A todos nos ha pasado -yo soy una experta certificada- el haber sido ignorado por un amante, rollo o incluso pareja. Ignorar o ser ignorado no es, por supuesto, algo nuevo, pero el éxito de las dating apps ha traído consigo algo mucho más valioso que el poder disfrutar de un revolcón con tan solo hacer match. Nos referimos al constante nacimiento de nuevos términos con los que explicar cómo nuestra pareja nos la está liando.
El ghosting se instaló en nuestras vidas para renovar el clásico "fue a por tabaco". Esta bomba de humo 3.0 es muy habitual en las relaciones nacidas del uso de las aplicaciones para ligar, porque la amplísima oferta de posibles ligues trae consigo una igualmente enorme facilidad para ignorar al ligue de la semana -o noche, para qué negarlo- anterior. Ahora es tan fácil como dejar de contestar al WhatsApp, un acto malévolo que cometemos imbuidos de esa mala leche que a muchos nos invade cuando sabemos que nuestra definitivamente NO media naranja habrá visto el doble check azul en su pantalla. Por descontado, damos por sentado que al haberse dado cuenta de que le estamos ignorando, no es menester tener una incómoda charla.
Luego llegó el breadcruming, que es la segunda parte del ghosting, y todos sabemos lo que se dice de las segundas partes… Se trata del acto que comete el que decide ir dejando miguitas de pan en tu cabeza y en tu pobre corazoncito al volver a hacer acto de presencia tras haberse esfumado de tu vida para, por supuesto, terminar por desaparecer de nuevo. El ghosting es cosa de cobardes, pero el breadcrumbing entra en la categoría del sadismo. El problema es que cuando alguien te la lía, la primera vez no es tu culpa, pero la segunda sí lo es, porque eres tú el que ha decidido volver a dar una oportunidad al que en su día te ninguneó. Y esto lo dice una experta no en tropezarse con la misma piedra, sino en cogerle cariño…
El siguiente término para explicar el ninguneo es el zombing. Se trata de la aparición de un amante del pasado -que no desapareció necesariamente haciendo un ghosting, sino porque la relación en cuestión se terminó con tanta voracidad como la batería del móvil-, un comeback que carece de explicación alguna tras años de silencio y que resulta realmente sorprendente para el que recibe esta llamada del pasado, porque nuestra situación emocional suele ser totalmente diferente a la de hace años. Aunque en mi caso, puesto que vivo anclada en el ostracismo sentimental, cualquier zombie ha sido siempre bienvenido a mi casa. Qué le vamos a hacer…
Entre el zombie y el fantasma está el submarino. Esta frase ha sonado un poco a spot navideño de Playmobil, ¿no? Cuando tu pareja desaparece de la faz de la tierra y consigues sobreponerte a su perdida -que deja ya que te diga es en realidad un regalo de Dior-, el pasado emerge de las aguas y cual submarino, vuelve a aparecer. La diferencia entre el zombie y el submarinista es que el último no es consciente de haber desaparecido, porque hace como si su abducción nunca hubiera pasado. Y llámame intuitiva, pero es muy probable que lo que pasara es que estaba surcado otras olas. Es decir, otras sábanas, por supuesto.
En la estela de los hombres que vienen y van aparece el benching, que es el acto del que de repente da likes de vez en cuando a tus fotos y estados, te manda un mensaje de pascuas a ramos y… jamás queda contigo. No sabes bien para qué demonios lo hace, pero lo más probable es que esté construyendo un bonito banquillo al que recurrir cuando su relación termine. Porque sí, el que se marca un benching suele estar en las cenizas de su relación y quiere ir calentando su siguiente cama. Literal y metafóricamente, claro.
El phubbing hace referencia a una fase de las relaciones sentimentales en las que un miembro de la pareja, o quizás ambos, miran más a su móvil que a su amorcito. Si tu chico es capaz de interrumpir tu sentida crónica de la tremenda pelea laboral que tuviste por la mañana con tu jefa para ver el story de su amigote Paco o si salta sobre el móvil con más ansia que cuando salta sobre ti, tienes un problema, y este problema se llama phubbing.
El último término para explicar tu desdicha sentimental es el croaching, que proviene del término anglosajón cockroach, es decir, cucaracha. Cuando llevas unas cuantas citas con alguien que te interesa y te empiezas a hacer ilusiones -ilusión: ¡cuánto daño has hecho!-, el sujeto en cuestión te suelta, como el que comenta que empieza a refrescar, que está viendo a otra chica. Toma mandarina. El término es roach porque ya sabes lo que ocurre con las cucarachas, que cuando hay una, sabes que hay más detrás. Así que cuidado, porque tu cita es un don Juan a prueba de bombas nucleares.