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Medio ambiente

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'Slow fashion', la clave para convertir nuestro armario en un espacio más sostenible

  • La industria de la moda es la segunda más contaminante del planeta. El modelo imperante, conocido como ‘fast-fashion’, es el culpable.

  • ¿Sus características? Producción masiva deslocalizada, transporte barato y muy contaminante, materiales de poca calidad y trabajadores explotados.

  • Contra todo ello anima a luchar el ‘slow fashion’, con valores más sostenibles y ecológicos.

Ahora que terminan las rebajas, es complicado no ceder a la tentación de arrasar con todo lo que queda en los estantes. Un vaquero que no necesitamos, esos zapatos que son un número más que el nuestro (pero total, valen menos de diez euros), el vestido de fiesta que no nos pondremos jamás… ¡qué complicado es no pasar por el aro! Al final, terminamos con el armario lleno de prendas que no nos pondremos más de dos veces, y aunque para nosotros sea muchísimo gasto y producto acumulado, es una cantidad ridícula si la ponemos en el contexto de los más 100.000 millones de prendas que se producen anualmente en todo el mundo.

A esta fórmula de consumo acelerado, en la que más siempre es poco, se la conoce como ‘fast fashion’, y es lo que hace de la industria de la moda la segunda más contaminante de todo el mundo. Para que nos hagamos una idea: según el World Resources Institute (WRI), producir una camisa de algodón exige 2.700 litros de agua. Además, esta industria genera el 20% de la contaminación industrial del agua.

Por otro lado, está la explotación sobre la que se sostiene está industria. El documental ‘The True Cost’ asegura que en el mundo hay al menos 40 millones de obreros del textil, de los cuales el 85% son mujeres, muchas de ellas menores de edad. La mayoría no ganan más de dos dólares al día y trabajan largas jornadas en condiciones inhumanas.

Contra todo ello viene a luchar la 'slow fashion', una tendencia que anima a priorizar la calidad a la cantidad, y el medio ambiente a cualquier tendencia bianual. Te lo contamos en Yasss.

Si la moda es barata, ¿quién lo está pagando?

Hay una cosa clara: si el producto que estás comprando es excesivamente barato, tiene que haber una razón. ¿Son los materiales? ¿La mano de obra? ¿Es el coste medioambiental del transporte? Esas preguntas aparecen cada vez más a menudo en las cabezas de los consumidores, que empiezan a demandar productos y tendencias más sostenibles y respetuosos.

Contra el consumo rápido y la cultura del usar y tirar, aparecen las marcas sostenibles y las tiendas de segunda mano y vintage. El consumidor, apuntan los expertos, tiene que tomar conciencia de la situación para abandonar el ritmo que marcan las tiendas online, que llegan a lanzar hasta una veintena de colecciones al año, y empezar a comprar pensando en la durabilidad y la utilidad de cada prenda. Según el diario El País, tan solo en España cada año se tiran a la basura el equivalente al peso de 45.000 coches medianos en ropa.

La demanda de un sistema productivo de proximidad, que repercuta positivamente en las comunidades donde se trabaja, es cada vez mayor. No todo vale: la moda será sostenible o no será.

Algunas marcas responsables

En España, cada vez hay más marcas que apuestan por esta manera de hacer las cosas. Muchas tiendas vintage y de segunda mano han encontrado en las redes sociales otra forma de vender sus productos, de gran calidad y abanderados de la elegancia atemporal, y otras marcas se esfuerzan por crear sus productos de manera más limpia y transparente.

Muchas de ellas se amparan bajo la campaña ‘Fashion Revolution’, que exige al sector de la moda, “que esclaviza a trabajadores y que consume los recursos que necesitarán nuestros hijos y nietos, una industria limpia”. El desencadenante para su creación fue el derrumbamiento de una fábrica en Rana Plaza (Bagladesh), donde se creaban piezas para grandes marcas en condiciones infrahumanas. En el accidente murieron más de 1.100 trabajadores y quedaron heridos otros 2.000.

Es importante saber qué modelos de negocio apoyamos con nuestras compras, así como analizar nuestros patrones de consumo. Marcas como Strambótica, Ecoalf o Peseta son tan solo algunas de las que apuestan por procesos más ecológicos.