1. No regales horas a tu empresa por sistema
"¿Cuál es el horario?". Esa es la segunda pregunta más importante después de "¿cuál es el sueldo?". Y una vez lo conozcas, cúmplelo. En España somos los héroes del presentimos laboral. Según El Economista, un 62% de los españoles van a trabajar enfermos en vez de pedirse una baja para curarse más rápidamente. He estado en trabajos donde me miraban mal por levantarme a mi hora e irme. Y si eso ocurre es porque ninguno de mis compañeros se levantaba y se iba.
Es comprensible que algún día el volumen del trabajo haga que salgas un poco más tarde. Pero deberían ser excepcionales. A menudo un jefe puede decirte: "¡Es que queda trabajo por hacer!". Pero resulta que SIEMPRE va a quedar trabajo por hacer. Para eso existe el mañana. Recuerda que tú tienes una vida maravillosa fuera de la oficina. Sal de ahí.
2. No te conviertas en un anuncio perpetuo de tu empresa
En la era de las redes sociales es habitual ver a amigos que convierten sus redes sociales en una promoción del lugar en el que trabajan. Esto es comprensible cuando tienen su propia empresa y quieren hacerla visible (sus propios ahorros están en juego) o han participado en un proyecto del que se sienten especialmente orgullosos y lo quieren compartir con el mundo. Hasta ahí todo bien. Pero si tienes un amigo que saca en Instagram cada reunión, cada jornada y cada pequeño logro de su empresa (que no suyo), dile inmediatamente que está haciendo el ridículo. Y si no se detiene, bórralo. Tú sigues a tu amigo, no a una corporación. Lo comprenderá.
3. Es maravilloso llevarte bien con tus compañeros de trabajo, pero no los conviertas en tus únicos amigos
Básicamente porque si tu ámbito laboral se convierte también en tu círculo social entrarás en un bucle en el que hablarás de tus jefes, de tus reuniones y de tus tareas las 24 horas del día y terminarás con una camisa de fuerza en una habitación acolchada. También porque el mundo empresarial es imprevisible: ese compañero/a del que te has encariñado y que se ha convertido en tu gran aliado/a en esa oficina fría puede ser despedido/a o desplazado/a mañana mismo. ¿Quiere decir esto que no debes llevarte bien con tus compañeros? Por supuesto, e incluso cabe la posibilidad de que saques de la oficina un par de amistades duraderas. Pero no olvides a los que estaban antes. Esos amigos a los que te une una vida entera de experiencias en común, no la máquina de café.
4. Conoce tus límites: no puedes hacer lo imposible
Sí, intenta hacer cosas nuevas. Sí, ponte a prueba. Sí, explora territorios desconocidos. Pero si no hay una tarea que se sale de tu capacidad y tus dominios, exponlo de forma clara. Si hay algo que en tu trabajo te han mandado repetir diez veces porque no eres capaz de hacer correctamente, convéncete de una cosa: el error no es tuyo, sino de alguien que te ha encargado una tarea cuando tú eres más válido/a para hacer otra. En ese sentido, exprésate: si crees que no están sacando lo mejor de ti y tú podrías ser más necesario en otros menesteres, dilo. Lo cual nos lleva al siguiente punto.
5. No tengas miedo a tus jefes
Sí, los jefes imponen. Según algunos estudios, una de cada cuatro personas tienen un miedo irracional a sus superiores, incluso aunque estos sean justos, simpáticos y atentos (como los nuestros en Yasss, pero les tenemos miedo igual). Hasta cierto punto es normal: los jefes te pueden despedir. Pero aquí está la buena noticia: no te pueden hacer nada más. Los jefes no son tus padres, ni tu pareja, ni tu cura confesor. Tu jefe y tú compartís algo sagrado: los dos estáis en ese lugar para ganar dinero.
A menudo uno intenta evitar a su jefe, pero eso es peor. No tengas miedo de entrar a su despacho cuando necesites algo. No seas pesado, pero tampoco te escondas. Hazle saber que eres útil. Ten en cuenta algo importante: tú eres empleado de una empresa, no de tu jefe. Si está portándose como un tirano, háblalo con Recursos Humanos o con un superior. Y muy importante: nunca intentes arreglar ese miedo irracional acostándote con él. A mí nunca me ha funcionado. A veces desnudos dan aún más miedo.
6. Por favor, no seas pelota (a menos que seas un maestro en ello)
Y aquí vamos al punto contrario. Mira, lo malo de ser un pelota y convertirse en el Juanito el Golosina del jefe es que o lo haces de forma brillante y discreta o tus compañeros lo notarán y te odiarán al instante. Y con razón. La mala noticia es que pelotas profesionales, trepas buenos de verdad, hay muy pocos en el mundo. Esta decisión es tuya: puedes llegar alto de forma rápida siendo una persona repugnante o puedes currártelo gracias a tu talento y tardar más en tener tu propio despacho, pero dormir bien por la noche. Si haces lo primero estarás en tu derecho, pero te odiaremos para siempre.
7. Si tienes horario partido, abrázate al 'tupper'
A los españoles nos encanta comer fuera. Nuestros compañeros europeos, más organizaditos, son más de llevarse 'tupper'. Tú también deberías. No solo por ahorrar (algunas empresas, ya pocas, dan a sus trabajadores los famosos ticket restaurant que cientos de locales aceptan), también por tu figura y tu salud. En los restaurantes de menú del día, donde uno suele acabar en la pausa para comer si no se lleva la comida de casa, no se suele usar aceite de oliva y se abusa del refrito.
Incluso las opciones a priori más saludables pueden tener truco. Intenta llevarte tu 'tupper' pero, por favor, no te lo comas frente al ordenador. Hazlo en un banco o en un parque, airéate. Y eso sí: resérvate un día especial a la semana para ir a comer con algún compañero que te caiga bien a un restaurante cercano. Y si ninguno te cae bien, ve tú solo.
8. Vístete con sentido común
Vivimos unos tiempos de reivindicación, individualismo y libertad y en esta web defendemos todas estas cosas más que nadie. Pero en las oficinas existe un código no escrito de vestuario que normalmente hay que respetar (a menos que trabajes en un chiringuito de playa en Grecia, en ese caso por favor dinos dónde podemos enviar el currículum).
Básicamente, intenta ir a trabajar con ese estilo formal con el que vas a ver a tu abuela. No vayas en pantalones cortos si eres chico, no practiques un maquillaje digno de Rupaul's Drag Race seas chico o chica. Para no caer en lugares comunes un tanto sexistas: seas chico, chica o chique, la oficina no es el lugar donde enseñar demasiada piel. Fuera de ella, siéntete libre para expresarte como te venga en gana. Es tan sencillo como tirar de sentido común.
9. Cuida tu higiene
No hay nada más horrible que un compañero de trabajo que huela mal. Crea un ambiente enrarecido en el que nadie sabe muy bien cómo decirlo sin ofender (ojo: a menudo un olor corporal intenso puede no tener nada que ver con la falta de higiene sino con otros problemas, así que tampoco juzguemos a nadie sin conocer sus circunstancias). Otro melón digno de abrirse: ¿comes frente al teclado? Lávate las manos antes y después de hacerlo. De otro modo a tu teclado y a tu ratón se les quedará una capilla de grasa que podría alimentar a tres bull dogs.
10. Nunca escribas a las cinco de la mañana para decir que estás enfermo
La gente que está enferma de verdad suele darse cuenta al levantarse y avisa de que ha pasado una mala noche y está incapacitada para ir a la oficina. Tendrás que ponerte el despertador (o alargar la fiesta hasta la mañana) y escribir a esa hora. A mí nunca me creían cuando lo hacía al revés.
Otro consejo: si vas al trabajo con una resaca inmunda, lleva caramelos. Por mucho que te duches y por muy bien que te laves los dientes, el alcohol sale de tus poros como un demonio milenario que lucha por ser liberado. Estas son las tres palabras más te ayudarán en esa dura jornada después de "máquina de café": caramelos de menta. 11. Si tienes ganas de hacer caca, hazla en el trabajo
Hacer caca en el trabajo forma parte de tu horario laboral. Si lo haces en la oficina, ¡te están pagando por hacer caca! ¿Por qué hacerlo en casa de forma gratuita? Por cierto, sobre la caca hablamos largo y tendido aquí.
12. No te pilles una cogorza tremenda en tu primera fiesta del trabajo.
Utiliza esa primera fiesta para situar a cada uno: los que beben, los que no, los que se quedan hasta las mil, los que se van a una esquina a criticar, los que se drogan, los que cantan, los que vigilan. Elige tu grupo y únete a él en la segunda fiesta. Y si tienes que emborracharte, hazlo con un grupo en el que estén borrachos todos. Esta máxima te servirá para el trabajo y la vida en general: varias personas borrachas es bonito y divertido, una sola persona es lamentable.
13. Cuida tu cajón
Guarda en él las siguientes cosas desde el primer día: caramelos de mentol para las resacas, una rebequita para cuando el aire acondicionado es demasiado fuerte (en verano ocurre, te garantizo que ocurre), algo dulce para sobrellevar esa hora mortal que es la sobremesa y pañuelos para cuando no puedas evitar echarte a llorar delante del ordenador porque se te ha cerrado el puñetero Excel sin guardar después de estar toda una mañana completándolo.
14. Y recuerda: tú eres mucho más que tu trabajo.
Tú eres tú. Tú eres una suma enorme de cosas formada por tu familia, tus ideales, tu pareja, tu educación, tus sueños, tus vicios, tu pelo y tus amigos. Nunca llores por algo que te ha ocurrido en el trabajo. No merece la pena. Cada vez que te sientas fatal o que tengas un día de mierda: repítete a ti mismo/a: "Solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero, solo vengo aquí a ganar dinero...".