Hasta hace un par de años, a los que iban por la vida en chándal se los llamaba (con un poquito de maldad y desprecio) chandaleros. Vestir de chándal era visto como lo peor de lo peor, a no ser que fueras choni, porque entre los canis y las chonis el chándal era un signo de distinción social. Pero entre el resto de la población, el chándal solo valía para ir al gimnasio o para ser un cuñado dominguero.
Muy lejos quedan aquellas fotos de primeros de los dos mil en las que Brtiney Spears lucía sus chándals de terciopelo con orgullo y muchas de nosotras le copiábamos el look pero como no estábamos tan buenorras como ella nos quedaba regulín eso del chándal de tiro bajo que cada vez que te agachabas se te veían todas las bragas. O peor, el tanga, que por aquellos tiempos también quedaba muy bonito enseñar hilillo del tanga, ¡qué horror!
Más lejos aún queda la Spice deportista, Mel C, de las Spice Girls, que elevó el chándal de corchetes a lo más alto a finales del siglo XX. (Sí, a finales del siglo XX, las Spice Girls no son tu infancia, son el siglo pasado. Supéralo).
Por suerte para los amantes de la comodidad (entre los que me incluyo), todo vuelve. Y esto es una cosa que me flipa. Cuando yo era adolescente mis padres me decían que muchas de las cosas que nos volvían locos a los de mi generación ya las habían visto ellos antes y yo pensaba "bueno sí, qué sabrás tú de lo que mola, señor mayor" y ahora, fíjate lo que es la vida, la señora mayor que reconoce en otros aquello que ya vivió soy yo. Me pasó el año pasado cuando volvió el choker (ese collar que va muy pegadito al cuello, que algunos son de plastiquete y parecen un tatuaje) y me está pasando ahora que está volviendo el chándal que mi madre me compraba en Portugarl para llevar al cole el día que teníamos gimansia. Que no se dice gimnasia que se dice Educación Física.
En 2018, el chándal es moda. Pero moda de lo más moderno que te puedes poner ahora mismo. Y oye, que yo, encantada. Ya en 2017 se apuntaba el retorno de tan magnífica prenda, al menos en Madrid, donde yo empecé a ver gente en chándal en las discotecas, algo completamente imposible hace seis años, cuando los vestidos de tiras y los tacones-rascacielos estaban en lo más alto, literalmente. Y, la verdad, enseguidita me subí al carro. En cuanto vi a una con chándal me compré yo dos: uno pa' diario y otro pa' festivos. Y mentiría si no reconociera que lo mejor que me pasó en 2017 no fue encontrar trabajo, sino encontrar un trabajo al que podía ir en chándal.
Tenlo claro: si a ti lo que te va es subirte al carro de lo que lo está petando, te tienes que comprar un chándal cuanto antes. Y cuanto más cantoso, mejor. Mira yo qué contenta estoy con mi chándal de tactel vintage (también conocido como yonki-chándal).
Y yo no lo llevo con arte porque al fin y al cabo una no es modelo ni lo pretende, pero hay cada una que lo lleva con una elegancia que es que se presenta así en mi boda y no me molesta. Mira qué fantasía de look que se ha montado Putochinomaricón en un momento.
¿Y qué me dices de irte de festival EN CHÁNDAL? ¿Puede haber algo mejor? Berta Vázquez & Friends lo tienen claro.
Ahora, la actual reina española del chándal es la cantante Rosalía. ¿Alguna vez se te habría ocurrido mezclar flamenco y chándal? Pues que sepas que queda genial.