Cuando miramos a algunos artistas nos parece que llevan toda la vida ahí, petándolo, encima de un escenario o reventando las gargantas de sus fans con otro temazo, pero no es así. Algunas como Lola Índigo saben reinventarse, no cada año, sino cada mes, cada semana, cada segundo.
¿Cuánto llevamos bailando ‘Ya no quiero na’? Ni se sabe. ¿Una canción con toques de trap y feminismo para ponerle punto en boca al gilipollas que te quiere callada y comiendo de su mano? Vale. Dónde hay que firmar.
A estas alturas, a Índigo la avalan el premio MTV Europe a la artista del año, videos con millones de visualizaciones y seis discos de platino. Su discografía y su ascenso para petar las discotecas de nuestro cerebro, en apenas dos años, ha fagocitado la escalera empinada de tropiezos que tuvo que superar hasta ser una de las cantantes más conocidas de nuestro país.
Enumeremos: en una década, Lola índigo ha sido carne derrotada de talent show y ha conseguido salir a la superficie varias veces. Tomar aire y resistir, en ella, son también parte de su relación con la música y el baile: simbiótica.
La memoria de la fama tiene las patas cortas. Casi nadie se acuerda de que Mimi fue la primera expulsada de OT en la edición de 2017, algo que parece de risa si tenemos en cuenta el giro que ha pegado su carrera y su constante presencia en los medios. A cada aparición entrevistas y programas, una reafirmación de que esto es lo suyo. Como su entrevista en la resistencia, que aún recordamos.
Esta granadina ha sabido reinventarse cada vez que era necesario, a pesar del talento innato que se gasta desde muy pequeña y que parecía que iba a ponerle las cosas fáciles. 28 años de pura resiliencia. Nada en el mundo de la música sale gratis. Hay mucho saber hacer detrás de esa naturalidad con la que Índigo reparte temazos como movimientos de cadera, a razón de dos o tres por año. Es ponerse a escuchar ‘Akelarre’ y el cuerpo se mueve solo. Es un conjuro. Su música es sobre todo para ellas: feminista, bailable, libre. El trap y el reguetón no tienen por qué estar pringados hasta el hueso de machismo, y ella ha venido a demostrarlo.
Antes que Lola Índigo viene Miriam Doblas, una niña bailonga con un talento innato para la danza, los escenarios y el hambre de la fama. Antes que Lola Índigo, sí, se nos aparece una infancia en la que ya destacaba como bailarina. Mimi empezó con sus palos en el flamenco y muy pronto pasó a destacar en la danza urbana.
El punto de inflexión en la carrera de Lola se da con 18 años (tiene 29 ahora) y su participación en ‘Fama, a bailar’, con esa famosa escena en la que una profesora avinagrada le da la patada. ‘Mimi, estás fuera, eres un estorbo para mi vista’. Tentada estuvo ella, y todos, de decirle a sus profesores. ‘Vosotros os lo perdéis’. Hubiera tenido razón.
Después se le abrieron las puertas de los mercados internacionales. Se repasó con unos cuantos bailes China, los Ángeles y Tailandia con las ideas claras: formarse, y además hacerlo con los mejores en lo suyo. La cogen los coreógrafos de Jennifer López o Beyoncé. En diez años ha bailado a las órdenes de gente tan distinta como Enrique Iglesias, Chris Brown o Miguel Bosé.
Pero en todos esos años Mimi no cantaba, solo bailaba como si el mundo fuera a arder. Es en su periodo en China cuando le pica el gusanillo y empieza a combinar el baile con la voz. El mundo vuelve a darle la razón al volver a España. Si hay que cantar, se canta. Si hay que subir, toca ponerse a abrir algunas puertas en la carrera, nuevas cimas, distintos escalones. ¿Vocalista y bailarina en un cabaret? ¿Maestra del burlesque? Pues también; de ahí sale ‘4 besos’, uno de sus últimos temas, en honor a sus tiempos de bailes en el escenario de terciopelo rojo. Así lo cuenta en una entrevista en El mundo.
‘4 besos es una canción pop y de reguetón, del flirteo de una noche, para pasarlo bien. Y un homenaje a mis primeros pinitos en el cabaret y el burlesque, cuando volví a España. Éramos todos como una familia de cantantes, como los especialistas de circo. Está dedicado a aquellos con los que trabajé, sobre todo a Edu Engonga, que falleció, y que era un bailarín como no he visto otro igual en el escenario’.
Los diamantes en la corona de la vocación son muchos. No se le resiste tampoco esto, y ya estamos en 2017, el año de Operación Triunfo y su expulsión.