No es nada raro que cuando cogemos a un bebé en brazos, notamos que este tiene un olor característico. Un aroma que nos recuerda a algo dulce, tierno y hasta achuchable sin necesidad de que esto sea así por una colonia. ¡Es el olor a bebé! Es famoso y sí, nos gusta mucho, pero no es el único que reconocemos por edades. También las hormonas en la adolescencia juegan su papel clave y el olor a sudor nos recuerda que no hay que abandonar durante ese tiempo y bajo ninguna circunstancia el desodorante, ¡por solidaridad! Pero mayor problema se presenta cuando seguimos cumpliendo años y llegamos a sentir en nuestro cuerpo el denominado 'olor a viejo'. ¿Os creéis que no existe? En el siguiente vídeo de PlayGround se explica de su existencia y ojo porque se nos da la mala noticia de que empieza a darse a partir de los 30:

Como se puede ver en el vídeo el olor a viejo no es un mito y sí que existe. Lo podremos haber utilizado en broma en muchas ocasiones, pero este está ligado al componente químico del 2-Nonenal y tarde o temprano se genera en nuestro cuerpo. Así lo afirma también José María Antón, químico y fundador de Pima-Derm, que ha realizado una investigación para averiguar todo sobre este característico aroma que asociamos a los mayores.

Lo primero que ha demostrado para dejarnos en shock es que "más temprano que tarde" aparece el olor y que si ya hemos llegado a los 30 no lo podremos disimular. Curiosamente, el olor a viejo no tiene nada que ver con los fluidos corporales ni con falta de higiene: llega porque tiene que llegar y para este químico la explicación está en que "la piel se oxida continuamente y emite el 2-nonemal, una molécula que huele muy mal".

Y sí, es a partir de los 30 cuando la piel comienza su carrera por oxidarse más. Esto lo explica la ciencia y es tan conocido el fenómeno que en Japón hay una palabra especial para describir este tipo de olor: kareishū. A partir de la treintena hay cambios hormonales que traen como consecuencia un aumento en la producción de lípidos en la superficie de la piel, algo que coincide con la reducción también progresiva de la capacidad antioxidante de nuestro organismo. ¿Eso que conlleva? Tener una fragancia incorporada en el cuerpo: el 'Eau de abuelo'.

¡Pero no todo iban a ser malas noticias! Es cierto que este olor existe, que no se puede disimular porque está ligado a un componente químico de nuestro cuerpo y que no va a desaparecer. Pero, ¿hay algún truco para no notarlo? Pues sí: la edad. A medida que cumplimos años vamos perdiendo la capacidad de captar ciertos olores y, concretamente, el aroma de viejo es uno de los que nosotros mismos no percibimos, por lo que resulta toda una suerte no notarlo, aunque eso no es un síntoma de que nos quede poco o de que estamos entrando en una vejez avanzada.

Investigadores de la Universidad de Chicago han identificado que, además de esta peculiaridad de olor a viejo, hay cinco olores en concreto que, si una persona anciana los deja de percibir, significa que le quedan pocos años de vida: el olor a rosas, naranja, cuero, pescado y menta. ¿Lo sabías?