Si algo bueno tiene Juego de tronos, además de dragones que no puedes llevar a las cenas de Navidad, incestos y relaciones entre primos y apuñalamientos por la espalda (o decapitaciones poco limpias, si da el presupuesto), es una facilidad asombrosa para convertir a actores y actrices desconocidos en auténticas estrellas mundiales. La producción más ambiciosa de HBO ha destacado ya desde sus primeras temporadas por tener un ojo clínico maravilloso con su elenco, combinando sabiamente intérpretes de prestigio con descubrimientos que auguran carreras brillantes. 

Esto último es lo que ha sucedido con La casa del dragón, la precuela más esperada del universo creado por George R. R. Martin. Milly Alcock, que interpreta a una de las protagonistas absolutas de la temporada, Rhaenyra Targaryen, ya apunta a ser una de las grandes sorpresas del año. No parece que sus creadores vayan a cansarse pronto de expandir el universo de Canción de Hielo y fuego. A nuevos personajes como el de Rhaenyra se sumarán otros spin off que traen de regreso a viejas glorias. Ya se han anunciado algunos detalles sobre Snow, que continuará las gestas del bastardo Jon Snow con una temporada entera para él solito. Demos gracias.

La actriz ha entrado con fuerza en la precuela de las casas reales de Poniente como ya lo hicieron Sophie Turner (Sansa) o Maisie Williamas (Arya). La trama de la primera temporada de la serie pone el acento en su lucha por hacerse valer y convertirse en la primera reina de Poniente. La princesa Rhaenyra se enfrenta a un universo ferozmente masculino que, bajo el mandato de la tradición, utiliza a las mujeres como vasijas o campos de batalla: cuerpos violentados que paren hijos varones que un día ocuparán el trono de hierro; cuerpos que expulsan hijas ensagrentadas, destinadas a servir y callar; y todo con dragones, claro, la golosina visual de la serie y el salseo más placentero en un universo de épica y fantasía: ver arder aldeas.

Alcock (de nombre completo: Amelia May Alcock, nacida en el año 2000 en Australia) no se engaña con lo del talento y la suerte. De lo primero va sobrada, pero lo segundo, el golpe de fortuna, es casi condición sine qua non en una industria que tritura carreras e invisibiliza el talento con una facilidad pasmosa. 

Antes de convertirse en Rhaenyra, la actriz había disfrutado de algunos papeles modestos en producciones mucho más pequeñas en su Australia natal; apariciones en episodios de series como Wonderland, Janet King, A Place To Call Home o Pine Gap, además de un papel secundario en una película semidesconocida de 2018: The School. Alcock tuvo claro desde los 14 años que su vocación era la de actriz, y no paró hasta conseguir un rol principal en una serie de gran presupuesto: Upright. Su interpretación de una adolescente que emprende una huida hacia el desierto la obligó a tomar una de las decisiones más difíciles de su vida: abandonar su plaza en la Newtown High School of the Performing Arts, una de las mejores escuelas de interpretación de Sidney. “La dejé, porque no era algo que me llamara”.

El impresionante giro en su carrera internacional, que acaba de empezar, como quien dice, ha venido precedido por un relato de superación ya tristemente clásico en la industria del cine y la televisión: el de las actrices que compaginan trabajos precarios (camarera, en este caso) con papeles modestos, a la espera de su gran oportunidad dentro del ecosistema de películas y series que trascienden para convertirse en fenómeno global.  

“Antes estaba lavando platos en un restaurante, viviendo en el ático de mi madre. Este tipo de cosas no le pasan a gente como yo, fue todo muy rápido”, explicó Alcock al periódico Daily Telegraph en una reciente entrevista. “Nunca imaginé que esto me podía pasar a mí”. 

La otra carambola dice bastante de lo extraño que puede ser para una intérprete pasar de ser una estrella local a una cara que reconocerían hasta en la región más remota del planeta. Hasta que entró a formar parte de la serie, Alcock cuenta que no había visto prácticamente nada de Juego de Tronos. En el New York Post, explicó al detalle su relación tangencial con el universo de Poniente. “Sabía que era muy grande y muy popular. Después de obtener el papel, me la vi entera para prepararme. Me vi las ocho temporadas en dos semanas. Fue intenso, me convertí en una fan muy pronto y comprendí porque todo el mundo amaba la serie”.