Nos recuerda Rigoberta Bandini en ‘Mamá’ que había mucho miedo, temor y pánico a “nuestras tetas”, y se preguntaba con sana ironía por qué el desnudo femenino sigue siendo motivo de controversia y censura en las redes sociales si todxs hemos mamado de un cuerpo que sangra, llora y está vivo. Como recordatorio, no está nada mal.
Salvando las distancias y el brutal peso de la cultura patriarcal en el alimento audiovisual que tomamos cada día, algo similar pasaba hasta hace unos años con el desnudo frontal masculino. Un vistazo rápido a la mayoría de producciones de cine y la televisión bastaba para concluir que ahí no había ni rastro de penes; al menos hasta que la balanza ha cambiado un poco y ahora el miembro al aire (idealizado en la pantalla, por desgracia) está empezando a ser una regla y no una excepción. La letra pequeña de esta revolución de baja intensidad es la lógica y previsible: la mayoría son falsos.
En la última década, un buen puñado de series norteamericanas se han despelotado sin paños calientes y han empezado a destapar esa especie de tabú visual que rodeaba a los genitales masculinos, gracias a que no están obligadas a ampararse en el código de la Motion Picture Association. El desnudo femenino era la constante, y no faltan lxs críticos ante esta tendencia extrema que hila todos los tabús que refuerzan la cultura patriarcal: mujeres de belleza instagramizable con un cuerpo desnudo perfecto, siempre en papeles jóvenes y visualmente atractivos.
Nos habíamos acostumbrado como buenxs cristianxs que pecan a admitir esto en un altísimo porcentaje de series y películas. Hay estudios que ya han dado cifras sobre esta balanza torcida. Al menos un 25% de las actrices interpretan papeles donde se incluye algún desnudo en las exigencias de guion. Aunque es también posible falsificar con prótesis un pecho o una vulva, nunca ha sido la norma.
Los genitales masculinos se llevaban la peor parte en esta epidemia de pacatismo. Era raro que un actor se mostrara en pantalla con su árbol bananero colgando. Hay teorías remontando el río. ¿Será que las tornas están cambiando gracias al aumento de mujeres en puestos de poder dentro de las producciones audiovisuales? Todas las cifras apuntan a que sí.
Son muchas las series y películas que, en la última década, han decidido levantar esa cortina y pasar del plano clásico de la ingle del hombre al frontal del miembro. Solo por nombrar las más recientes, tenemos a Steve Zahn en ‘The White Lotus’ (HBO); la generosa ración de penes al aire de los gladiadores hipermasculinizados de ‘Spartacus’, que por supuesto son todos de más de 17 centímetros (¿acaso la realidad no es así?... pregunta irónica).
El folleteo de ‘Pam and Tommy’ (Disney+), que relata la filtración de la cinta de sexo casero más famosa de los 90, viene con propinas visuales abundantes y un protagonista que mantiene conversaciones muy animadas con su miembro. En ‘El poder del Perro’, nominada a los Oscar, Benedict Cumberbatch saca a pasear su bratwurst bajo las espigas doradas del oeste americano justo después de bañarse en un río, en una de las escenas homoeróticas clave de la cinta.
Antes de este falso destape, muchxs recordarán el plano final de la mítica ‘Boogie Nights’ y ese pene mostrenco y desorbitado de Mark Whalberg, que interpretaba al actor porno Dirk Digler con un talento ‘voluminoso’, concretamente uno de 18 centímetros. Era una prótesis. La revolución será pequeña o se falseará.
Puede que el desnudo masculino se haya admitido. Lo que no lo ha hecho ha sido la diversidad, signo de que todavía nos quedan por romper algunos tabús duros como piedras. Son raros los casos de actores que aceptan enseñar su miembro real en la pantalla. La mayoría exigen utilizar prótesis adaptadas a las necesidades de guión o a la mera victoria de la vergüenza: un intérprete que no quiere que el mundo conozca cuál es el tamaño de lo suyo y demanda una prótesis que muestre, ahora sí, un pene normativo: de medio tamaño tirando a grande.
El uso de estos trampantojos como norma dista mucho de mostrar la diversidad, algo que sería deseable, y refuerza en nuestra imaginación un catálogo de penes estándar que no refleja la verdadera variedad de formas, tamaños e inclinaciones del aparato masculino. El tabú tiene el miembro viral largo, y hay de ti, insensato, si permites que tu película o tu serie los muestre grandes, pequeños, medianos; en fin, verosímiles y reales.
El caso más llamativo es el de ‘Euphoria, que sí ha mostrado penes ‘reales’ en sus escenas más controvertidas y no ha tenido reparos en destapar las vergüenzas de sus actores. El propio Sam Levinson, creador de la serie, ha explicado que no se sentía cómodo con la balanza tan desequilibrada que existía entre los desnudos masculinos y los femeninos, y ha querido remediarlo con los intérpretes de su criatura estrella.
En la serie, que no ahorra explicitud en las escenas relacionadas con drogas y sexo, los penes cuelgan como manojos de llaves, a razón de cuatro o cinco por capítulo en planos explícitos. No es el único. Claudia Costafreda, una de las creadoras de 'Cardo', se expresaba así:
“Queríamos mostrar sin ningún tipo de pudor una escena de sexo, que fuera erótica, que pudiera poner cachonda a la gente. Sexualizamos a Diego igual que sexualizamos a Ana, y no solo los genitales sirven para sexualizar, también los cuerpos, los besos, los tocamientos… Al final los genitales forman parte de un todo y no tiene mucho sentido taparlos”.
Un artículo reciente contó más de 30 penes (al aire) en una sola escena de la primera temporada de Euphoria, la del vestuario. En uno de los últimos episodios, el desnudo masculino se utiliza como metáfora de la vulnerabilidad y los deseos bisexuales reprimidos con el personaje que interpreta Eric Dane, el padre de Nate, que se baja los pantalones delante de sus hijos para enseñar al verdadero patriarca, en una mezcla de espanto y vergüenza ajena por parte del espectador, cada vez más acostumbrado a que las escenas ‘con pene’ se utilicen para reventar sus sinapsis y legitimen el tabú que rodea al miembro masculino.