Como cada año, millones de americanos se preparan para consumir su peso en pollo frito, encender la televisión y disfrutar de la final de la Super Bowl. En nuestra contemporaneidad, hay eventos que acaban adquiriendo la condición de sagrados; rituales sociales tan masivos que se convierten en imprescindibles en una cultura, por mucho que estemos hablando del llamado ‘Half Time Show’, un descanso de tan solo quince minutos, el tiempo que dura la estrella invitada en el escenario, con su traje sideral y sus fuegos artificiales reventando el espacio tiempo. El hype que se redobla cada año con la misma pregunta: ¿Quién cantará este año? ¿Se le saldrá un pezón en mitad del solo, como a Janet Jackson en su famosa actuación con Justin Timberlake?

Eminem, Dr. Dre, Kendrick Lamar, Mary J. Blige y Snoop Dog, un batallón de estrellas del rap norteamericano que abre el show este año, no lo van a tener fácil para alcanzar la gloria. Hoy te hablamos de algunas de las mejores actuaciones de este megaevento que todos los años congrega a millones de personas delante del televisor.

En su año, uno de los más memorables, Jackson no necesitó más que unos pocos fuegos artificiales para cambiar radicalmente el modo en que se celebraba el evento. Hasta entonces, la cosa tenía mucho de desfile patriotero y aburrido que una fiesta y un espectáculo, hasta que llegó Jackson con sus bailes imposibles a provocar una epidemia de gritos y lágrimas entre el público. Si aparece en todos los rankings de ‘lo mejor de lo mejor de lo mejor’, es porque muchxs no se han olvidado de esos quince minutos.

Aunque solo fuera por el precedente de ver a dos auténticas diosas juntas en el escenario justo antes de que una pandemia mundial nos puso a todxs en posición fetal, con sendos vestidos sacados de la fantasía de un reino medieval, merece la pena destacar esta actuación, que se caracterizó por el abrazo a lo latino del show. También hubo salseo.

Entre mordisco y mordisco de pollo frito, algunos televidentes tuvieron tiempo de denunciar al evento por pornográfico e indecente. Hasta 1300 denuncias ante la comisión que controla el ‘decoro’ del espectáculo, en la clásica jugada de la doble moral de la cultura norteamericana que tan bien funciona en redes. No les gustó nada el body ceñido de Versace que llevaba Jennifer Lopez y que hizo las delicias de tantos millones de espectadores dentro y fuera del estadio.

Un año después del escándalo del pezón al descubierto de Janet Jackson, con el que se multó a la NFL con medio millón de dólares por indecencia, la dirección del evento decidió aflojar la chequera y fichar a grandes estrellas del rock para recuperar algo del espíritu moral y las faldas hasta el tobillo de antaño. No les salió mal la jugada con Prince, que aceptó entonar sus himnos empapado bajo un aguacero de tormenta infernal, en una de esos clásicos diluvios de Miami.

Cantó ‘Purple Rain’ como los ángeles (era de esperar) y consiguió poner en pie a los miles de espectadores con chubasquero amarillo del estadio. Historia del rock concentrada en los espectaculares solos de guitarra que se marcó el cantante, rodeado de bailarinas con trajes que despedían luz fluorescente bajo el diluvio y que las cámaras captaron a la perfección. Suponemos que, ya en su habitación de hotel, el bueno de Prince le agradeció a la tormenta el punto apocalíptico que lo elevó a los altares del rock esa noche.

Hay actuaciones musicales en la lista de la Super Bowl algo más memorables que las de Lady Gaga. Podríamos citar la de Diana Ross, también auténtica historia de la música, pero ella no entró volando en el estadio como una especie de avispa.

En el fondo, nos debemos al espíritu del evento. La música es fundamental, de acuerdo, pero también ofrecer un espectáculo que se pueda medir por las contorsiones, las volteretas y los WTF en el escenario. Carne de tweet y de meme para incendiar Internet. Con Lady Gaga podemos marcar todas las casillas: entró por los aires, criticó veladamente la política migratoria de Trump con ‘God Bless America’ y cantó todos los hits que la hicieron grande, desde ‘Poker Face’ a ‘Bad romance’. El vestuario también estuvo a la altura: boddy con glitter dorado de Versace.

Si por algo se caracteriza el descanso de la NFL es porque puede pasar cualquier cosa. Entrar montada en un tigre robot en el escenario cantando ‘Roar’ tiene todas las papeletas para convertirte en un meme andante, pero a Perry la jugada le salió redonda, con permiso de Madonna y sus looks de emperatriz romana y su cuadriga del espectáculo de 2012.

De Perry se recuerdan justamente sus vestuarios de Moschino, el acompañamiento de Lenny Kravitz en ‘I Kissed a Girl’, la disposición del escenario como un tablero de ajedrez con piezas humanas en movimiento y cuatro millones de tweets que comentaban lo rápido que se transformaba el escenario, que ese año tuvo un punto de lo más versátil y hasta acogió a una banda de raperos que parecían haberse escapado de un gueto y andaban algo despistados. Un show espectacular con un punto gamberro y cachondo que es obligatorio citar en este ranking.