Vivir solo: cero procrastinación y otras claves para mantener la casa ordenada con poco esfuerzo
15 minutos diarios en poner un poco de orden en el piso, despejar las encimeras y recoger lo que hayamos tirado nos ahorrarán muchísimo trabajo en el día de limpieza general.
La clave de una casa ordenada es no acumular: ni ropa en una silla, ni platos sucios en la pila, ni enseres en el escurreplatos.
Hasta los faraones cuando se embalsamaban para emprender el viaje a la otra vida tenían la tumba ordenada y con el polvo pasado. Tú no eres así. Tu camiseta de dormir está a punto de desintegrarse, y limpiar las ventanas te suena a una cosa que hacía la gente en la Segunda Guerra Mundial.
La autogestión y limpieza del hogar si vivimos solos a veces nos desespera, especialmente si la casa es pequeña. Cualquier mínima cosa fuera de sitio ya da una impresión de desorden, como si hubiera pasado por ahí una manada de furbys a revolver los cojines del sofá y acumular los platos en el fregadero. Mientras tanto, tú saludas con un asentimiento de cabeza a tus amigas las pelusas. El desorden de la casa es el paso previo a la desintegración de tu pijama, el abandono, alimentarte a base de pizza fría, llamar a tu ex entre sollozos.
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Esto no tiene por qué ser así. Hoy te damos algunos consejos para mantener tu casa ordenada con poco esfuerzo.
Haz la cama
Puede que todavía te quede algo de dignidad y entiendas que una cama bien hecha es un gusto para la vista, impone orden en el dormitorio y cuesta menos de tres minutos al día. Según algunos estudios, dejar la cama sin hacer le hace el trabajo más fácil a los ácaros para florearte las sábanas con sus nidos. Otros hablan productividad: hacer la cama es una acción para redirigir nuestro día hacia el trabajo eficiente, sobre todo si trabajamos en casa.
El sitio de los abrigos, la silla de la ropa
Cuando uno vive solo, cada gesto de desorden se acumula sobre los demás en una escalera interminable. La ‘silla de la ropa’ pronto se transforma en el palacio de la ropa, la megalópolis de las faldas y los pantalones, unos encima de otros, un alcantarillado aparte en el ecosistema de tu casa desastrosa.
Ya sabemos que no quieres ser Marie Kondo y prenderle fuego a cada cosa que no necesites mientras te ríes en alto, pero colgar la ropa en el mismo sitio cuando llegas de la calle va a evitarte verla, saludarla, preguntarle qué tal ha pasado el día. Coloca percheros detrás de algunas puertas y será todavía más sencillo tener la ropa ‘escondida’ pero ordenada.
Superficies con lo mínimo
Ante todo, organización. La encimera del baño, la cocina, el salón: despeja, despeja. Los objetos de uso diario tienden a expandirse sin control cuando el sitio en el que los colocamos no es fijo. Te ayudará tener una encimera de la cocina o del baño libre de lo que no necesites. En el caso del baño, por ejemplo, puedes atornillar un pequeño armario a la pared donde tengas tus cosas de uso diario: exfoliante, crema, pasta de dientes, cuchillas de afeitar, contorno de ojos. Así, al tenerlos a mano pero almacenados lejos de tu ojo, ‘tenderás’ a mantenerlos ordenados.
Almacenar en un barreño o una caja todos los productos de limpieza del baño también viene bien para darle un repaso rápido al lavabo, el rincón donde se acumula más porquería. Eso también sirve para cualquier habitación.
La basura en la puerta
Si la basura no huele demasiado puedes dejarla en la puerta, y así, cuando salgas a alguna quedada o a la compra, no mugirás como una vaca enferma con el esfuerzo o la pereza o como sea que llames a eso que tienes dentro.
Cocina-contenedor
Cuando cocines, utiliza un cacharro para tener recogidas las peladuras, mondas y restos del picado de verduras y carne. Es la auténtica felicidad.
Otro consejo: de media se tardan quince minutos en fregar y dejar repasada la cocina. Multiplica ese tiempo por cada comida, cena o desayuno en el que dices ‘ya fregaré luego’. No hay que ser muy estrictos con esto, pero sí mantener esa idea reverdecida en nuestra cabeza: ‘Friego ahora que acabo de comer y así me lo quito’. Notarás la diferencia.
Esto también te vale para no acumular sartenes, ollas y platos en el escurridor. Las casas sucias funcionan por montañas: montañas de ropa en la silla, montañas de platos sin fregar, montañas de cartas en el recibidor. No las dejes para más tarde, o se volverán ejército.
Humidificador
Te sorprendería saber lo orgásmico que es llegar a tu casa y que huela bien. Un humidificador con aceites esenciales bien escogidos da una sensación de limpieza que te va a ayudar a limar todos los pequeños detalles que antes hacían de tu casa un vertedero en Mumbai. Si no lo haces por ti, hazlo por la cita tinder que te pide subir a tomar un vaso de leche en la noche más adolescente y despreocupada que recuerdas.
Cómprate un aspirador mejor
La diferencia entre un aspirador tradicional con un cable que se enreda en todas partes y uno de escoba con batería es la misma que hay entre la verdadera carbonara italiana y esa guarrería incomestible que haces con nata y bacon de 0,50 céntimos. Con uno puedes dejar espejeante el suelo de cualquier cuarto en menos de 5 minutos; con el otro harás pereza y el suelo seguirá gobernado por un caos espeso de polvo.
Quien dice aspirador sin cables dice una roomba a la que puedes ponerle el nombre de tu mascota muerta, pero son infinitamente más caras.
Una habitación al día
Repasar con el plumero y un paño cualquier habitación de nuestra casa no es lo mismo que dejar como una patena, pero entre limpieza a fondo y limpieza a fondo del piso, podemos dedicarle a cada cuarto veinte minutos cada dos o tres de días: empieza por los que más cuidado necesiten (baño y cocina) y luego pasa a los demás. Cuando te toque realizar limpieza general a fondo no te dará un ictus al ver las ciudades de polvo que se han acumulado desde la última vez que quisiste ser una persona limpia y acabaste viendo una comedia romántica en Netflix com la glotis llena de helado de vainilla con cookies.