“Me has dado una vida”: la increíble historia de reinvención del actor Miguel Herrán
Miguel Herrán es uno de los rostros más conocidos de la televisión española. Sin embargo, hasta llegar donde está ha vivido situaciones muy complicadas. Te lo contamos en Yasss.
En cuestión de un año, Miguel Herrán pasó de “odiarlo todo” a ganar un Goya y convertirse en uno de los actores mejor pagados de nuestro país. El actor de ‘Élite’ y ‘La casa de papel’, que acaba de estrenar ‘Hasta el cielo’, de Daniel Calparsoro, no llegó a la actuación por vocación, sino de casualidad. Hasta ese momento, era un “bala perdida”, como él mismo se define.
Malagueño de nacimiento (1996) y madrileño de adopción, el chico tuvo una adolescencia complicada en un barrio al sur de la capital; el propio Herrán ha reconocido que solía vagar por las calles sin rumbo, con una litrona en la mano y brotes depresivos cada dos por tres. En ese estado le encontró Guzmán, actor y director que buscaba un protagonista para el proyecto autobiográfico que le tenía la última década sin dormir, y vio algo en el chico que le recordó a sí mismo. Su apuesta hizo que la vida de ambos diese un giro de 180 grados.
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Todo… a cambio de nada
La ópera prima de Daniel Guzmán, ‘A cambio de nada’, narra la vida de Darío, adolescente en un barrio precario, y su relación de amistad incondicional con su vecino Luismi. La cinta recuerda mucho a la vida del director (“fue que me tocó vivir y no tengo ningún problema, lo he asumido y ha sido una catarsis”, aseguraba en la presentación de la cinta en el Festival de Málaga), pero también a la de su protagonista, Miguel Herrán, que ganó el Goya gracias a este papel.
“Has conseguido que un chaval sin ilusiones, sin ganas de estudiar, descubra un mundo nuevo. Me has dado una vida, Daniel”, reconocía Herrán, cabezón en mano, en 2016. Lo declaró al mundo en uno de los discursos más emotivos que se recuerdan en la historia de los Premios, con el emisor y el receptor del mensaje llorando a lágrima viva. Ese premio fue el colofón a la catarsis del director, que pasó casi diez años buscando la mejor forma de contar esa historia; una ecuación que quizás no se habría resuelto si Guzmán no hubiese visto a Herrán en la calle una noche. “Tenía que ser él, con su mirada, porque tiene que aguantar toda la película”, destacaba en la presentación de la cinta. El chico aceptó, aunque no sin trabas.
“Yo era el típico chaval nini. No quería trabajar, no quería estudiar. Entonces salía mucho a la calle, muchas noches me las pasaba fuera con colegas, y en una de esas nos cruzamos con Dani”, explicaba el actor en una entrevista con ICON. “Nos ofreció la película y yo le dije que se la hacía gratis, mi única motivación era echarme unas risas y vacilar al arquitecto de ‘Aquí no hay quien viva’ a las tres de la mañana. Yo no sabía lo que era un casting y casi ni entendía la palabra 'presencial”.
Un casting horrible
Guzmán le animó a que se presentase al casting, pero el chico no tenía intención de tomárselo muy en serio. En la misma entrevista, el actor reconoce que pasó la primera prueba “con un melocotonazo”, la segunda “fumado”, que a la tercera ni siquiera se presentó y a la cuarta acudió “de dudosa manera”. Pero el director no se cansó de darle oportunidades, y al final el proyecto salió adelante. Durante meses, trabajaron juntos en una película que les ha cambiado la vida, en especial la de Herrán.
Desde entonces, el actor ha dado vida a algunos de los personajes más recordados de las producciones originales de Netflix España, como su Río de ‘La casa de papel’, y está llamado a ser uno de los rostros más recurrentes en las salas de cine los próximos años. Pero, hasta ese momento, su manera de enfrentarse a la vida era otra. Hijo de una madre soltera, siempre ha reivindicado la paciencia de esta con un primogénito “muy cabrón” y con un pueblo que la repudió por no estar acompañada por un hombre.
“Si yo te cuento las cosas que hacía antes no te cuadraría con la persona que soy ahora. Odiaba la vida, odiaba el mundo. Tuve una manera de ser bastante cabrona y de momento tengo miedo de contarlo, porque hice cosas de las que no me siento orgulloso”, aseguraba en declaraciones con ICON. “Me levantaba, me miraba al espejo y no me gustaba ni cómo era, ni lo que hacía, ni cómo trataba a la gente, ni cómo me trataba a mí mismo”. Unos impulsos destructivos que trata de gestionar desde entonces.
Por eso, aunque la fama le ha traído éxito y una carrera en la que trabajar, Herrán siempre ha explicitado la cara B del éxito, la parte menos atractiva de estar continuamente en el foco. Los paparazzis, la presión de la validación externa, el foco sobre su cuerpo o la salud mental son tan solo algunos de los temas sobre los que el actor ha hablado en entrevistas o stories de Instagram. En una ocasión, publicó un vídeo en el que aparecía simplemente llorando, para mostrar que, cuando no le ven, tiene problemas y es vulnerable. En esas sigue, mientras estrena sus proyectos más recientes. El último, la cinta de Calparsoro, y próximamente la quinta temporada de ‘La casa de papel’, el cierre a un proyecto que le ha cambiado la vida y ha revolucionado el mundo entero.