También es importante conocer el efecto halo, que es la forma que tenemos de sacar conclusiones globales de grupos o etnias de personas sin conocerlas de forma individual, como el psicólogo Edward L. Thorndike apuntó 1920. Un ejemplo sería que al conocer a una persona que nos parezca atractiva, relacionemos automáticamente que, por su imagen agradable, todo va a ser bueno, cuando no tiene por qué.
La primera impresión no es una ciencia exacta y en muchas ocasiones cometemos errores al juzgar por una simple apariencia. Aunque tiene un efecto directo que no podemos negar, no tiene que impedirnos que sea algo determinante. Por eso, es importante también conocer cómo nos ven los demás. Descúbrelo con este sencillo test.