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Siete motivos por los que todo el mundo debería adorar a los community managers

yasss.es 22/01/2018 15:34

Vender contenidos, productos y servicios en las redes, pero también contestar, supervisar y moderar a las huestes furibundas que pueblan la red. Aunque el community manager suele entrar en la rutina en esa interacción con el usuario, ha habido ocasiones en las que se ha convertido en el protagonista por méritos propios. Antológicos zascas, cagadas mayúsculas, despistes tontos, canela fina. Para celebrar el Día del Comunity Manager, en YASSS os hemos preparado una selección de los motivos y momentazos que nos han hecho enamorarnos de la profesión. ¿Habrán rodado cabezas? ¿Algún ascenso? Nadie dijo que la tarea del CM iba a ser fácil.

- Tuitear con personalidad. Imprimir carácter a lo que hacemos es vital para no caer en la apatía. Por eso nos encantan las cuentas con carácter, que enganchan al público. El Twitter de la Policía Nacional ha sido durante años uno de los más populares, con miles de seguidores atentos a las publicaciones de Carlos, CM hasta 2015. Carlos redefinió la gestión de las comunidades online a golpe de inventiva, chistes malísimos y alguna que otra polémica, como la mítica respuesta a una pregunta de la revista Jot Down sobre viajar con porros en el avión. La cosa acabó derivando en una relación amor-odio, shippeada por muchos.

- La paciencia tiene sus límites. El community debe conocer las redes, el lenguaje, estar actualizado y, sobre todo, tener grandes dosis de entereza y temple. Aunque generalmente los communities aguantan estoicamente el chaparrón de gente pesada y sin otra cosa que hacer que importunar y repreguntar cual periodista británico, de vez en cuando algunos se conceden alguna pequeña victoria en forma de venganza. En Telepizza lo saben bien.

- ¡Zasca! ¡Pa' que vuelvas! Saber domar a las fieras es una habilidad muy útil. Los cortes y hachazos dialécticos bien ejecutados son un método de lo más efectivo para aumentar la repercusión y ser reconocidos por los amantes del salseo. No hay que abusar de ellos, pero en su justa medida son letales y levantan aplausos mientras los ecos de la bofetada verbal resuenan durante tiempo. Correos ha sido una de las últimas empresas en cortar en seco y de la mejor forma a un usuario que tenía ganas de guerra.

- Desarrollar la creatividad. El ingenio es una buena herramienta para hacer frente a situaciones complicadas, en las que uno no sabe qué decir ni cómo contestar. Gestionar dudas absurdas, marrones, y preguntas de todo tipo es una tarea que aburre y exaspera, y por ello aplaudimos a los communities que escapan de la rutina y sorprenden mediante una respuesta aguda inesperada.

- Las etiquetas las carga el diablo. Es evidente que todos cometemos errores en nuestros respectivos trabajos. Pero el problema es que de los descuidos de un CM… ¡se entera todo el personal! No pocas han sido las veces que las prisas o el estrés han provocado alguna equivocación de lo más hilarante, como la que tuvo la Agencia EFE. ¡Ay esos hashtags que se autocompletan!

- ¡Eliminar tuit! ¡Eliminar tuit! Pero las etiquetas, el equivocarse subiendo una foto o compartiendo un enlace no son los únicos temores de los communities. Una de las grandes pesadillas del sector suele ser confundirse de cuenta a la hora de publicar algo. Lo habitual es que gestionen a la vez varias cuentas y tengan tropecientas ventanas y pestañas abiertas, así que el peligro acecha, y de qué manera. Errar es humano, pero los pantallazos no perdonan, y viralizarse es cuestión de minutos.

- Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. No todo va a ser promocionar a la empresa y resolver dudas. Hay CM que hacen mucho más, que consiguen ayudar verdaderamente y atender al usuario y sus necesidades, resolviendo sus problemas y teniendo detalles verdaderamente geniales. Un buen ejemplo es el caso de Google, que respondió a una petición tras haber actualizado sus imágenes de Street View. Esos son los communities que más nos gustan: los que contribuyen a un mundo mejor, los superhéroes del S.XXI.

- ¡Que trabaje Rita!. Horas y horas de trabajo, paciencia, concentración cansan a cualquiera. La responsabilidad es enorme, y la presión siempre está encima. Lógicamente, algunos acaban que no pueden más, como el de Pans&Company.