Desde el pasado sábado día 14 de marzo España está en estado de alarma por la amenaza sanitaria del coronavirus. Han cerrado colegios, tiendas, museos… y se ha animado al teletrabajo, o, en el peor de los casos, al ERTE, para que todo el mundo se encierre en su casa y solo salga a la calle para lo estrictamente necesario.

No es una situación fácil, y cada persona lo está llevando como puede. La ansiedad sube con el confinamiento, aparece el aburrimiento y el hastío si no se tiene nada que hacer, por eso se hace tanto hincapié en mantenerse ocupado y el estrés también puede dispararse si la situación en casa es complicada.

En estas circunstancias, es normal que aparezca la desesperación y la bajona. Pero tenemos que tener clara una cosa: si se han tomado este tipo de medidas tan drásticas es porque la cosa está chunga ahí fuera. Los servicios sanitarios ya están desbordados y sin material, y tenemos que luchar todos unidos aportando lo que podamos. Y si lo único que podemos hacer es quedarnos en casa, pues nos quedamos.

No. Es parecida en cuanto a que es un virus y en su fase leve puede tener síntomas similares. Es cierto que los medios de comunicación y los sanitarios han puesto la gripe como ejemplo para explicarnos qué es el COVID-19 para que pudiéramos entenderlo, pero no es lo mismo.

Tal y como explican en Vox, un medio de comunicación estadounidense (no el partido de Abascal) el coronavirus es peor que la gripe.

El número RO es mayor, es decir, el coronavirus es mucho más contagioso, pudiendo llegar una sola persona a infectar a una media de 2.5 personas más.

Por otro lado, el periodo de incubación es mucho más largo, lo cual favorece el contagio entre seres humanos, puesto que el que incuba la enfermedad no sabe que la tiene porque pueden llegar a pasar 14 días hasta que presentar un solo síntoma.

El número de hospitalizaciones por coronavirus, en comparación con la gripe, también es mucho mayor. Mientras que la gran mayoría de infectados por gripe puede pasarla en su casa sin complicaciones, el 19% de los enfermos por coronavirus ha tenido que ser ingresado.

Por último, el número de muertes por coronavirus de nuevo es mayor que el de muertes por gripe. El porcentaje de pacientes que fallecen está entre un 1 y un 3.4%.

Según la Organización Mundial de la Salud, los síntomas pueden dividirse en cuatro grados: medios, moderados, severos y críticos. La OMS apunta también que las personas infectadas asintomáticas son poco frecuentes.

Tal y como informa Science Insider, el 80% de los casos son medios o moderados, el 14% severos y el 6% críticos. Se considera un caso severo aquel en el que es necesario conectar a un respirador al paciente, y un caso crítico a los que presentan un fallo respiratorio. Es decir, estar entre los moderados no significa que no te pongas malísimo y te encuentres fatal, simplemente no necesitas ser ingresado.

Los síntomas y la duración de la enfermedad pueden variar notablemente dependiendo del nivel de gravedad de la enfermedad. Estos son los datos estadísticos que se tienen:

En el momento en el que se entra en contacto con el virus, pueden llegar a pasar catorce días hasta que se presentan los primeros síntomas. El primer síntoma en el 88% de los casos registrados en China fue la fiebre, por eso se pide que nos tomemos la temperatura todos los días.

Hay un número menor pero significativo de casos que desarrolla primero síntomas gastrointestinales, como diarrea, nauseas, vómitos y dolor abdominal. Pero esto no es lo normal, porque el COVID-19 es una infección respiratoria.

Recientemente se han descubierto unos nuevos síntomas que pueden ayudar en un diagnóstico temprano del coronavirus. Se trata de la pérdida de los sentidos del olfato y del gusto. Una médico del hospital Ramón y Cajal de Madrid lo explica: "es una de las cosas que más se ha recalcado entre los pacientes, la mayoría nos decía que no podía oler y que la comida no le sabía a nada. Han sido muchos los pacientes que nos lo han dicho. Sin embargo, en los estudios previos de China e Italia no lo registran".

Lo que dice la OMS, por ahora, es que el coronavirus actúa pegándose a las células pulmonares e infectándolas hasta matarlas. Esa infección puede pasarse a la garganta, por eso otro síntoma es el dolor de garganta, y la tos, debido a la dificultad al respirar. Esta tos es como una sensación de quedarse sin aire, no la tos con mocos más típica del resfriado y la gripe.

Cuando ya se ha entrado en la fase de pulmones infectados, hasta cinco días después de las primeras molestias, aparecen otros síntomas como la fatiga, el dolor muscular, la garganta seca, dolor de cabeza y los escalofríos. Los casos medios y moderados no pasan de ahí y los síntomas suelen tardar unos siete días en total en desaparecer.

Pero los casos severos y críticos desarrollan neumonía. Estos casos tardan en recuperarse desde varios días a varias semanas. Los casos críticos pueden llegar al fallo respiratorio, por lo que se requeriría el ingreso en UCI. No todos los pacientes críticos mueren, pero necesitan ventilación mecánica y oxígeno constantemente. Aun con estos tratamientos, algunos sí llegan a morir.

Los pacientes que sobreviven a la fase crítica podrían tener daños en los pulmones para siempre. Los casos críticos que se recuperan suelen haber estado alrededor de dos semanas y media enfermos. Sin embargo, en casos muy graves la recuperación puede durar meses.

Es importante recordar que aquellos pacientes que se han recuperado del coronavirus pueden seguir contagiando el virus. Por eso, si la has pasado en una fase más leve, tienes que seguir las precauciones impuestas a todos los ciudadanos. Es cierto que tú podrías ser ya inmune al COVID-19, pero la inmunidad no significa que no puedas pasar el virus a otras personas.

Tenlo en cuenta: no salgas a la calle si no es necesario, lávate las manos durante más de 20 segundos con frecuencia, y trata de mantenerte ocupado y mantener una rutina. Si notas algún síntoma, llama al teléfono que haya habilitado tu comunidad autónoma, pero no acudas al hospital.