Tras el sangrado libre, probé las bragas menstruales dos periodos seguidos
Lucía Blanco
03/05/201915:36 h.Todo maestrillo tiene su librillo, aunque en este caso diría más bien que todo cuerpecillo tiene su aquel. O sea, que el uso y disfrute que se le puede sacar a este invento depende, sobre todo, de factores personales, sobre todo la cantidad de flujo que tenga cada cuerpo. En mi caso la experiencia ha pasado por varias lunas, concretamente dos reglas, pasando de la adoración absoluta con cero fugas en la primera al 'bien pero mal' en la segunda.
La toma de contacto
Empecemos por el principio. La primera vez que las usé todo marchó muy correctamente. Probé las de flujo normal (hay varias capacidades de absorción), que para los primeros momentos menstruales van muy bien. El segundo día cambié a las súper y todo siguió en orden: todo lo que mi útero desechaba en forma de sangre menstrual iba siendo recogido por aquella prenda. Pensé, la verdad, que cómo era que aquella prenda hubiese tardado tanto en salir a la luz. Fui alternando de modelo hasta que acabé el periodo y cada día me convencían más.
Segunda ronda
Pero decidí repetir. Si iba a explicar mi experiencia por escrito, mejor asegurarme. Quería ver si había dudas en las certezas. Y entonces empecé a vivir algunas situaciones 'menos bien'. Ya sabéis, eso de 'bien pero mal'. Pero pongámonos en situación, que así se entiende mejor.
Me fui de excursión al monte, yo menstruando y las bragas asumiendo su función, y ahí empezó a cojear el tema porque al final terminé manchando el pantalón. Supongo que no estuve muy atenta después de que la primera vez no hubiese habido fugas. Y en ese percal alpino cambiarse, guardar las bragas, buscar otra opción... me resultó más incómodo. También noté algo más de humedad y de olor.
Así que, resumiendo mi experiencia, esta prenda tiene sus ventajas y sus inconvenientes, como todo en la vida. Para periodos de flujo no muy abundante y previsión de cambios, es decir, tener a mano otras bragas menstruales limpias y secas además de las puestas, por si acaso, van muy bien.
También para los últimos días de regla, cuando sangras menos. Sin embargo, si vas a estar fuera de casa todo el día y ese ciclo te da por sangrar más, pues la cosa puede cambiar. Si eres de reglas copiosas puede ser una buena combinación para llevar junto con la copa o un tampón. Incluso para hacer pinitos con el sangrado libre, que si no sabes qué es te explico aquí cómo hacerlo, creo que llevarlas puede ayudar a estar más relajada. Al fin y al cabo tener todo el control sobre tu suelo suelo pélvico es una cosa que se va entrenando: así podrás ensayar sin riesgos.
A nivel logístico conviene tener un par o tres por lo menos para irlas alternando. Se lavan a mano en un momentín con un jabón lo más neutro y natural posible (sin agentes suavizantes, aceites naturales ni jabón de Marsella) pues parece que si no van perdiendo sus súper poder de absorción. Hay quien las lava en la lavadora en bolsitas de lavado, en frío. Pero eso sí: se secan al aire, nada de secadoras. Y dejándolas una noche cerca de un radiador o una fuente de calor, al día siguiente ya las puedes usar otra vez.
Los cinco sentidos
Pero como esto de menstruar es tan físico e intransferible, para tomar una decisión definitiva, yo las he sometido al examen de los cinco sentidos. Empecemos por lo que equivaldría al tacto:
Siempre he odiado esa sensación como de llevar pañal o la técnica de la doble braga... Las compresas industriales las dejé de usar habitualmente hace ya mucho, pasándome a la copa o a las de tela, o bien tirando de las normales pero de algodón ecológico sin perfumes ni blanqueantes (aunque siempre que puedo me decanto por el sangrado libre, pero ese es otro tema…). Y esto es como ir normal. Vamos, cómo llevar las bragas de todos los días, pero más ajustadas.
Vista: Son bonitas y sientan bien. Las mías son negras y esto hace que al lavarlas queden mejor pero, por otro lado, el negro impide ver la textura y el color de la sangre que son indicadores muy sabios de nuestra salud menstrual.
En cuanto al olfato. Ya se sabe que la sangre menstrual tiene un olor particular que no es precisamente el de las nubes. A mí no me resulta desagradable, pero depende del tiempo que la sangre haya estado en el útero y también de las bacterias, fluidos y tejidos que contenga. Puede pasar que, en algunos momentos, aparezca una sensación de humedad que se soluciona fácilmente limpiando un poco el flujo que aún no se ha absorbido. Pero, incluso en el punto en el que el rojo traspasa la barrera física de capas de algodón poliéster y lycra que las componen, no he sentido nunca esto de ir mojada. Por lo tanto, pasan mi test olfativo si problema.
Había oído hablar de ellas y varias amigas ya las habían probado. Las opiniones son diversas y en general bastante buenas pero, en este sentido, y aunque puedan todavía mejorar en algunos aspectos, creo que todo lo que sea innovar y buscar alternativas más sostenibles es algo muy cuerdo y responsable. Vivimos en un planeta finito que no puede soportar que cada mujer genere una media de 200 tampones y compresas al año como residuos. Somos la mitad del planeta y no vamos a dejar de tener la regla.
Se supone que duran por lo menos dos años y que, una vez que ya no hacen su papel de custodia de la sangre menstrual, se pueden seguir usando como braguitas normales. Hay un montón de modelos que van de mayor a menor absorción (¡incluso tanga!) y de momento se compran por internet a precios que, teniendo en cuenta el número de usos que se les puede llegar a dar, compensan económicamente, sobre todo si lo comparamos con los precios de artículos de lujo que tienen los productos de higiene femenina.
Así que sí, por estas y otras razones y como conclusión al gusto, al examen y a la prueba de innovación, sí, me gustan las bragas menstruales. *Las bragas nos las ha cedido la marca Cocoro.
La menstruación, terreno desconocido
Hace un tiempo en Yasss hicieron un experimento: demostrar que todavía no sabemos tanto sobre la menstruación como creemos. Si quieres ver los resultados, ¡dale al play a este vídeo!