Admitámoslo. Hay decenas de famosos que mantienen una relación estrecha y feliz con su padre, llaman a casa por navidad y le regalan al patriarca hermosos calcetines de renos. Pero, como en toda estadística, sabemos que siempre hay excepciones. Tolstoi ya dictó sentencia cuando escribió Anna Karenina. “Todas las familias felices se parecen, pero las desgraciadas lo son cada una a su manera”. Siempre es mejor aprender a lidiar con la toxicidad de esas figuras que deberían protegernos y educarnos.
¿Sabías que estas famosas han quemado sus recuerdos de infancia en una hoguera? No guardan relación con su padre, ni falta que les hace.
La canción Love the way you lie, que cantó junto a Eminem, es suficiente prueba de que Rihanna quiso sacarle los ojos con una cucharilla a su padre durante buena parte de su niñez. No lo hizo, bueno, porque luego cuesta mucho trabajo limpiar la sangre y tenía una reputación que mantener. Ronald Fenty fue un adicto al crack y al alcohol y, según ha revelado la cantante en diversas entrevistas, y abusaba físicamente de su madre.
Además de darle una infancia repleta de traumas, disgustos y violencia, Fenty llegó a crear una empresa ficticia bajo la marca registrada de su hija para robarle unos cuantos millones a los que la cantante tenía derecho. Rihanna y su ejército de abogados lo demandaron en 2019 ante la corte penal de Los Ángeles. Ese mismo año, contra todo pronóstico, se reconciliaron.
Si vivir una infancia perra y sentirse asfixiada y amenazada de forma constante no parecen motivos suficientes para enterrar a la figura paterna en lo más profundo de la psique, veamos los otros argumentos de peso de la actriz que interpretó a Arya Stark para odiar con las uñas y los dientes a su criador, por referir la única tarea reseñable de semejante espécimen.
Williams contó hace algunos años cómo su padre la mantenía secuestrada psicológicamente cuando era pequeña. “¿Qué pudo pasar para que maltrataras a tus propios hijos? ¿Qué te pasó de niño? ¿Le arrancabas las patas a los bichos que veías? ¿Aprendiste así todo esto?’. Eso es lo que siento ahora sobre él. Haría un documental fascinante con esta historia”, explicó, en referencia a los diferentes abusos que aseguraba haber sufrido hasta que una profesora de su colegio la sacó de la casa de los horrores. “En cierto modo, me adoctrinaron, creo que por eso estoy obsesionada con las sectas, porque lo entiendo... Estuve en una secta infantil”
Qué decir que no se haya dicho ya de la guerra fratricida entre James Spears y la cantante, prácticamente una marioneta en las manos de quien fue su tutor legal durante 11 años.
Afortunadamente, los britneyers y fans de la diva del pop comercial gritaron de pura alegría en 2021, el día que Spears recuperó judicialmente la autonomía para vivir su vida tranquilamente y tomar sus propias decisiones. Su primer movimiento después de liberarse de sus cadenas no sorprendió demasiado a quienes esperaban que pasara de presa a cazadora. Demandó a James Spears por todos los millones que, según sus abogados, se había llevado mientras la mantenía prácticamente enterrada en vida, bajo vigilancia electrónica y sin acceso a sus propias cuentas bancarias.
El legal team de Britney lo dejó claro en su respuesta penal en la corte: “El señor Spears puede correr, pero no puede esconderse para siempre”, suponemos que un reflejo en lenguaje de despacho de lo que la cantante piensa de verdad sobre su peor pesadilla. “No hay América suficiente para verte correr”.
La nueva princesa del pueblo inglés nunca pudo cumplir la fantasía heterorromántica por excelencia: caminar de blanco purísimo hacia al altar cogida del brazo a la presencia redentora del patriarca.
Que Meghan se lleva a gusarajos con su progenitor es algo que periódicos como The Sun han diseccionado en decenas de artículos, en los que se analiza la relación (en estado de putrefacción) de la esposa del príncipe Harry con el pater familias, a saber: Markle lo ignora y no le coge el teléfono, mientras que él trata de llamar su atención constantemente para que le deje entrar de nuevo en su vida (una muy buena opción, ahora que su hija vive en la abundancia y tiene un propio reality en Netflix en el que le cuenta al mundo que los ricos también lloran. “Oh, no les gusto a los Lores”).
En una peli de sobremesa, el siguiente paso en la trama consistiría en contratar por un precio ajustado a un par de hombres fornidos de algún país eslavo para que le dejaran un recado. “O dejas en paz a la princesa, o por fin conocerás lo que es darle la paga de verdad a una hija”.