¡Enhorabuena! Ya lo habéis decidido. Lo de irse a vivir juntos es esa cuestión pendiente que sobrevuela a todas las parejas estables y que antes o después se pone sobre la mesa. La buena noticia es que puede ser una aventura apasionante en la que descubrirse a uno/a mismo/a y poner todas tus manías y creencias a prueba.
Tirando de experiencias personales y de las que nos han contado algunas personas que llevan ya unos años compartiendo morada con sus parejas, hemos recopilado una serie de consejos para que esta aventura no se te haga cuesta arriba. Eso sí, en lo de encontrar un apartamento digno en estos tiempos de burbuja inmobiliaria y triunfo de lo peor del capital ya no podemos ayudarte. Pero busca y, cuando lo tengas, sigue leyendo.
1. Nunca te vayas a vivir con alguien si no sabes vivir solo
Esto se aplica, en realidad, al concepto mismo de tener una relación. Uno debe aguantarse a sí mismo antes de pretender que lo aguante otro. Vivir solo, acostumbrarse a ello y disfrutar del silencio dentro de tu propia cabeza es el primer paso para poder convivir de forma sana y pacífica con otra persona.
2. Ensayad
Ruth, fotógrafa de 34 años que vive con su novio en Madrid desde hace cuatro, consideró que un paso fundamental para la convivencia era comprobar antes si podían hacerlo sin tirarse los trastos a la cabeza. "Recomiendo convivir antes por temporadas para saber si sois compatible, ya sea que la otra persona pase una semana o dos en tu casa o la pases tú en la de tu pareja". Otra prueba fiable, indica Ruth, son los viajes. "Irse de viaje y convivir en un entorno desconocido para los dos es una forma muy útil de saber si estáis preparados para compartir una casa. Eso sí, que sea un viaje largo, al menos de dos semanas. No vale llevarse muy bien un fin de semana en la playa".
3. Aprende a ceder
Estas tres palabras te salvarán de una guerra civil en casa. Tu casa ya no es solo tuya. Es posible que tu pareja quiera meter un sofá horrible en el salón o un cuadro espantoso que heredó de su tía abuela en el dormitorio. Y resulta que puede hacerlo, porque paga la mitad del alquiler. Tu salida será la negociación: dile que aceptas el cuadro, pero lo ponga en otro lugar menos visible. Cede siempre en algo a cambio de que el otro ceda también. Quitamos esta alfombra que a mí me encanta y a ti te horroriza, vale, pero a cambio me dejas poner las cortinas de mis sueños en el dormitorio. Aprende a ver cada petición suya no como un ataque, sino como una oportunidad de que la otra persona ceda ante una tuya. Una cosa a cambio de otra. Os ahorraréis mucho en terapia de pareja.
4. Aunque lo mejor que te puede pasar es convivir con alguien a quien la decoración le importa un bledo
Imagínatelo: una casa en la que el otro paga el alquiler pero le importa un comino el color de las paredes, la textura del sofá, los azulejos del cuarto de baño o el estampado del nórdico. Ese es el mejor escenario posible para convivir. Mujeres que vivís con hombres heterosexuales, ¡os envidiamos!
5. No, perdón: lo mejor que te puede pasar es ser rico
Y tener una casa con dos vestidores, varios cuartos de baño y un servicio de diez personas que lo haga todo por vosotros, incluido decorar. En la convivencia casi todos los problemas derivan de la cuestión del espacio. Cuando vives con el ser amado, el espacio trasciende lo físico y se convierte en un asunto emocional: a veces, sencillamente necesitas estar solo/a. Por eso vivir en un piso de 200 metros cuadrados se convierte, si tienes la suerte de poder permitírtelo, en la opción idónea: cuando te cabrees te vas al ala norte y santas pascuas. Si ese es tu caso, deja de leer aquí. Si no lo es, puedes seguir.
6. Llevad un control de gastos si no queréis terminar con vuestro propio Caso Malaya
"Si no tenéis una cuenta de gastos común, haced como mínimo cada trimestre", aconseja Raquel, editora de guía de viajes de 36 años que vive con su novio en Barcelona desde hace seis. "De otro modo te encontrarás un día con que tienes ingresar 1.500 euros a tu pareja". La cuenta común se convierte en la gran aliada de la vida en pareja: ahí se van las facturas de alquiler, luz, agua, comunidad y contingencias. Sí, esta es la parte en la que se termina el romanticismo: cuando te veas con tu pareja en un banco escuchando un aburridísimo discurso de un señor encorbatado sobre las ventajas de la cuenta nosequé te acordarás repentinamente de aquellos momentos en los que os encontrábais furtivamente en sitios curiosos para echar un polvo fantástico. Y te preguntarás: "¿En qué nos hemos convertido?".
7. Planificad el ocio
Seguiréis haciendo cosas divertidas aunque viváis juntos, pero a menudo está bien pensarlas de antemano porque un hogar nuevo y común puede ser demasiado absorbente: corréis el peligro de pasaros los fines de semana tirados en vuestro nuevo sofá de vuestra nueva casa. "Que conste que a mí eso me parece un planazo", advierte Raquel, "pero creo que hacer planes con antelación viene bien para no caer en la vagancia de acabar todo el sábado en el sofá haciendo zapping con tu pareja. Y diría incluso que, si ese es vuestro plan de sábado, decidáis de antemano qué series o películas queréis ver en Netflix o donde sea para no terminar viendo un extraño canal de teletienda durante tres horas".
8. Sigue viendo tus propias series
Esa es otra regla de oro: como tengas que adaptarte a tu pareja, a sus horarios, a sus ritmos de sueño y a su capacidad de retentiva para ver tu serie favorita, no la acabarás de ver en tu puñetera vida. Guárdate alguna que os guste mucho a los dos como rito para ver antes de dormir, por ejemplo, pero sigue con tus propias adicciones seriéfilas y con tus gustos. Tú te has arrejuntado, pero tu cuenta de Netflix no.
9. No mezcles limpieza con amor
"Que tu casa esté hecha una mierda no significa que no te quiera", advierte Ruth. "Es solo que tenéis necesidades diferentes de limpieza y orden. Pelearte por eso casi nunca da resultados. Si os lo podéis permitir, y casi todo el mundo puede si ahorra un poco y renuncia a otras cosas, contratad a alguien que ayude con la limpieza la casa una vez por semana y haga las cosas que a ninguno de los dos os gusta hacer". ¿Depende entonces tu estabilidad de pareja de que una tercera persona lave tus platos? Sí, lo sentimos, eso puede suceder. Te has ido a vivir en pareja, no al parque de atracciones.
10. No pretendas ocultar todo aquello que te hace humano
Vamos a recuperar aquí una cita de una entrevista de Alaska a El País: "Había una señora en México a la que yo admiraba profundamente, que se acostaba maquillada. Cuando el marido se quedaba dormido, ella se levantaba, se desmaquillaba, se ponía las cremas, y una hora antes de que el marido se tuviera que levantar, ella se levantaba, se duchaba y se maquillaba". A ver, este párrafo es maravilloso para la literatura, pero por favor, no hagas eso. Durante la convivencia es inevitable que muera parte del misterio. Ahora tu pareja te va a ver en tus peores momentos. Ahora vais a compartir armario y cuarto de baño. Ahora vas a conocerla en toda su densidad humana. ¡Y no pasa nada! De hecho, tú no te enamoraste de un holograma que no roncaba ni cagaba, ¿verdad? Tú te enamoraste de un ser humano. Eso sí: si un día estás realmente mal del estómago y sospechas que, por decirlo de forma fina, tu visita al cuarto de baño podría superar los decibelios deseados, di con delicadeza pícara a tu pareja: "Cariño, no estoy demasiado bien del estómago. Por favor, vete a dar un paseo diez minutos".
11. Mucho cuidadito con acumular y acumular
¿Alguna vez has mirado alrededor en tu cuarto y te has preguntado de dónde demonios has sacado tanta ropa y tanto trasto inútil? Pues ahora multiplícalo por dos. En la convivencia de dos personas se juntan muchas, muuuuchas cosas. Controla eso desde el principio o una segunda mudanza se podría convertir en un infierno. No perdáis el control en vuestras visitas a IKEA. Tened el menaje de hogar justo y necesario. Donad o tirad (siempre a un contenedor de reciclaje) todo aquello que no necesitéis. Llega un momento en el que el espacio libre, por pequeño que sea, se convierte en un oasis en la convivencia. Pues bien, si hay un espacio libre en tu coqueto apartamento de pareja DÉJALO LIBRE. No pongas ahí ni un geranio.
12. Y mantén siempre bonito, acogedor y limpio el dormitorio
Una cocina limpia es gloria. Un salón impoluto es civilización. Pero antes que todo esto está el dormitorio, el lugar donde vais a dormir y donde la llama de vuestra pasión debería mantenerse encendida mientras sea posible. Para empezar, invertid en un buen colchón. Será lo mejor que hagáis. Si hace falta, dejad de comprar otras cosas menos importantes. Y procura que tu dormitorio, la estancia de la casa donde más tiempo vais a pasar, sea un sitio limpio, sin demasiadas cosas, aireado y agradable. Si esto se cumple, el resto de la casa puede ser un cuchitril, pero vuestra convivencia no será problemática.
13. Cuando discutáis, vete a dar un paseo y vuelve
La realidad es que habrá conflictos. Siempre los hay cuando el espacio personal se ve reducido y uno tiene que convivir repentinamente con las reglas, manías y preferencias de otro. Dicho esto, nada es más triste y tenso que dos personas en una habitación sin hablarse. Y lo de dar un portazo y encerrarse en el dormitorio o en el cuarto de baño queda muy bien para hacer drama, pero luego es una lata cuando te das cuenta de que tu libro favorito está en el salón. A menos que (volviendo al punto 5) seas millonario y tengas un dúplex gigantesco, lo mejor que puedes hacer es irte de un portazo (ahí, creando drama). Da un paseo, airéate y vuelve 20 minutos después. Te darás cuenta de que la discusión ha sido una estupidez.
14. Celebra sus ausencias
Cuando vives con alguien tus seis palabras favoritas son: "este fin de semana no estoy". Ya sea porque se va con amigos de escapada, se va a ver a sus padres al pueblo, tiene una despedida de soltera o por trabajo debe viajar a Benidorm. Esa sensación triunfal de recuperar tu espacio y tu soledad aunque sea durante 48 horas no tiene precio. Podrás volver a hacer todas esas cosas que hacías cuando vivías solo/a, como cortarte las uñas de los pies en el sofá. Y lo mejor de todo es que cuando han pasado ya unas 36 horas te apetece que vuelva ya.
15. Si todo va mal, recuerda que hay marcha atrás
¿No ha salido bien? Pues anunciáis al casero que vais a dejar el piso con la antelación que estipule el contrato y cada mochuelo a su olivo. Lo habéis intentado. Las relaciones y la convivencia están para hacerte feliz. Si no eres feliz, ni esa casa ni esa pareja eran para ti.