Si nunca has oído hablar del ‘deadname’ o ‘deadnaming’, ya estás tardando en familiarizarte con uno de estos conceptos que tienen una cierta importancia entre las personas trans y no-binaries. ¿Por qué? Bueno, si quieres respetar sus derechos y entender mejor sus motivaciones y su realidad, deberías saber qué costumbres o manías consideran que no cumplen con los mínimos de respeto que le presuponemos a toda interacción humana.
Hoy te hablamos del ‘deadname’ y te contamos por qué no debes usarlo bajo ninguna circunstancia.
El significado de este anglicismo sin traducción oficial al castellano debería darte pistas de por dónde van los tiros. El ‘deadname’ es justamente el ‘nombre muerto’ que le asignaron al nacer a una persona trans o no-binarie. Una identidad y un apelativo, por supuesto, que no han elegido y que, en la mayoría de casos, consideran una carga que les impide alcanzar su pleno potencial y sus derechos (por ejemplo, en el cambio legal de nombre y los interminables trámites burocráticos por los que tienen que pasar para conseguirlo).
En el momento en que estas personas asumen su identidad de género tienen que tomar una decisión fundamental: cómo desean ser identificadas por los demás. Todo pasa, por supuesto, por el nombre que han escogido para su transición y el que dejan atrás; la identidad asignada al nacer solo por su sexo, y la identidad asumida con plena consciencia de quiénes son y, si lo saben, con qué sexo se identifican.
El ‘deadnaming’ es el uso intencional o accidental del nombre muerto, algo que para muchísimas personas trans y no binaries es un gravísimo error y puede constituir un acto tránsfobo. “A estas alturas de la vida, dichos errores son gravísimos. Siempre que se habla de un del pasado de una persona trans debemos usar el nombre actual y los pronombres actuales”, explica el psicólogo Dante Ureta.
Rebeca Stanborough, experta en diversidad, afirma que puede ser una manera de rechazar la identidad de una persona trans o no binaria y de no considerarla miembro de pleno derecho de una sociedad; esencialmente, es negarles la libertad para vivir en sus términos y rechazar su derecho legítimo a escoger identidad y su nombre (sentido)
El caso más reciente que ha trascendido a los medios es el del actor canadiense Eliot Page y su deadname: Ellen Page, su apelativo antes de realizar la transición y declarar públicamente la identidad de género por la que desea ser conocido. Muchos medios cometieron errores imperdonables cuando siguieron utilizando durante bastantes artículos el nombre muerto de Elliot, en lugar de respaldar la decisión con rigor periodístico y utilizar el nombre asumido por el que el actor deseaba que le identificasen.
Aunque existe aún cierto debate en la comunidad LGTBIQ sobre si el uso del nombre muerto constituye un acto tránsfobo o, en ciertos contextos, debe mantenerse para visibilizar el proceso de autoaceptación de una persona trans, queer o no binarie, casi toda la información, fuentes y testimonios que consultes sobre el tema te orientarán en una dirección: si conoces a alguna persona trans, no deberías usar el nombre muerto para llamarla o referirte a ella, puesto que esa persona han tomado la decisión de dejar atrás su vieja identidad y, por diversos motivos absolutamente legítimos, no utilizar más el nombre que le asignaron al nacer.
Si accidentalmente haces un acto de ‘deadnaming’, deberías por supuesto disculparte y modificar esta actitud en futuras conversaciones. En caso contrario, lo más probable es que esa persona considere que estás ejerciendo transfobia y lo vea como una ofensa o una forma de negar su identidad.
Dejar atrás los deadnames de las personas trans, queer o no binaries pasa por reeducarnos y por ser muy conscientes de lo importante que es el lenguaje en la cuestión del género y identidad. Un primer paso importante sería preguntarle a esa persona trans o no binarie por qué nombre quiere ser llamada a partir de ahora en vuestras interacciones. Puede ser difícil al principio hacer ese cambio y comenzar a utilizar el verdadero nombre (el elegido), pero es importante implicarse en las luchas para ir viviendo, poco a poco, en un mundo de plena igualdad.