Junio es el mes del Orgullo, una celebración a nivel mundial que cuenta con más de 50 años de historia y reivindica los derechos y las identidades LGTB+. Todo comenzó el 28 de junio de 1969 en Nueva York, después de que varias personas, muchas de ellas trans y racializadas, se negasen a acompañar a dos policías que irrumpieron de forma violenta en el local en el que se celebraba su fiesta, Stonewall. Por entonces, pertenecer a la comunidad LGTB constituía delito en casi todos los Estados Unidos, por lo que los habituales de ese bar se revelaron contra la policía, dando lugar a revueltas en todo el país. Desde ese año, este mes se ha convertido en una reivindicación de la diversidad y el reconocimiento de esta.
Seguro que has leído mil veces las siglas LGTB, y quizás te hayas preguntado cómo escribirlas correctamente: ¿LGTBI? ¿LGTBIQ? ¿LGTBI+ o LGTB, a secas? La última, que hace referencia a la comunidad de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales, es la más utilizada, aunque cada vez es más habitual verlas escritas con el + o la Q (de ‘queer’) al final, para no excluir ninguna orientación ni identidad. La comunidad reivindica constantemente su derecho a existir y a relacionarse en las mismas condiciones que las personas blancas, cisgénero y heterosexuales, sin tener que dar explicaciones de su vida ni verse sometidos a un acoso y violencia constantes.
Aunque los estudios de género y ‘queer’ abarcan muchos otros conceptos, la orientación sexual ha sido uno de los más analizados. No en vano, la heterosexualidad se ha tomado como norma en la mayoría de las comunidades occidentales durante los últimos siglos, y el modelo de familia estaba integrado por un hombre, una mujer y sus hijos. En 2020, el matrimonio entre personas del mismo sexo solo es legal en 29 países del mundo. España no lo aprobó hasta hace 15 años, el 30 de junio de 2005.
La orientación sexual es la atracción emocional, romántica, sexual o afectiva hacia otros, y existe a lo largo de un continuo que va desde la heterosexualidad hasta la homosexualidad, pasando por la bisexualidad. Muchas teorías asumen que la sexualidad es fluida y se mueve a lo largo de la vida de una persona.
Una persona no elige quién le gusta o de quién se enamora, y negar el interés romántico de otros puede hacer mucho daño. Las terapias de reconversión a la heterosexualidad han sido una máxima muy traumática y dolorosa para muchos niños y adolescentes homosexuales y bisexuales, y aún se permiten en algunas comunidades de España. A falta de una regulación estatal, tan solo están expresamente prohibidas en Andalucía, Madrid, Valencia y Aragón.
¿Y qué hace que una persona tenga una orientación sexual determinada? También hay muchas investigaciones al respecto, aunque gran parte de la comunidad científica asume que es el resultado de distintos factores biológicos, cognitivos y del entorno, y que se moldea a una edad bastante temprana.
Por eso, en Yasss hemos recopilado algunas orientaciones, identidades y términos relacionados con ellas, para estar al día con el mes del Orgullo. Quizás no hayas escuchado hablar de algunas de ellas, pero eso no significa que no existan: negarlas rechaza también a quien se siente así.
Lesbiana: mujer homosexual. Es decir, una mujer, cisgenero o no, que se siente atraída por otras.
Gay: hombre homosexual. Es decir, un hombre, cis o no, al que le atraen otros hombres.
Bisexual: persona que se siente atraída por personas de más de un género o sexo, aunque no necesariamente de la misma manera, grado o intensidad ni al mismo tiempo.
Polisexual: persona a la que le atraen más de dos géneros o sexos.
Disforia de género: el género no se corresponde con el sexo biológico con el que se ha nacido.
Transgénero: persona cuyo género no concuerda con el que se le asignó al nacer. Las personas cuyo género y sexo biológico coinciden son cisgénero.
Skoliosexualidad: persona que siente atracción por otras personas no cisgénero.
Demisexual: persona que solo siente atracción sexual por alguien con quien ya ha desarrollado lazos emocionales fuertes, estables o de larga duración.
Asexual: persona que no siente atracción sexual o interés hacia las relaciones sexuales. Por su parte, la grisexualidad está muy cercana a la asexualidad, aunque estas personas sí pueden experimentar atracción sexual por otras, bajo determinadas circunstancias, muy limitadas.
Poliamor: no se trata de una orientación sexual, si no de un modelo relacional afectivo-sexual en el que los y las involucradas pueden mantener una relación consentida y conocida con más de una persona. Es una alternativa a la monogamia.