Lo primero que te pregunta un médico cuando acudes a su consulta porque te sientes cansad_ y, literalmente, vas con la vida a cuestas, es esto: ¿Duermes bien? ¿Haces deporte?
Dos preguntas muy sencillas a las que a veces damos respuestas desganadas. No tengo tiempo. Es el capitalismo, Doctor. Me cuesta concentrarme en los estudios. Netflix es mi droga catódica y me impide acostarme antes de las cuatro. Sepa usted que en otra vida fui una lechuza y visitaba magos.
Estas dos ‘simples’ actividades, una sin la que es no es posible vivir y la otra como enemiga natural del estrés, nos orientan hacia el axioma fundamental: come sano, duerme bien y sal a trotar dos o tres veces por semana si quieres mantener los ríos de la mente y el cuerpo en su cauce. Todavía más si quieres rendir al máximo en los exámenes y las sesiones de estudio. La vida saludable no es una quimera. Se puede conseguir con pocos cambios.
El buen descanso no es un asunto de gurús, solo de seres humanos con horarios pautados que cogen la cama a la hora que deben. Lo cierto es que son muchos los que tropiezan en esa piedra. Según diversos estudios, más del 41% de la población no duerme las preceptivas siete horas por noche que se necesitan para mantener los biorritmos y los procesos cognitivos a un buen nivel. Pero es que, además, estas personas desconocen los beneficios de una buena terapia de sueño en aspectos tan fundamentales como la memoria o la piel.
Según el estudio que consultes van floreciendo las propiedades ‘curativas’ y estéticas del sueño, a gusto del consumidor. Por ejemplo, una ración de sueño suficiente equilibra la producción de hormonas necesarias para un rendimiento cognitivo óptimo (tu creatividad y tu capacidad para rendir estudiando incluidas) y protege tu sistema inmune, al darle más tiempo para que se regenere.
El sueño también nos ayuda a controlar y bajar de peso y a mantener a raya el apetito cuando las células grasas liberan leptina en cantidades adecuadas. Todo lo contrario que te pasa con los horarios de búho cuando te acuestas de madrugada, un factor determinante para ganar kilos sin hacer nada, solo ser una fábrica de hormonas de estrés.
Por lo demás, tus conexiones neuronales también hacen su quiniela mientras roncas, y se fortalecen, así como tu memoria, que transforma la de corto plazo en largo plazo, y tu corazón, que sale de la piscina de bolas de Morfeo fortalecido y esplendoroso de esas ocho horas de cama que mandan todos los médicos. Metacordero que cuenta ovejas, según un estudio del European Heart of Journal, los sonámbulos sin redención posible tienen muchas más papeletas que tú para sufrir enfermedades del corazón.
De hecho, dormir bien es el ungüento natural para conservar la belleza el mayor tiempo posible, como llega a defender con palabras algo más científicas cierto estudio de la British Medical Journal. El sueño profundo mantiene nuestro Dorian Gray interior en buen estado. Las personas que duermen bien, por lo que se deduce del estudio, resultan mucho más atractivas a ojos de los demás.
El yoga, por ejemplo, aumentará tu flexibilidad y tu fuerza, corregirá tu postura y te enseñará a liberarte de la metralleta de pensamientos. El running incrementará tu capacidad aeróbica y tu resistencia. El boxeo tu juego de pies, tu fuerza y tus reflejos. Todo esto resulta obvio, pero, ¿y al estudiar? ¿Qué ventajas tiene hacer deporte en época de exámenes o esos meses en los que nos toca casi una jornada laboral entera de biblioteca y sedentarismo?
En la propia pregunta ya está la respuesta. Según John Ray, un psiquiatra de la facultad de medicina de Harvard, el ejercicio físico regular es excelente para mejorar la autoimagen, nuestro estado de ánimo, nuestro proceso de aprendizaje y la capacidad para memorizar. Así, el entrenamiento físico es también un aliado para aumentar tu rendimiento académico.
Hacer deporte con cierta regularidad seguramente haga que estudiar te canse menos en esas largas sesiones de hincar codos. El ánimo estará más fuerte. La otra respuesta a por qué es tan bueno la encontrarás en el hipocampo, el responsable de ‘retener’ la información. Tu concentración también mejorará, con la producción de endorfinas: serotonina y oxitocina en los picos de placer, que los hay, al machacar tu resistencia aeróbica en la clase de spinning o la desconexión que se produce en el perro invertido, cuando haces yoga.
No nos darían los dedos de la mano para citar cientos de estudios que, enfocándose en diferentes áreas, han probado con datos y cifras los múltiples beneficios de hacer deporte regularmente, y cómo practicarlo también ayuda a alcanzar estados de concentración y rendimiento óptimo. Aprovéchate y sal a correr en cuanto puedas.
Ya ha sido demostrado: sueño y deporte, tus mejores amigos.