El primer viaje en avión: adiós al temido mareo y otros consejos para relajarse y disfrutar
Preparar todos los detalles con antelación y conseguir un buen asiento te ahorrará la desesperación aeroportuaria
Siempre hay una primera vez para todo. El primer concierto, el primer gran amor de verano, la primera zambullida en el mar. Una vida plena puede definirse por la suma de nuestras primeras veces, cuando la memoria las ha parcheado y corregido para las recordemos como algo único. Incluso para los que piensan que todas las vidas se parecen y funcionan en los mismos términos, en realidad, cada persona vive diferentes experiencias y aprende a adaptarse de forma distinta al magma de lo desconocido. Viajar es una. Te sorprendería la cantidad de gente que nunca ha viajado en avión y de las preguntas que se hacen. Muchas preguntas, sobre todo si el viaje es largo.
Te damos algunos consejos para disfrutar de tu primer viaje en avión.
Prepárate con antelación
Hoy en día, tal y como están montados los protocolos en los aeropuertos, hay ciertas comodidades de las que antes no disponíamos. Si lo que quieres es que tu primer viaje en avión sea despreocupado, como si te deslizaras por una cinta transportadora de inercia, prepáralo todo con antelación.
Escoge un buen asiento, haz el check in, imprime las tarjetas de embarque, pesa el equipaje y comprueba que las medidas no exceden las que piden para poder meterlo en la cabina (aunque ahora esto ha cambiado y a los pasajeros que llevan equipaje de mano les obligan a meter el equipaje en bodega; por eso es clave reservar algo del dinero del viaje para el embarque prioritario).
Sobre todo, diseña cómo acortar los tiempos. Los aeropuertos son lugares abúlicos, cansados. El agotamiento se larva en los pequeños detalles: la hora de transporte público que nos toca hasta la terminal, no haber previsto el exceso de equipaje, un objeto metálico que nos dejamos en el bolsillo y pita en el arco detector... Si nos aseguramos que no haya fallos, el paseo desde las puertas de embarque hasta el asiento será indoloro y silencioso. Puedes incluir estos costes en el presupuesto del viaje: desde el taxi que te lleva a la terminal al snack que te tomas esperando a que anuncien la puerta de embarque. Estás viajando, no cumpliendo trámites.
Agénciate para el vuelo una botella de agua. Muchísima gente se olvida de hacerse con una en su trasiego en las puertas de embarque y la comprobación de los billetes.
Una de las ventajas de prepararlo todo con mucha antelación es que los aeropuertos son verdaderos acuarios para tomar notas y aprender de la psicología humana. Si no tenemos que atender a la logística, podemos pararnos a tener un momento de reflexión y meditación con nosotros mismos, o mirando a los demás.
Elige un buen asiento
Quizá tengas que pagar un poco más, pero es satisfactoriamente orgásmico cuando tu asiento está tan bien situado que el embarque y la salida se producen fluidos.
Los asientos de clase económica son los más incómodos. Por lo general, cuanto más alto es el número, mejor es el asiento. El de la primera fila o el que está junto a la salida de emergencia suelen brindarnos más espacio para mover las piernas, aunque esto dependerá de cómo haya diseñado la aerolínea su flota de aviones. Los asientos de las últimas filas pueden estar en contacto con alguna zona caliente del avión y ser más estrechos, al no poder reclinar el asiento. Ten esto en cuenta.
Si eres de los que no sufres de mareos, la épica de un buen viaje en avión satisface a los que eligen ventanilla y descansan la vista en las fortificaciones de las nubes y los campos. Si tu vejiga es respondona y llama varias veces al timbre, entonces mejor un asiento en el pasillo, al lado del baño. No todo el mundo se conforma con el cliché de la ventanilla, a veces ir al baño sin tener que saltar obstáculos y sortear gente a la que asesinarías es un buen indicativo de disfrute.
Los asientos de la fila de en medio solo dan disgustos y son para callados neurasténicos. Huye.
Malas digestiones
El mareo de toda la vida, más común en el viaje en coche que en el avión, en realidad se denomina ‘cinetosis’, y se debe al mal movimiento: falta de equilibrio, calambres, dolor de estómago. El ejército habitual de molestias.
Hay muchas maneras de evitar los mareos durante los vuelos en avión. Podemos buscar una referencia visual, un punto fijo que nos permita crear cierta estabilidad en el cerebro. También es importante no pasarse con la comida y las grasas, la cafeína, el alcohol o los refrescos y hacerse un plan de contingencia o de distracción que mantenga a nuestras sinapsis ocupadas. Básicos: una buena playlist (descarta leer algún libro, es otro de los factores que suele contribuir al mareo). Descárgate alguna app con técnicas de respiración; vienen muy bien cuando se te pone el estómago de punta y empiezas a cantar la traviatta en forma de geiser, y no te olvides de pedir una bolsa para el mareo a la tripulación del vuelo.
Si se te han taponado los oídos (barotrauma) por los cambios de presión, prueba a taparte la nariz y a expulsar el aire por las orejas. Despacio, fierecilla, despacio, si no quieres reventarte las trompas de Eustaquio.
Ya estás sentado en tu asiento. Con los consejos que te hemos dado, no has tardado tanto desde la cama de casa hasta aquí. Cierra los ojos y disfruta.