Vacaciones en España: la Ruta de las Caras en Cuenca conquista a los que la practican
La Ruta de las Caras es un parque en medio de un paisaje precioso en Cuenca
Un puñado de caras esculpidas en la piedra: ese es el recamo de la ruta de las Caras, uno de los sitios más curiosos (y también más desconocidos) de España. Está ubicada junto al pantano de Entrepeñas, en Cuenca, y es una zona llena de pinares y rocas areniscas. Un paraje precioso y entretenidísimo, en tonos verdes y ocres, a apenas una hora de distancia de Madrid.
Desde la ciudad, basta con cruzar Guadalajara hasta llegar a Buendía, el pueblo que da nombre a este rincón de cuento. Mucho antes de llegar ya nos encontraremos con las vistas que la erosión natural del río ha esculpido en la roca, junto al pantano que acumula las aguas del río Tajo.
MÁS
Un rincón relativamente desconocido al que merece la pena ir al menos una vez en la vida. Por eso, y porque este verano el turismo va a ser de interior, en Yasss te contamos todo sobre la Ruta de las Caras, apta para todas las edades. Quién sabe, quizás tu plan estival este año pasa por Cuenca.
Con familia, amigos…
Es un espacio abierto y gratuito que, en la medida de lo posible (¡y especialmente en julio y agosto, que hablamos de Cuenca!), conviene evitar durante las horas de sol. Pero también es una auténtica locura: ¿Una montaña con caras cinceladas? ¿A qué viene esto? La locura es de los artistas Jorge Maldonado y Eulogio Reguillo, que hace casi 30 años comenzaron este proyecto, aprovechando lo fácil que resultaba manejar la piedra arenisca que rodeaba el pantano.
Las dos primeras estatuas son La Monja y Beethoven, pero el proyecto se alargó hasta 2007, cuando Maldonado y Reguillo terminaron las estatuas de Maitreya y Arjuna. En total, podrás pasear y descubrir hasta 18 estatuas de todos los tamaños por su ruta de senderismo: desde la más pequeña, que incluye un duende de menos de un metro, hasta la más grande, Maitreya, que supera los 4 metros.
El paseo no es muy largo, de una media hora, y las estatuas están repartidas en tres grupos. Además, cada una está acompañada por un cartelito explicativo donde se explica la obra: su autor, la fecha de creación, el nombre y el tamaño… Antes de la cuarentena, durante el fin de semana, también se ofrecían visitas guiadas por la zona.
Además de lo curioso de las caras que recorren la montaña a lo largo de un kilómetro y medio, también podremos disfrutar de un entorno natural precioso. Pero ahí no acaba la excursión.
Un cuento extraño
Pasear por ese rincón tan bizarro te genera muchas sensaciones, pero dudo que te deje indiferente (¡y a un niño, mucho menos!). Desde luego, no lo hará una de las estatuas más conocidas de la ruta, ‘De muerte’, una calavera que se ubica junto a un mirador desde el que puedes disfrutar de las vistas del embalse. Al parecer, los autores esculpieron ahí esa imagen después de encontrar los restos de una mujer en esa zona.
Muchos escultores amateurs se han animado a hacer sus propias obras en los alrededores, animados por este rincón. El problema es que esta piedra, que es muy manipulable, también es bastante débil, por lo que acaba por venirse abajo. Verás los restos alrededor y podrás hacer un picnic en los merenderos de la zona y después darte un baño en el agua de Buendía.
El pueblo también merece una visita, con los restos de su muralla, las cuevas que servían como bodegas y una bonita Plaza Mayor porticada, llena de terrazas. Y un poco más alejada, de vuelta en dirección a Guadalajara, podrás encontrar el Sitio de la virgen, una ermita dedicada a Nuestra Señora de los Desamparados (¡sorpresa!) esculpida en piedra a orillas del río Guadiela y que tiene su propia área recreativa.
Otras visitas
La cosa no queda ahí, porque Cuenca tiene parte de la Alcarria, uno de los increíbles parajes naturales de los que escribía Camilo José Cela y cuyo relevo cogió Sergio del Molino en ‘La España Vacía’. Una zona con pequeños pueblos repartidos por el territorio y que incluye paisajes impresionantes de todo tipo, aire puro y joyas arquitectónicas con más de diez siglos de antigüedad.
La zona de Brihuega, por ejemplo, está muy relacionada con la lavanda, y tiene campos que no envidian en absoluto a los de la Toscana italiana. Para ver los campos en floración, además, hay que esperar hasta julio, justo a tiempo para verano.