Aitana y Cepeda han roto: diez consejos de experta para superar un desamor sin morir en el intento
Nadie se libra de esta. De hecho, si estás en el ojo del huracán de una ruptura no serás capaz de verlo, pero enseguida te darás cuenta de que se crece mucho después de una grieta en el corazón. Amor, bajón y crecimiento. Esa es la idea. Pero, ¿cómo hacerlo bien para que los daños emocionales sean los mínimos posibles? ¿Cómo hacerlo además para que la parte creativa se incentive y acabe dándote, en su caso (o quizá también en el tuyo), el mejor disco de desamor de la historia? Si le pasó a Taylor Swift, a Bon Iver y a Adele, ¿por qué no a ti?
Lo primero, tienes que conocer las fases. Seguro que lo has leído más de una vez, pero toma nota ahora: visualizar lo que vendrá, ayuda a entenderte. Coge lápiz y papel y vete tachando: negación ("seguro que volvemos"), ira ("menudo gilipollas, ojalá le den de su medicina"), negociación ("quizá podamos ser amigos, sobre todo un sábado de fiesta"), la depresión cuando la negociación fracase ("no hay quien lo arregle y yo no me curaré de esto nunca jamás") y, finalmente, comité de crisis con los amigos, clínex y aceptación ("puede que me cueste, pero la vida sigue y yo he aprendido mucho con esto").
Ten en cuenta que una ruptura se parece mucho a un duelo por la muerte de alguien, según los expertos, así que no desesperes: esa bola sideral en la boca del estómago es normal. Y, sí, se va a pasar. De ti depende hacerlo bien, regular o rematadamente mal. Es decir, atravesar por todas las fases sin prisa, saltarte alguna o taparlo todo liándote con mucha gente seguida (lo ideal, no es, eso tienes que tenerlo claro, pero oye, ¿quién es perfecto?).
Cada persona es un planeta es estos temas (algunos necesitan pasar más tiempo en la fase de la ira y cagarse en todo, y otros se sienten más a gusto después de llorar mares), pero hay tips universales que funcionan si quieres un desamor constructivo y sano:
-Continúa con tu vida. Parece obvio, pero no lo es. No te estanques. No te metas en círculos viciosos dañinos. Llora lo que tengas que llorar y 'disfrútatelo' poniéndote tu playlist más triste y desgarrador las veces que quieras, pero luego páralo. Date una ducha y sal a la calle a dar un paseo. Hay un tiempo para todo.
-Insistimos: Si necesitas llorar, dale. Hay que expulsar el dolor. No dejarlo dentro. Seguro que tu ex no las merece, pero tu cerebro, tu sistema cardiovascular y tu ansiedad lo agradecerán. Pero no te pongas demasiado drama encima (sí, muchas veces sabemos cuando estamos siendo dramáticos de más).
-Apóyate en los tuyos. Para eso están. Tú harías lo mismo. Que no te dé vergüenza pedir compañía y ayuda, si es lo que te pide el body. Los expertos aseguran que un abrazo largo es más analgésico que varias pastillas a solas.
-Confróntate. Enfréntate a tus emociones. Hazte varias preguntas: ¿Por qué me siento así? ¿Qué es lo que de verdad me da miedo? Si mi ex no quiere seguir conmigo, ¿por qué me aferro? Recuerda que no hay emociones positivas ni negativas, sino sentimientos que debemos aprender a gestionar.
-Da carpetazo. Que tu signo ortográfico favorito sea el punto final, no puntos suspensivos. Cuanto antes elabores el duelo, antes podrás rehacerte. Un traspiés, una coma, solo retrasarán la agonía.
-Para hacer bien el punto anterior, ya sabes que el móvil es una clave. Deja de ver su última hora de conexión como un obseso/a. Salte de sus redes. Bloquéale/a. Todos los estudios coinciden en que no te hace bien saber en cada momento qué hace y con quién está.
-Hazte amiga de tu soledad. Disfrútatela. Aprovecha para pintar. Componer. Escribir. Transforma tu tiempo para ti en creatividad. Al principio te dará miedo, pero cámbiale los apellidos a la soledad: de 'no deseada' a 'soledad colega'. Esto te hará crecer. Muchas veces es el único modo de hacerlo, de hecho. No tengas prisa por ocupar la ausencia con otra persona. Eso es solo miedo a estar solos.
-Date algún chute de egoísmo. Seguiréis siendo amigos si te viene bien. Si no, pues no. Si crees que te va a impedir seguir adelante, distánciate.
-Racionaliza. No todo fue de 10. No todo era idílico. Apunta por escrito lo que no te gustaba. Lo que no te hacía feliz. Ahí lo tienes, estás llegando a un punto de luz en toda este paseo por el infierno.
-Muy importante: deja de fustigarte. No, no podías haber hecho nada para cambiar las cosas. No fue tu culpa. Sí, eras lo suficientemente buena/o, pero la otra persona no era para ti. Ni tu para ella. Así son las cosas. Ahora respira hondo y sal ahí: la vida (una vida con destellos maravillosos de belleza aún) está esperándote. Wellcome back!