Gafas y lentillas: ningún método es perfecto, depende de los ojos que los lleven
Para 2050, la OMS estima que más de la mitad de la población sufrirá un problema de vista
Las gafas y lentillas son el método correctivo más habitual
Se recomienda el uso de lentillas solo para periodos breves
Al menos 5 de cada 10 españoles usa un sistema de corrección visual, la mitad por miopía, según el Consejo General de Colegios de Ópticos-Optometristas. Un defecto que comienza en la época escolar (Se detecta entre los 8 y 15 años) y que sufren más del 62% de los universitarios españoles.
Si te acaban de anunciar que eres uno de los invitados a formar parte del nutrido grupo de gafotas, o si llevas tiempo queriendo dejar las lentes en el cajón de tu cómoda, sigue leyendo: en Yasss hemos buceado entre los pros y contras de llevar gafas y los de su eterno rival, las lentillas.
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Todas las opciones
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha avisado: para 2050, más de la mitad de la población sufrirá un problema de vista y tendrá que usar un sistema de corrección visual. También existe la opción de operarse de hipermetropía, miopía o astigmatismo, pero para eso hay que cumplir una serie de requisitos: tener más de 18 años, una graduación estable desde hace al menos dos años, tener buena salud ocular, no estar embarazada o amamantando. Sobre la graduación, en hipermetropías se suele poner el límite operable en 5 dioptrías, y en miopía en 8 o 10, aunque cada caso es valorable.
El tema es que no todo el mundo puede operarse y, además, en el caso de cumplir los supuestos, no todos pueden permitirse costearse esa operación, por lo que las gafas y lentillas son el sistema de corrección más habitual. De entre ellos, la gente suele optar por las gafas, por su comodidad y su precio, pero cada vez son más los que apuestan por las lentillas. Pero ¿es una cuestión meramente estética?
A favor de las gafas
Las gafas son más que una herramienta para corregir la vista: son un símbolo con valor estético. Una montura permite expresar el carácter o generar un personaje, exactamente igual que otras prendas de ropa. No dicen lo mismo de ti unas gafas rojas que una montura invisible, y con eso juegan las ópticas y marcas. Las gafas son tu carta de presentación, y hay cientos de estilos y diseños entre los que elegir.
También son mucho más cómodas: no necesitan un mantenimiento exhaustivo. Al contrario que con las lentillas, no hay contacto directo con el ojo, por lo que se reduce el riesgo de irritación o infecciones, se ponen y se quitan con un movimiento de muñeca (no exige todo un ritual para ponérselas y quitarlas), protegen mejor el ojo de agentes externos y son mucho más baratas, a largo plazo. Las gafas graduadas, que duran una media de cinco o seis años, suponen un desembolso de dinero inicial grande, pero con el paso de los meses resultan más baratas que comprar lentillas.
A favor de las lentillas
Las lentillas tienen un punto en mayúsculas a su favor: nadie nota que las llevas y no dejan marcas en la cara, como ocurre con el puente o las patillas de algunas monturas. Son cómodas y abarcan todo el campo de visión del ojo, cosa que no ocurre con muchas gafas, que la limitan hasta los márgenes de su montura. Además, las lentillas no se empañan cuando hay nieve o lluvia, por lo que igual te conviene pensar en ellas si vives en una zona con esas condiciones meteorológicas o pretendes viajar a un país lluvioso.
El problema con las lentes de contacto es, en primer lugar, el ritual que exige ponérselas. Necesitan mucho cuidado y no se puede dormir con ellas ni entrar en el agua, por lo que, si eres una nadadora, vives en la costa o simplemente eres un desastre, no son una opción cómoda para tu estilo de vida.
Además, como ya hemos dicho, las lentillas están en contacto directo con el ojo, por lo que puedes desarrollar infecciones o úlceras superficiales, un riesgo del que te salva el uso de gafas. En ambientes muy secos o con exceso de polvo, las lentillas pueden generar sequedad en el globo ocular, y es muy incómodo tener que hidratártelo constantemente.
Entonces, ¿qué elegir?
Hay supuestos en los que se recomienda más usar unas que otras. Las gafas, por ejemplo, se recomiendan para leer un libro o estar delante de pantallas (televisión, ordenadores), ir de vacaciones, estudiar y conducir. Sin embargo, están contraindicadas en situaciones en las que se pueden romper: si tu trabajo conlleva algún riesgo para los cristales, si vas a salir de fiesta o a ver a tus amigos, por ejemplo.
Escojas lo que escojas, debes tener en cuenta que siempre necesitarás unas gafas de repuesto por lo que pueda pasar, así que las lentillas son un desembolso extra. Un oftalmólogo o un óptico te ayudarán a tomar una decisión mejor, aunque se recomienda el uso de lentillas para periodos breves de tiempo, ya que pueden cansar la vista, y las gafas para mejorar la vista, aunque son más frágiles y pueden romperse o mancharse.