La aceituna es un pequeño fruto con un gran corazón. Y no nos referimos al tito, sino a su jugo, el aceite, que tantas alegrías nos da. Pero no hace falta exprimir a la aceituna para poder disfrutarla al máximo. Aunque no todo el mundo es capaz de apreciar este pedacito de felicidad.
Sí, lo reconocemos. En Yasss nos encanta una aceituna, sobre todo si viene acompañada de una cervecita a la salida del trabajo o antes de un concierto. Por eso nos cuesta tanto entender a toda esa gente que odia con toda su fuerza a las pobres olivitas.
Menos mal que somos supertolerantes y respetamos todas las opiniones. Si no, no nos interesaría lo más mínimo averiguar por qué alguien podría sentir asco por las aceitunas. Vamos a hablar de ellos, aunque seamos conscientes de que jamás podrán leer este artículo, por las fotos.
"Nunca las he probado y no creo que lo haga nunca porque es algo que me genera una repugnancia irracional", cuenta Víctor. Si hablamos algo irrancional, entonces entramos en el terreno de las fobias. No es que no te gusten las aceitunas. Es que no las puedes ni ver.
Las fobias suelen tener dos orígenes: o tuviste una mala experiencia con las aceitunas y entonces le cogiste un miedo irracional a modo de prevención o porque las relacionas, consciente o inconscientemente, con algo que te da mucho asco.
Sea de la manera que sea, el resultado es el mismo. Las personas que tienen un asco irracional a las aceitunas no pueden ni pensar en ellas. Solo su olor o su textura les hace sentir ganas de vomitar.
“Los estímulos que el alimento nos provoca llegan al cerebro a través de los sentidos, así que influye tanto el color y el aspecto del alimento, la textura, el olor y, obviamente, su sabor”, explicaba Sergio Carmona, psicólogo y director clínico del Instituto Barcelona de Psicología para VICE.
Hay muchísima más gente en el mundo que odia a las aceitunas de las que creemos. La pregunta es: ¿qué hacen cuando piden una bebida en un bar y se las ponen como aperitivo gratuito?
Son muchos y están muy incomprendidos. Al fin y al cabo, al menos en España, las aceitunas son un poco como los guisantes de la paella: están donde menos te lo esperas. No solo en los bares acompañando tu consumición. También te las encuentras en ensaladas, ensaladillas, pasteles salados, empanadillas, sandwiches, ¡e incluso Martinis!
En un artículo para BuzzFeed, la periodista Kat Angus escribió sobre el asco tan grande que le producen las aceitunas sorpresa: "no importa el tipo de aceituna que sea, todas tienen el mismo sabor: "a culo, rancio y salado". Ese artículo destapó a cientos de personas en Estados Unidos que sentían lo mismo que ella cuando veían una oliva y que habían estado en silencio todo este tiempo creyendo que no había nadie más como ellos.